• Realizar actividades que den sentido a
la vida, integrar cambios en los roles familiares y mantener
lazos afectivos son fundamentales en esa etapa de vida, dijo
Fernando Quintanar, de la FES Iztacala de la UNAM
• Con Carlota García y Estela Flores, el doctor
en psicología asesora a ancianos campesinos, cuidadores
de hijos con discapacidad y sexoservidoras de la tercera edad
En Iztacala, un entusiasta grupo de ancianos acude a
la Universidad, de 10 a 11 del día. Algunos asisten puntuales
de lunes a viernes, otros van cuando quieren, pero ninguno de
los 28 integrantes falta el día que hay fiesta.
“Entonces todos llegan”, narró entre
risas Fernando Quintanar Olguín, profesor e investigador
de la carrera de Psicología en la Facultad de Estudios
Superiores (FES) Iztacala de la UNAM, quien ha dedicado 29 años
de vida profesional a estudiar la vejez.
En la Clínica Universitaria de Salud Integral
(CUSI), los ancianos llegan con ritmo pausado al aula 20, en el
segundo piso. Ahí, personas que van de los 65 años
a más de 80, en su mayoría mujeres, hablan de sus
experiencias, reflexionan, recuerdan eventos significativos y
hacen planes para tener un quehacer productivo presente.
“La vejez es la etapa donde se viven las consecuencias
de los actos, cuando se hace una reflexión profunda de
lo que somos y un análisis de los eventos a los que dimos
prioridad.
“Muchos especialistas la abordan únicamente
ligada a las enfermedades características, pero nosotros
lo hacemos de una manera más amplia, integrando cambios
que se pueden hacer en torno a la pareja, la familia, los nietos
y amigos, para continuar su desarrollo y evitar la soledad y el
abandono”, explicó el doctor en psicología.
Quintanar Olguín estudió la licenciatura
y maestría en Psicología por la UNAM, y un doctorado
en el área mediante un intercambio entre esta casa de estudios
y la Universidad de Salamanca, en España. Evita términos
como “adultos mayores” y “personas de la tercera
edad”, y se ríe de aquel desafortunado término
“adultos en plenitud”; con serenidad y afecto se refiere
a sus pacientes como “viejos” y “ancianos”,
así, con aceptación y sin simulaciones.
“Cuando llegaron casi todos hablaban de depresión,
de enfermedades crónico degenerativas, de cáncer,
de muerte y, sobre todo, de soledad. Aquí tienen una posibilidad
de revisar su vida, y muchos, hacen cambios para vivir mejor el
presente”, explicó el investigador, quien ideó
en esa FES el Programa de Psicología del Envejecimiento,
del que se desprende el curso que ofrece de lunes a viernes.
En el proyecto universitario también colaboran
Carlota García Reyes-Lira y Estela Flores. “Entre
los tres damos asesorías a grupos en Oaxaca, Hidalgo, Distrito
Federal, Estado de México y aquí, en Iztacala”,
detalló.
Marginados entre los marginados
Entre sus pacientes, a Fernando Quintanar y sus colegas
les preocupan aquellos que no están en asilos o en algún
programa asistencial hospitalario.
“Muchos están en sus casas, abandonados
por sus familias; otros están solos, casi invisibles a
la sociedad. Nosotros asesoramos a ancianos campesinos de Oaxaca,
a un grupo de sexoservidoras de la Ciudad de México y a
cuidadores de hijos con discapacidad en Hidalgo y Estado de México”,
relató.
Quintanar descartó el abordaje de la geriatría,
esa rama médica dedicada a las enfermedades de los ancianos,
y elije la gerontología, una ciencia más amplia
que incluye aspectos psicológicos, sociales, económicos
y demográficos de la vejez.
“Tenemos que aprender a ser viejos, a abatir el
aislamiento y la marginación en que viven los ancianos,
incluso dentro de sus familias. Es conveniente que estén
cerca del arte, de las flores y jardines que reflejan vida. Para
integrarse a la sociedad actual, tienen que hacer cambios, entender
que los nietos, niños y jóvenes de hoy viven de
otra manera, y asimilar esas diferencias”, recomendó.
Para ejemplificar a los viejos con sentido de vida, Quintanar
recordó la anécdota de un grupo de jóvenes
que cuestionó a una anciana sobre actitudes y tecnologías
que no existían en “sus tiempos”; pero ella
respondió: “Oye, éste es mi tiempo”.
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