Boletín UNAM-DGCS-168
Ciudad Universitaria.
06:00 hrs. 19 de marzo de 2010

 


AVANZA LABORATORIO DE ANTROPOLOGÍA FORENSE DE LA UNAM

 

• Este equipo de trabajo genera información que es aprovechada por las procuradurías de justicia del país, presta asesoría técnica en la materia y ha participado como perito de la defensa o como un “tercero en discordia”
• Por medio de la técnica de tomografía computarizada, Lilia Escorcia Hernández y Lorena Valencia Caballero, del IIA, hicieron una tabla de referencia del grosor del tejido blando facial de mexicanos

La antropología forense es una disciplina aún joven en México, pero su práctica cobra día a día mayor importancia, porque se ha visto que, además de representar una ayuda invaluable para los antropólogos, puede reportar grandes beneficios a las instituciones de impartición de justicia de todo el país.

“El término ‘forense’ deriva del vocablo latino forum, que hace alusión a las reuniones en las plazas públicas de la antigua Roma, en las que se dirimían las querellas de los ciudadanos; entonces, lo forense corresponde a los esqueletos y a la muerte violenta, pero sobre todo a lo legal.

“En tanto, la antropología aplica sus conocimientos y métodos en este contexto”, dijo Lilia Escorcia Hernández, encargada del Laboratorio de Antropología Forense del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM, donde se han efectuado investigaciones notables desde su fundación, en 2004.

Proceso de identificación

En antropología física forense se sigue un protocolo que consta de un cuestionario, conformado por cuatro preguntas básicas y otras adicionales para buscar la identificación plena de un esqueleto hallado: ¿cuál es su origen biológico o racial? (al contestar se puede saber más sobre el componente genético y el lugar de origen); ¿cuál es el sexo? (se determina por medio de los rasgos morfológicos del cráneo y la pelvis); ¿cuál es su estatura? (se estima por medio de fórmulas de regresión, a partir de la medición de la longitud de huesos largos como el fémur, el húmero, la tibia, el peroné y las falanges) y ¿cuál es su edad?.

“Cuando se habla de edad, en realidad referimos dos: la biológica, que se evalúa luego de ponderar el desgaste del tejido óseo y las condiciones físicas del esqueleto, y la cronológica, que considera los años transcurridos desde el nacimiento del individuo y que, más que biológico, tiene un valor social y simbólico”, apuntó Escorcia Hernández.

Como complemento del cuestionario básico, inicialmente se averigua si el material de estudio es hueso, si es humano y si es contemporáneo o antiguo; es importante saber después si presenta lesiones, pues podrían ayudar a identificarlo y a conocer más sobre la persona.

Sistema CARAMEX

El equipo de trabajo del Laboratorio de Antropología Forense del IIA genera información para que sea utilizada por las procuradurías de justicia del país; asimismo, presta asesoría metodológica. También, ha participado como perito de la defensa o como un tercero en discordia (esta figura legal se da cuando el perito oficial no coincide con el de la defensa).

“En una ocasión resolvimos un caso. Una persona era acusada de hurto y estaba en la cárcel. Las pruebas que tenía la parte acusadora consistían en imágenes provenientes de las cámaras de circuito cerrado del lugar que había sido robado; sin embargo, al analizarlas no coincidían con el individuo al que se culpaba.

“Presentamos esta evidencia y el acusado fue puesto en libertad. En este tipo de situaciones nos valemos de los rasgos somatológicos de la cara (nariz, boca y ojos, entre otros). Pudimos realizar en forma objetiva ese estudio con el sistema CARAMEX, diseñado por Carlos Serrano Sánchez (actual director del IIA), María Villanueva y Arturo Romano, entre otros colaboradores”, refirió Escorcia Hernández.

El sistema CARAMEX permite hacer el reconocimiento computarizado de un individuo a partir de los rasgos faciales de la población mexicana. Con él se busca una mayor precisión en la elaboración de lo que se conoce como “retrato hablado”, herramienta utilizada para identificar a probables delincuentes y desaparecidos.

La primera versión de este sistema culminó en 1996 y en 2002 se hizo una segunda, adoptada por varias procuradurías de Justicia del país.

Herramienta con fines museográficos

La reconstrucción facial escultórica permite obtener una versión hipotética de la cara de un individuo en vida a partir de la estructura de su cráneo. Esta herramienta tiene fines más bien museográficos.

En el año 2000, Escorcia Hernández y Lorena Valencia Caballero, también del IIA, recurrieron a la técnica de la tomografía computarizada para establecer el grosor que tiene el tejido blando de la cara de personas vivas.

Posteriormente, el IIA financió una segunda investigación, pero esta vez, se utilizaron cadáveres y se generó una tabla de referencia del grosor del tejido blando facial de mexicanos para fines de reconstrucción facial escultórica.

Los restos de Lucio Cabañas

En diciembre de 2001, Escorcia Hernández, Lorena Valencia Caballero y Carlos Jácome, también del IIA, participaron, junto con miembros de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, en la excavación e identificación de los restos de Lucio Cabañas.

Un pariente lejano de Cabañas aseguraba que éste se encontraba sepultado en el cementerio de Atoyac de Álvarez, en Guerrero, y la familia deseaba tener la certeza de que la osamenta realmente pertenecía a Cabañas.

“Analizamos algunos videos y la información de cómo y cuándo mataron a Lucio Cabañas, e identificamos en qué parte de su cuerpo estuvieron las lesiones ocasionadas por las balas, para encontrar sus indicios en los restos óseos. Esta labor fue difícil porque el esqueleto se encontraba deshecho. Determinamos el sexo, la edad, la estatura y algunos rasgos importantes como modificaciones dentales.

“La familia aseguraba que él solía usar prótesis en los dientes; sin embargo, no poseíamos ningún registro dental que lo corroborará. Así, recurrimos a una prueba de ADN y confirmamos que, efectivamente, la osamenta encontrada correspondía a la de Lucio Cabañas”, explicó Escorcia Hernández.

Solicitud de ayuda para concluir un duelo

El duelo es un rito elemental para despedir a un ser querido, pero puede quedar truncado si no se tiene la certeza de que la persona ha fallecido realmente.

Al respecto, Escorcia Hernández comentó que hace tiempo una señora de Castillo de Teayo, en la sierra norte de Veracruz, solicitó ayuda para exhumar a un pariente que había muerto hacía 10 años, y que fue sepultado en una comunidad distante a la suya, porque su cadáver ya se encontraba en avanzado estado de putrefacción.

El finado no tenía acta de defunción, legalmente estaba vivo, por lo que Escorcia Hernández y sus colaboradores no podían realizar la exhumación; entonces, explicaron a las autoridades en qué consistía su trabajo antropológico forense, y solicitaron un permiso para hacerla, a lo cual accedieron.

“Los familiares mandaron hacer un féretro muy elaborado, parecía como si la persona acabara de morir; las mujeres lloraban, los hombres rezaban. De esta manera, pudieron concluir su proceso de duelo”, finalizó la investigadora universitaria.

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Fotos

La reconstrucción facial escultórica permite obtener una versión hipotética de la cara de un individuo en vida, a partir de la estructura de su cráneo.