• Un grupo de investigación, dirigido
por Marta Menjívar Iraheta, de la FQ de la UNAM, encontró
un poliformismo en el gen HNF4A, involucrado en la regulación
de insulina
• Al parecer, se presenta con mayor frecuencia entre la
población mestiza del país, y en casi todos los
grupos indígenas
• Con el hallazgo, se diseña un suplemento alimenticio
que ayude a retardar las complicaciones de ese padecimiento, mediante
un mejor manejo orgánico de los carbohidratos, acotó
En los últimos años, la diabetes se ha situado,
junto con las enfermedades cardiovasculares, entre las primeras
causas de muerte en México. En la actualidad, el número
de diabéticos aumenta en forma alarmante, no sólo
entre personas mayores a 65 años, sino entre niños
y adultos jóvenes.
Este padecimiento crónico-degenerativo incurable
presenta múltiples signos y síntomas y, por consiguiente,
eleva los gastos de atención en el sector salud. Un individuo
afectado desarrolla, en 10 años promedio, pie diabético,
retinopatía, nefropatía y neuropatía diabéticas;
cada una de estas complicaciones resulta costosa y debe ser atendida
por personal especializado.
Un grupo de investigación, encabezado por Marta Menjívar
Iraheta, jefa del Laboratorio de Diabetes de la Facultad de Química
(FQ) de la UNAM, ha logrado notables avances al identificar, con
mayor precisión, uno de los componentes involucrados en el
desarrollo de esta enfermedad: el hereditario.
“Ese factor se encuentra en línea directa
familiar y en grupos de población. La manera en que la diabetes
afecta a la población de origen caucásico, es distinta
a la manera en que afecta a poblaciones de otras latitudes, con
otro componente hereditario, como las africanas o latinoamericanas”,
explicó la investigadora.
Además, encontraron un polimorfismo en el gen HNF4A,
involucrado en la regulación de la insulina y que, al parecer,
se presenta más frecuentemente en la población mexicana
mestiza, y en casi todos los grupos indígenas evaluados,
excepto los yaquis; ese gen disminuye, de un 35 a un 40 por ciento,
la secreción de insulina.
Entre los beneficios del hallazgo, se cuenta el diseño
de un suplemento alimenticio que ayuda a retardar las complicaciones
de ese padecimiento, mediante un mejor manejo orgánico de
los carbohidratos.
Actualmente, el grupo de expertas siguen en la búsqueda
de genes relacionados con la diabetes en México, para elaborar
un diabetochip propio, un microarreglo de un centímetro
cuadrado en el que puedan instalarse múltiples cambios de
secuencia o polimorfismos.
Poblaciones distintas
Desde que se estudia el genoma humano, se han determinado
diferencias genéticas que se traducen en diferencias poblacionales;
las más evidentes son las fenotípicas: entre una persona
asiática y una africana; entre una caucásica y una
latina.
“Estos grupos poblacionales también muestran
discrepancias en cuanto a la aparición y desarrollo de ciertos
padecimientos. En un caucásico, las complicaciones de la
diabetes se presentan, por lo general, con más lentitud,
a lo largo de más años de evolución, mientras
que en un latinoamericano, se detectan en tiempos más cortos”,
comentó Menjívar.
Así, con este tipo de diferencias, el grupo de investigación
en diabetes –conformado, además, por Ángeles
Granados, también del Laboratorio de Diabetes de la Facultad
de Química de la UNAM, y Guadalupe Ortiz e Isela Montúfar,
del Laboratorio de Endocrinología Molecular del Hospital
Juárez de México– emprendió, en 2001,
una exploración genética en pacientes mestizos mexicanos.
Material genético
Las científicas realizaron la evaluación
de los genes del desarrollo y la función pancreática
en pacientes con diabetes tipo 2, lo que permitió dilucidar
la existencia de un fondo genético que podría contribuir
a que los mexicanos sean susceptibles al desarrollo de ese mal.
Posteriormente, con base en los estudios publicados por
Rubén Lisker en la década de los 70, en los que se
documentó, por primera vez, la existencia de un componente
indígena en los mestizos mexicanos, las expertas se propusieron
estudiar las características genéticas de los indígenas,
relacionadas con el padecimiento.
Evaluaron a pacientes mestizos del Hospital Juárez
de México, en los que encontraron cambios en los genes que
participan en la síntesis y la secreción de la insulina.
Los cambios, aparentemente, son propios de nuestra población,
con una frecuencia superior a la que refieren otros grupos, como
el de los caucásicos.
Después se concentraron en miembros de comunidades
indígenas como coras, mayas, zapotecas, otomís, mazahuas,
purépechas y yaquis.
“En coras y mayas, sobre todo, encontramos una alta
frecuencia de las variaciones genéticas previamente detectadas
en los mestizos, y relacionadas con la aparición de diabetes”,
apuntó Menjívar.
A la fecha, las investigadoras han recolectado material
genético de 11 grupos indígenas nacionales.
“Resulta claro que los diabéticos tempranos
normalmente tienen un componente genético familiar elemental.
En cambio, las personas mayores enferman de diabetes por desgaste
celular: las células del páncreas empiezan a morir,
como ocurre a edad avanzada con las de otros órganos”,
explicó la investigadora.
Un dato histórico determinante
Las poblaciones de América Latina, objeto de estudio
de las investigadoras, son sedentarias desde hace apenas seis mil
años; anteriormente, en condiciones de nomadismo, es probable
que se hubieran seleccionado genes asociados al empleo lento de
la glucosa y a un eficiente almacenamiento de grasas, lo que permitió
la constitución de grupos adaptados que sobrevivieron, explicó.
“Hoy en día, el fácil acceso a los
alimentos, la falta de ejercicio y las condiciones de la vida moderna
hacen que la genética de la población mexicana, en
particular, y de la latinoamericana, en general, funcione en contra”,
señaló.
La condición genética que permitió
usar lentamente la glucosa y almacenar grasa para sobrevivir, es
ahora origen de la tendencia a la obesidad; además, la conformación
de un fondo genético, llamado diabetogénico, hace
que los organismos sean susceptibles al desarrollo de ese padecimiento,
en condición de alta disponibilidad de azúcar, reiteró.
Hallazgo científico
Las investigadoras encontraron un polimorfismo en el gen
HNF4A, involucrado en la regulación de la insulina y que,
al parecer, se presenta más frecuentemente en la población
mexicana.
Después de haber evaluado a mestizos y a grupos
indígenas, se percataron que los diabéticos del primer
grupo presentaron este polimorfismo con una frecuencia de 20 por
ciento, mientras que los mayas y los coras no diabéticos
lo hicieron con una frecuencia de 30 por ciento. Ese polimorfismo
se encontró en casi todos los grupos originarios evaluados,
excepto los yaquis, diferentes genéticamente.
“Entre los grupos nativos hay diferencias en el polimorfismo
del gen HNF4A. Comprobamos biológicamente que éste
disminuye de un 35 a un 40 por ciento la secreción de insulina.
De ese modo, se puede entender cómo funciona, en promedio,
el organismo de los latinoamericanos: con una secreción lenta
de insulina y el manejo de los niveles de glucosa es menor.
“Estas evidencias permiten concluir que la población
mexicana tiene un fondo genético que la vuelve susceptible
al desarrollo de diabetes”, indicó Menjívar.
Suplemento alimenticio
Entre los beneficios de este hallazgo puede mencionarse
el diseño de un suplemento alimenticio, que ayuda a retardar
las complicaciones de la diabetes mediante un mejor manejo orgánico
de los carbohidratos.
“Ha sido probado en animales de laboratorio, con
resultados altamente satisfactorios. Ya tenemos el protocolo completo.
Puedo adelantar que este año nuestro suplemento alimenticio
estará disponible al público”, comentó
la investigadora.
Adicionalmente, se pretende elaborar métodos para
detectar a quienes sufren de polimorfismos relacionados con la secreción
de la insulina, y que no pueden recibir fármacos que estimulen
el páncreas. “Si se conoce el antecedente, se podría
saber el tipo de medicamentos contraindicados, apuntó.
De 400 a 800 genes
“Sólo tenemos datos de aproximadamente 20
por ciento de las proteínas del genoma humano. Conocemos
toda la hebra del ADN, pero aún no sabemos con precisión
cómo funciona, cuál es la interrelación entre
las diversas secciones de nuestro genoma”, señaló
la experta.
Las científicas del Laboratorio de Diabetes sólo
han estudiado 10 genes que participan en la secreción de
insulina, pero se sabe que en este proceso podrían estar
involucrados entre 400 y 800.
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