•
Karina Castillo se recibió como psicóloga después
de seguir desde Tlaxcala, y vía internet, las lecciones
que impartían sus profesores en la FES Iztacala de la UNAM
• Su tesis abordó un problema que aqueja a cada vez
más gente: la depresión en adultos mayores
• El jurado decidió otorgar a la joven mención
honorífica por su promedio de 9.77 a lo largo de la carrera
Sólo bastó que se conectaran tres computadoras,
una en Tlaxcala, otra en la FES Iztacala, y la última en
CU, para que Karina Castillo Aguilar entrara como pasante y saliera
como licenciada en Psicología, aún cuando se encontraba
a cientos de kilómetros de su plantel de adscripción.
La joven es la primera graduada del Sistema de Universidad
Abierta y Educación a Distancia (SUAyED) y a decir de sus
profesores —que la observaron a través de una pantalla
de televisión desde el Estado de México—, “una
alumna ejemplar que terminó todas sus materias en los nueve
semestres programados, algo que si a veces es difícil para
los que cursan un sistema presencial, lo es aún más
para quienes estudian a distancia”.
Karina se tituló con la tesis Programa de Apoyo
Psicosocial como Factor Protector contra la Depresión en
el Adulto Mayor, en la que aborda los procesos de tristeza
que sienten muchos ancianos, proyecto que desarrolló desde
su casa de Tlaxcala con asesoría de sus tutores, quienes
la apoyaron desde la FES Iztacala.
“La verdad no es nada fácil seguir esta modalidad,
que a veces parece demasiado árida y te hace sentir muy sola
cuando estás frente a la computadora; pero mis compañeros
—que aunque sólo nos comunicábamos por chat,
no por eso eran menos compañeros— siempre estuvieron
ahí para animarme y decirme que le echara ganas”.
Fue hace cuatro años y medio cuando Karina se enteró
de que la UNAM había lanzado una alternativa de preparación
en la que ella, aún estando inscrita en la FES Iztacala,
podía tomar clases desde Tlaxcala, evitando muchos inconvenientes
que enfrentan miles de jóvenes que deben dejar el hogar y
la familia para estudiar una carrera.
Aunque este sistema se basa en el estudio independiente,
también hay asesorías presenciales, “en las
que podemos resolver mejor nuestras dudas y ver al profesor cara
a cara”, expuso Karina, quien añadió que esa
falta de contacto humano fue quizá lo que se le hizo más
difícil de sobrellevar.
De hecho, en una de las tres salas interconectadas vía
internet, se comentó que esta falta de contacto físico
es tan impactante para muchos, que la primera vez que una de las
profesoras de un grupo de Derecho se apersonó para dar una
asesoría, sus alumnos se le acercaron para tocarla tímidamente
con el índice, como para comprobar que ese alguien que sólo
conocían en el ciberespacio, era en realidad un ser de carne
y hueso.
“Sin embargo, este sistema, además de permitirme
ser al mismo tiempo hija, esposa, madre y alumna, me enseñó
a investigar mejor y a buscar información de manera más
eficiente que si hubiera estado inscrita en un sistema presencial”,
dijo Karina a sus sinodales.
Una visión joven sobre la depresión en
ancianos
El propósito de Karina a la hora de desarrollar
su proyecto de titulación fue muy claro: trabajar de cerca
con ancianos para demostrarles que la tercera edad no es el fin
de la vida, sino una etapa que puede ser disfrutada tan plenamente
como las otras.
“Lo que quise hacer fue desmitificar la depresión
y prevenirla”, dijo la joven en alusión a su tesis,
quien añadió que uno de los grandes prejuicios sociales
es considerar que los ancianos son por naturaleza seres nostálgicos
y proclives a la tristeza, y no individuos con ganas de hacer cosas,
seguir superándose y gozar de lo que la vida aún les
depara.
Para demostrar su hipótesis, Karina escogió
un grupo de ancianas deprimidas y diseñó una serie
de actividades, una para cada día de la semana, para mantenerlas
activas e interesadas en algo fuera de su cotidianidad.
“Ellas participaban en dinámicas de terapia
ocupacional, física, de grupo, psicoeducativa y de gimnasia
cerebral, y siempre lo hicieron con entusiasmo, a veces con las
limitaciones físicas propias de las mujeres de 60 a 70 años,
pero siempre con muchas ganas”, recordó Karina ante
su jurado.
El resultado de estas actividades fue positivo, pues la
joven no sólo logró que el grupo de ancianas, a lo
largo de 40 sesiones, registrara una mejoría notable, sino
que a partir de esta convivencia diaria, tanto terapeuta como pacientes
establecieron una sólida relación que continúa
hoy en día, que ya terminó el proceso de investigación.
“En esta sociedad que le rinde culto a la juventud
y la belleza, es muy fácil que los viejos sientan que han
llegado al final de su vida, pero no es así, y con estas
terapias, que siempre deben involucrar a la familia, ellos descubren
que es posible vivir el presente con optimismo”, explicó
Karina.
Una alumna de excelencia
Karina siempre fue la número uno de su clase en
todos los sentidos, no sólo por sus altas calificaciones,
que le permitieron concluir sus estudios con un promedio de 9.77,
sino por haber sido la primera en concluir sus estudios, y seguramente
seguirá con esta inercia, pues al recibir la notificación
de que ya era una licenciada, “y con mención honorífica”,
inmediatamente dijo: “Ahora voy por la especialidad en Psicología
Clínica”.
“Me gusta trabajar con ancianos más que con
otros grupos; seguramente seguiré en esta línea, particularmente
porque en un futuro no muy lejano la población de personas
de la tercera edad en México crecerá exponencialmente”,
explicó.
Sobre el SUAyED, subrayó que es un sistema en crecimiento
que, por sus características, le permitió algo que
quizá en otras condiciones no hubiera podido lograr: concluir
una carrera universitaria.
De hecho, este sistema nació con el propósito
de brindar una plataforma que abarcara la República entera,
y esta experiencia ha sido tan exitosa que “aunque se trata
de una modalidad de estudio no presencial, en realidad es una que
cada día está más presente”.
– o0o –