A un año del triunfo de Barack Obama, la mera
presencia de un presidente negro marca ya un cambio en la tendencia
e ideología estadounidense, señaló Luis
Acevedo, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas
y Sociales de la UNAM.
Sin embargo, el cierre de la prisión de Guantánamo,
la clausura de prisiones de la CIA en el extranjero, el levantamiento
del embargo a Cuba o la persecución judicial de los sospechosos
de tortura aún son asignaturas pendientes de la nueva
administración y, para muchos, apenas los primeros elementos
de lo que será una larga lista de promesas incumplidas.
“El cambio fue más de discurso, pero los
problemas de fondo siguen iguales”, apuntó Silvia
Soriano Hernández, secretaria académica del Centro
de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC)
de la Universidad Nacional.
Al respecto, Silvia Soriano agregó que “hay
una pequeña diferencia entre que sean demócratas
o republicanos quienes están en el poder, pero no mucha.
Recordemos que John F. Kennedy también generó
muchas expectativas de cambio y finalmente fue el que organizó
la invasión a Cuba, con el desembarco en Bahía
de Cochinos. Yo creo que los años que le restan a Barack
Obama estarán marcados por la continuidad de este tipo
de políticas”.
Sin embargo, apuntó Acevedo, “hay que
hacer notar que lo que cambia son las maneras de hacer las cosas
y no las estructuras de poder de Estados Unidos; lo que se ha
apreciado es una serie de modificaciones internas, porque hacia
el exterior no hay cambios colaterales en la forma de gobierno
de la Unión Americana: éste sigue manteniendo
una actitud colonialista y su forma de hacer valer de manera
vertical su poder”.
“Las campañas bélicas, el deterioro
del poder de compra de los estadounidenses y las torpezas de
los regímenes estadounidenses plantearon la necesidad
de establecer un cambio radical en las expectativas de vida
del pueblo estadounidense”, apuntó Acevedo.
Sin embargo, Obama confronta un escenario complicado
para echar a andar reformas, ya que enfrenta una severa oposición
por parte del Congreso, el Pentágono e incluso asociaciones
como las de los cubanos de Miami.
“El problema es que Estados Unidos sigue siendo
un país sectario, que no permite el triunfo sencillo
ni la consolidación de los avances de la sociedad, sino
que requiere siempre de algún tipo de control”.