Boletín
UNAM-DGCS-607
Ciudad Universitaria
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Es la primera en esta casa de estudios, informó José
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Gracias a ello se han podido producir nubes formadas por 20 millones de
átomos de rubidio
Integrantes del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN) de la UNAM
crearon una “trampa” magneto-óptica para átomos –una de las dos que se
encuentran en funcionamiento en el país–, gracias a la cual han podido producir
nubes frías formadas por alrededor de 20 millones de átomos de rubidio 87 (87Rb).
José
Respecto a este logro,
el experto expresó que sin él no se podría pensar en realizar otros
experimentos, aún más interesantes, que respondan a temas de frontera como el
comportamiento atómico a temperaturas tan bajas. Por ello, ya se planea
producir átomos fríos de Rb, pero en estados excitados (átomos de Rydberg),
para estudiar sus propiedades.
Las aplicaciones de los
átomos fríos podrían ser importantes a futuro, como su uso en información
cuántica, ya que en cadenas de átomos fríos es posible almacenar datos. O bien,
estudiar el comportamiento de plasmas (gases ionizados) increíblemente fríos,
añadió.
El científico recordó
que la temperatura se relaciona con qué tan rápido se mueven los átomos o
moléculas de un gas. Por ejemplo, los del aire que se respira se desplazan a
La rapidez de ese
movimiento impide el estudio preciso de los átomos que forman el gas. El efecto
físico que obstaculiza ese análisis detallado es el llamado “Doppler”, más
conocido en el sonido y que se produce, por ejemplo, cuando se oye la sirena de
una patrulla, más aguda si se acerca, y grave cuando se aleja, detalló.
Tal fenómeno se debe a
que cambia la frecuencia, y lo mismo ocurre con la luz: si un átomo se
desplaza, la frecuencia lumínica que percibe se modifica. En un gas, los átomos
y moléculas se mueven por todos lados, y el efecto Doppler “estorba” para
estudiarlos bien. Por ello, hace algunas décadas y contrario a lo que pudiera
parecer, se propuso utilizar la luz para enfriar átomos, refirió.
“Si se expone a una
frecuencia adecuada, sintonizada ligeramente al rojo de la frecuencia natural
de absorción de un átomo, se puede hacer que capte los fotones sólo si se
mueven en contra del haz de luz; de ese modo, el átomo no sólo cambie su
energía, sino que reciba un ‘empujón’ en la dirección en la que obtuvo la luz”,
señaló.
Al repetirse este
proceso, decenas de millones de veces en un segundo, poco a poco, se logra que
los átomos se enfríen. De tal modo, apuntó, “lo que antes estorbaba, ahora se
usa a favor; en eso consiste el denominado enfriamiento Doppler”. Cuando ello
se logra ya es posible crear una “melaza óptica”. Ésta se produce con ayuda de
seis haces láser a la misma frecuencia.
En ese medio –equivalente a nadar en una alberca con miel–, si un átomo
se quiere mover para un lado, la luz lo empuja hacia el otro; así ocurre en
todas direcciones, por lo que no le queda más remedio que moverse despacio,
a tan sólo unos tres centímetros por
segundo, indicó.
No obstante, aún falta
un elemento para tener una verdadera trampa atómica: un campo magnético que
cambie en el espacio para que se forme una región al “gusto” de los átomos (o
sea, donde
La parte clave del experimento,
aclaró Jiménez Mier y Terán, es elegir la frecuencia de los láseres. De forma
adicional se requiere tener una fuente que produzca los átomos de 87Rb,
y realizarlo en muy alto vacío, porque la presencia de otros gases, como el
aire, produciría un choque con los átomos atrapados y los sacaría de la trampa.
El investigador expuso que el Rb presenta características de longitud
de onda propicias para el atrapamiento. Se pueden utilizar láseres de diodo que
emiten en el infrarrojo cercano y cuya instrumentación es accesible en el
laboratorio.
Los átomos alcalinos, de
litio, sodio, potasio, rubidio, cesio y francio, pueden ser atrapados, pero “se eligió
ciertamente el más fácil, con lo cual se logró la obtención de la nube que mide
dos o tres milímetros y que puede ser vista con ayuda de una cámara de visión
nocturna, sensible al infrarrojo”, agregó.
En ciencia, dijo el
experto, el experimento debe ser reproducible. Así ha ocurrido en este caso, ya
que desde el 17 de agosto pasado, día en que se obtuvo la primera nube, han
sido formadas otras de igual tamaño (estimado en 20 millones de átomos) en los
días subsecuentes.
El proyecto, donde
también participan expertos de
—o0o—
FOTO 01.
José