Boletín
UNAM-DGCS-585
Ciudad
Universitaria
Pie de foto al final
del boletín
EVIDENTE,
Hay suficientes
evidencias de que existe una relación entre la dieta y la prevención de
enfermedades, y que muchos alimentos tienen elementos que han mostrado
actividad benéfica para
Durante
Además, faltan estudios que demuestren efectivamente que en el
metabolismo estos compuestos van a funcionar, resaltó.
Un ejemplo, mencionó la
especialista, es el vino, del cual se ha dicho que sirve para prevenir las enfermedades
cardiovasculares, incluso el Alzheimer. Pero de
acuerdo con el tipo de uva con el que se elaboró, las sustancias están en
cantidades completamente distintas, como en el caso de la catequina,
una de las más activas: “en la Chardonnay hay mucha
pero en la Muscadine prácticamente nada”.
También existe un riesgo
debido a la tendencia de utilizar pastillas ante los nutrimentos, porque si
bien por una parte se gana en términos de tomar la dosis establecida, se
pierden los efectos sinérgicos que causan los otros compuestos del comestible,
aclaró.
Por tanto, comentó
Amelia Farrés, es importante impulsar una legislación correcta y completa que
regule los alimentos funcionales. Hasta hoy, sostuvo, en términos normativos
hay gran controversia. En el caso de México, dentro de
El problema es que sí
hay diferencias en algunos reportes sobre si sirven o no, pues no todo lo que
se dice sobre ellos es necesariamente falso, pero tampoco totalmente cierto;
inclusive, en general, a los gobiernos les interesa que domine la cultura de
prevención por sobre su curación, porque los costos de la seguridad social
disminuyen, detalló.
De ahí que sea relevante
la participación de los académicos, particularmente los involucrados en
análisis de alimentos, en cuanto a dar información correcta a la sociedad. “No
se puede permitir que a través de la mercadotecnia se diga qué comer”, enfatizó
la especialista.
La investigadora del
Departamento de Alimento y Biotecnología explicó que los alimentos funcionales,
de acuerdo con la Asociación de Dietistas Americanos, son aquellos que además
de tener un aporte de nutrimentos generan un impacto positivo en la salud
física y mental del individuo.
El interés y la
preocupación por la ingesta, recordó, es en realidad
antigua. Hipócrates subrayó la necesidad de que “el alimento fuera nuestra
medicina y la medicina el alimento”.
Lo que sí se tiene en
claro, de acuerdo con la Food and
Drug Administration de Estados Unidos, es que la
proteína de soya, los productos bajos en grasa saturadas y colesterol, las
frutas, verduras y granos que contienen fibra, particularmente la soluble, así
como las dietas bajas en sodio –al disminuir la presión arterial–
reducen el riesgo de enfermedades cardiovasculares, puntualizó.
Asimismo, que acortan el
peligro de cáncer las dietas bajas en grasa total, los productos que contienen
fibra; que el calcio reduce el riesgo de osteoporosis, y el ácido fólico
disminuye el peligro de defectos en el tubo neural,
agregó.
Empero, sigue en debate
que las bajas en grasa total reducen el riesgo de cáncer porque se presta a
muchas interpretaciones, dijo
Los alimentos
funcionales han cobrado relevancia en los últimos años, concluyó, porque hay
mayor conciencia del papel que la ingesta ejerce en la salud, incluso se ha
crecido con las etiquetas con información nutrimental. Hay una preocupación
mayor por la inocuidad y la diversidad alimentaria, y
hay muchos datos a través de los medios de comunicación masiva.
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FOTO 01.
Hoy se sabe que
reducen el riesgo de enfermedades cardiovasculares la proteína de soya, los
productos bajos en grasa saturadas y colesterol,
afirmó la investigadora de