Boletín
UNAM-DGCS-446
Ciudad Universitaria
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Informó
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Son procesos electroquímicos
que analizan el rojo de cochinilla y el índigo, explicó
·
Ello permitirá que los
productores sepan las características de su cosecha y fijen los precios del
mercado, dijo
Científicos de
Los especialistas buscaron “criterios sencillos y rápidos
de evaluación que se ligaran con la calidad del color”, destacó
“Es necesario impulsar a los industriales mexicanos que
se preocupan por producir colorantes naturales”, pues hoy las transnacionales
dominan, por ejemplo, los utilizados en alimentos. El apoyo que puede dar
“Es posible hacerlo: se tienen zonas semidesérticas que son ideales para el cultivo del nopal, donde la cochinilla puede crecer”. Del índigo, sostuvo que el proceso natural para teñir con él lleva más de cinco semanas; “se proponen métodos que permitirían en un día hacer las tinciones de lana o algodón, incluso sedas”.
Reyes Salas añadió que las técnicas tradicionales para conocer la calidad de los colorantes son, sobre todo, espectroscópicas, que no son tan específicas y, normalmente, requieren de equipos más complejos.
Primeramente se han interesado en los más conocidos. Uno de ellos es el índigo, que proviene de las plantas de añil, es originario de oriente y se ha utilizado miles de años antes que los sintéticos, los cuales fueron desarrollados a finales del siglo XIX, detalló.
También han incursionado en el estudio de un elemento
ligado a la historia de México: el rojo de cochinilla, el cual se conocía desde
antes de la llegada de los españoles y que se convirtió en la tercera fuente de
ingresos para
El investigador de
Las tonalidades, dijo, tienen incidencia en
Se quiere incidir en la población, “en el
sentido de que reflexionen sobre las diferencias entre un color sintético y
otro natural en alimentos y fármacos, pero también en textiles, y promover que
haya mayor interés por los ecológicos”, consideró.
Todavía está en proceso esta investigación, en la que han trabajado alrededor de cinco años. En el caso del índigo la primera etapa ya está terminada, “es decir, ya se sabe que se puede con relativa facilidad determinar su contenido”. En el caso de la cochinilla –animal del que más de 20 por ciento de su cuerpo seco es colorante– ya se pueden hacer cuantificaciones, “pero ahora se quiere trabajar en sus derivados metálicos del carmínico, donde en la literatura científica hay tantas divergencias”, refirió.
Cabe señalar que en México la producción del índigo “es mínima, prácticamente no existe, es local”; hay zonas en Chiapas y Oaxaca donde es cultivado, aunque poco. En el mundo comienza a repuntar, Suiza es uno de los países interesados en ello. El asunto es que es un excelente material; la mayor parte de las pinturas prehispánicas que tienen azules lo utilizaron, afirmó.
En
el caso de la cochinilla –que no es la única forma natural para obtener rojo,
pero es la más sencilla de cultivar y obtener– quienes tomaron la delantera son
Perú, que ocupa el primer lugar en su producción, con cerca de cien mil
toneladas al año, y en segundo término las Islas Canarias, con unas 20 mil
anuales, informó.
México
no participa ni con el dos por ciento de este comercio mundial, pero tiene el
potencial. “Con apoyos técnico-científicos seguramente se podrá avanzar en
cuestión de tres a cuatro años”, adelantó.
Reyes Salas concluyó que en esta misma línea
de trabajo, tienen en puerta el análisis de otros colorantes: palo de Campeche
y caléndula (de la que se obtienen amarillos), entre otros.
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En
FOTO 02.