Boletín
UNAM-DGCS-443
Ciudad Universitaria
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DISEÑAN EN
José
Alfredo Saldívar González y Astrid Posadas Andrews, de
Conocida
en siglos anteriores como acedía y melancolía, ahora se le llama depresión, y
en México la padecen de cinco a seis millones de personas. Los síntomas más
característicos de esta enfermedad psíquica son descenso del ánimo, baja
autoestima, abatimiento, apatía, desdicha, desaliento o tristeza abismal.
Muchos casos, de no tratarse a tiempo, pueden terminar en suicidio.
El
modelo de los universitarios reproduce sus aspectos en humanos, como
retraimiento, retardo psicomotriz, ausencia de
conducta de juego y socialización, dificultades en ingesta de alimentos y agua,
miedo o irritación.
En
él, José Alfredo Saldívar y Astrid Posadas han
estudiado el efecto que tiene la imipramina –un
antidepresivo tricíclico que inhibe la recaptación de los neurotransmisores noradrenalina y serotonina– en la organización jerárquica entre ratones de
laboratorio.
“Se
usó la imipramina porque representa un patrón de
referencia farmacológica confiable (estándar de oro) para el desarrollo de
nuevos compuestos antidepresivos y porque, desde que se descubrió como
antidepresivo, precisamente, a finales de los años
De
cuatro a seis por ciento de la población abierta en el país sufre una depresión
mayor; 12.5 por ciento de los habitantes de
Se
sabe a que algunas variables como la ingesta de alimentos, la actividad
ambulatoria, la agresividad y el nado forzado pueden ser modificadas en un
ratón con la administración de imipramina y que esto
permite disponer de pautas de comportamiento útiles para el desarrollo de
nuevos antidepresivos.
José
Alfredo Saldívar y Astrid Posadas colocaron tres
ratones machos en un mismo ambiente. A lo largo de 24 horas se establecieron
jerarquías entre ellos: dominante, intermedio y subordinado. Después de ese
lapso se le administró imipramina al subordinado; y
al dominante y el intermedio se les dieron soluciones salinas.
Se
esperaba que el subordinado, considerado un sujeto que presenta un perfil
conductual extraordinariamente parecido al de un humano con depresión, se
convirtiera en dominante pero no ocurrió así.
“Con
todo –dijo José Alfredo Saldívar–, sí hubo una
reorganización en la estructura social jerárquica: el dominante reorientó su
conducta agresiva del subordinado al intermedio, y éste bajó a subordinado. Sin
embargo, es importante señalar que el dominante redujo el total de las
agresiones observadas.
“El
cambio de papeles –agregó Astrid Posadas– se debió
probablemente a que la administración del antidepresivo modificó el metabolismo
del subordinado y éste dejó de enviar mensajes que facilitaban que el dominante
lo agrediera o envió otras señales conductuales u odoríferas que reorientaron
la conducta agresiva de aquél.”
Cabe
aclarar que la conducta agresiva es una característica en muchos modelos
animales, pero no es un síntoma de la depresión sino de
En
este modelo animal de estrés social para el estudio de la depresión, que es de reclusividad (se parece a una cárcel, un convento, un
cuartel), no se indujeron conductas agresivas en el animal subordinado, y la
agresión y las actitudes de sumisión, temor y evitación se redujeron dentro del
grupo; por otro lado, las conductas de interacción social aumentaron.
La
ventaja de este modelo –en el que trabajan y Astrid Posadas Saldívar
desde 1994– es que reproduce las características de la depresión en el
individuo y el impacto que ésta tiene en su entorno.
Se
le administró imipramina al animal subordinado
(considerado deprimido), y la relación entre todos los individuos mejoró. Esto
se observa con frecuencia en el ámbito clínico en humanos. Cuando una persona
deprimida se somete a tratamiento terapéutico o farmacológico, la calidad de la
vida su familia mejora notablemente.
“Ése
es un punto a favor de nuestro modelo –señaló Saldívar–,
pues al reproducir aspectos de la depresión en humanos, arroja la información
necesaria para probar fármacos con menos riesgos y detectar, antes de lanzarlos
al mercado, si tienen propiedades indeseables.”
La
industria farmacéutica podría interesarse en este modelo animal de estrés
social para el estudio de
Obviamente
ellos no diseñarían los fármacos, ni se encargarían de las pruebas
toxicológicas y teratogénicas (para descartar que no
propician malformaciones congénitas), pero sí evaluarían el efecto que tienen
en la conducta.
Su
labor será clave, porque la viabilidad de los nuevos antidepresivos depende del
desarrollo de modelos vanguardistas como el suyo, que sean capaces de
reproducir la extraordinaria complejidad del fenómeno de la depresión en
humanos.
Ciertos
casos de depresión son causados por un procesoneurodegenerativo
que puede ser revertido mediante un tratamiento farmacológico y cambios en el
estilo de vida.
En
roedores deprimidos, las neuronas presentan reducción en su tamaño, casi hasta
desaparecer, así como en el número de dendritas (ramificaciones o brazos que
permiten sinapsis o comunicación entre aquéllas). Algunos antidepresivos
favorecen la neurogénesis, es decir, que las células
de soporte metabólico, llamadas células gliales, den
origen a neuronas funcionales, sobre todo en ciertas zonas del sistema límbico, en particular en el hipocampo, que participa en
procesos de aprendizaje y memoria.
La
actividad sexual y el ejercicio también detonan ese florecimiento de neuronas,
no se sabe aún si por causas físicas u hormonales. Algunos casos de depresión
pueden mejorar, asimismo, mediante hábitos alimenticios (poco alcohol, poca
nicotina, poca carne roja), o trotar,
hacer calistenia, pedalear en una bicicleta estática.
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FOTO 01
En
FOTO 02
José Alfredo Saldívar González, de
FOTO 03
Astrid Posadas Andrews, de