Boletín
UNAM-DGCS-431
Ciudad Universitaria
Pie de fotos al final del boletín
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Señaló Patricia Bedolla,
profesora de
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Desde hace varios años los conceptos de
instinto y naturaleza humana no son suficientes para explicar este fenómeno,
recalcó
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Las mujeres tienen más conciencia y pueden
adoptar una actitud egocéntrica en el sentido de pensar en su proyecto de vida
como profesionistas y personas sociales, aseveró
El instinto maternal es una construcción social, algo aprendido y, por tanto, se puede renunciar a él, afirmó
Patricia Bedolla, profesora de
Incluso hay académicas que han hecho una distinción entre maternidad y maternaje. La primera se refiere a los meses de gestación
del bebé y
En
la actualidad, esos términos han adoptado matices diferentes, lo cual lleva a
confirmar que es demasiado simple explicarlos por un hecho biológico que, si
bien es cierto que atraviesa la cultura, también esta última permea en la naturaleza, señaló.
Hoy
se puede hablar de que el amor maternal tiene niveles, que puede ir de querer
mucho a no amar nada. Si realmente fuera instinto, sería impensable que una
madre dejara a su hijo dentro de un bote de basura o que pasaran por duros
procesos de fertilidad, como la implantación de óvulos fecundados, con tal de
ser madres, indicó.
Visto
así, precisó, la maternidad sería simbólica o un deseo que se construye en el
seno de las sociedades y que cambia con la historia.
La especialista en sexualidad comentó que desde hace varios años los
conceptos de instinto y naturaleza humana no son suficientes para explicar este
fenómeno; no obstante, cuesta trabajo pensar que el amor de una madre por sus
hijos, tan poderoso y generalizado, no sea algo innato.
En efecto, recalcó, se sigue interpretando en términos de obligación y
a pesar de las intenciones liberales, se experimenta casi siempre como una
aberración o un escándalo que una mujer no quiera a sus hijos, y se está
dispuesto a explicarlo y justificarlo, antes que admitir el hecho de su
brutalidad.
Por ello, debe tomarse en cuenta que no por tener una estructura física
apta para dar vida se posee toda la construcción psíquica para educar a un
hijo, luego entonces es algo que la sociedad indica, agregó.
En todo caso, el estereotipo persistente de madre ha quedado vinculado
a la subordinación, por lo que a cierta edad se debe elegir entre dar a luz u
optar por el desarrollo profesional, apuntó la integrante del Programa de
Sexualidad Humana de
Debe quedar claro que no sólo son madres, sino mujeres que ante la maternidad
entran en contradicción por una serie de exigencias impuestas por
La psicóloga refirió que entre las principales razones que llevaron a
la mujer a optar o no por tener hijos fueron la posibilidad de llegar a
espacios públicos, que pudiera reconocerse en la autonomía e independencia;
además del surgimiento de la píldora anticonceptiva.
Esa base posibilitó cambiar su destino como madres. Ahora tienen más
conciencia y pueden adoptar una actitud egocéntrica en el sentido de que
piensan en su proyecto de vida como profesionistas y personas sociales,
sentenció.
Dentro de este contexto, acotó, muchas veces no entra el cuidado de un
hijo, sobre todo porque se sabe que si bien se han ganado espacios sociales,
aún es responsabilidad de la mujer el maternaje.
Se dice, detalló, que una forma de cambiar esta situación es modificar
los sistemas de parentesco; en ese sentido, el hombre debería involucrarse en
la crianza de los hijos, y cambiar la concepción de maternidad con el hombre
ausente del hogar y sólo como proveedor económico.
Es importante para ello, que se deje de idealizar el papel de madre,
verla como un ser humano con limitaciones y aspiraciones. Si se hace notar el
compromiso que implica el cuidado de los hijos y se maneja como una
responsabilidad compartida entre hombres y mujeres, se tendrán en la sociedad menos
seres humanos frustrados o violentos y más empáticos
con los otros, concluyó.
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FOTO 01
Es demasiado simple explicar la
maternidad como un hecho biológico, afirmó Patricia Bedolla,
académica de
FOTO 02.
El instinto
maternal es una construcción social, algo aprendido y,
por tanto, se puede renunciar a él, aseguró Patricia Bedolla,
integrante del Programa de Sexualidad Humana de