Boletín
UNAM-DGCS-304
Ciudad Universitaria
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final del boletín
EN CARTELERA,
·
Es
la obra más reciente del realizador
·
Recupera
la leyenda purépecha de una joven indígena que robó
un caballo a los españoles y lo montó en la guerra, en defensa de su gente
En los cines comerciales ya es posible admirar
La cinta –filmada entre febrero y marzo de 2005– fue estrenada el 8 del
presente mes en
Realizada a partir de una historia similar a
Filmada con una beca de
Sin embargo, advirtió que en Eréndira
Ikikunari eso no se es así, porque el personaje
legendario no es vencido, al contrario, triunfa al convertirse en una mujer
guerrera que se apropia de un caballo, cuando a los indígenas se les prohibía
incluso tenerlos.
De raíces michoacanas,
En la cinta de Mora Catlett la heroína es una
indígena que logra robar un caballo, montándolo no obstante ser un animal ajeno
a la cultura prehispánica. “Eran vistos casi como monstruos que, supuestamente
cuando los cabalgaban, su cauce era semejante al sonido de lluvia de piedras.
Hablaban con sus jinetes, el jinete y el caballo eran la misma cosa. Incluso en
Ixmiquilpan hay murales que no son purépechas, pero los tomé como referencia para la película,
donde se muestran estos seres míticos, estos centauros, mitad caballo, mitad
guerrero”, comentó el realizador.
Eréndira finalmente se convierte en uno de esos seres míticos. De ahí la
complejidad para encontrar a alguien que
“Incluso con una luxación en el pie iba a los ensayos con muletas, era
entrona y bella, además de ser estudiante de actuación, lo cual me daba una
ventaja. Creo que hizo un buen papel; hay momentos en la película que se ve
maravillosa. Arriba del caballo proyecta este espíritu de dignidad, de fuerza y
resistencia”, explicó el cineasta.
De la misma manera, el realizador encontró a los demás actores en un casting general que convocó en Morelia y en
diferentes comunidades indígenas de la región, donde se comenzó a integrar
gente preocupada por la defensa de su lengua y cultura.
El guión de la cinta –hablada en purépecha–
fue realizado con el apoyo de Irineo Rojas, director
del Centro de Investigaciones de
Cuando se trabajó el guión con los actores –muchos de ellos hablantes
del idioma–, ponían a prueba lo que los especialistas
planteaban, lo cual resultó enriquecedor. “Los actores y los lingüistas se
encargaron de encontrar un purépecha que fuera
comprensible para todas las comunidades”, precisó.
A partir de la investigación sobre la estética de la cultura purépecha, el cineasta encontró los mecanismos para crear
el maquillaje corporal de los actores del filme. Al respecto precisó: “En los
códices de la región se veía que los grandes guerreros tomaban el humo. Una
manera de mostrar su valor como hombres era prender una fogata de leña verde y
cubrirse de hollín”.
Al exagerar los usos y costumbres, decidió pintar a los guerreros más
grandes de negro, y a los jóvenes con una mancha en
El realizador comenta que tuvieron que recurrir al extremo de la
estilización para crear, con pocos recursos económicos, una atmósfera que no
podía ser realista-naturalista. De ahí que él haya decidido utilizar símbolos
en lugar de reconstruir toda una pirámide o definitivamente rodar la cinta en
las propias ruinas arqueológicas que son el referente más cercano del mundo
prehispánico.
Las locaciones de la filmación fueron en las ciudades prehispánicas de Ihuatzio y Tzintzuntzan, donde
sucedieron las batallas reales y todavía
quedan vestigios. Sin embargo, no pudo hacerse lo mismo en Pátzcuaro, porque no quedan ni ruinas de aquel tiempo. Sólo
se grabaron tomas en la Iglesia del Humilladero, que es el lugar donde –según
la tradición– el señor de los purépechas
entregó su imperio a los españoles.
Los purépechas, como otras culturas
prehispánicas, tenían un concepto circular del tiempo, que contaban a partir de
ciclos. Los grandes mitos del origen de la humanidad y la historia de los soles
son elementos donde se liga la vida cotidiana al movimiento de los astros, a
los ciclos de
En el manejo del tiempo, Mora Catlett
recuperó también elementos de los códices y los integró a la película. “Mi
interés no se enfocó en crear un ambiente complejo, difícil de leer o
didáctico; creo, como Carl Jung,
que somos animales simbólicos, y que los seres humanos tenemos un pasado común
que son los arquetipos. Esto permite entender los mitos de otras culturas”.
A la hora de definir qué tipo de música era la adecuada para el filme,
el realizador pensó en algo que atrajera la atención de los jóvenes, por eso llamó
a
En este tipo de cine, comentó Mora Catlett,
la creatividad es un recurso fundamental, sobre todo para ahorrarse recursos
económicos. Eréndira contó con cerca de
ocho millones y medio de presupuesto, además de apoyos en especie que dio un
total de 14 millones de pesos. “Esta suma, comparada con las realizaciones del
cine estadounidense –de 30 millones de dólares en adelante–,
es ridícula”.
Sin contar el tiempo que llevó la investigación, Eréndira
Ikikunari estuvo totalmente terminada en 1998.
Ese año, el realizador recibió dos noticias determinantes en su vida: le
vaticinaron poco tiempo de vida y le anunciaron que había ganado la beca de
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El director
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En