12:00 hrs. 19 de Mayo de 2007

  

Boletín UNAM-DGCS-304

Ciudad Universitaria

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EN CARTELERA, LA PELÍCULA ERÉNDIRA IKIKUNARI, DIRIGIDA POR PROFESOR DE LA UNAM

 

·        Es la obra más reciente del realizador Juan Mora Catlett, docente del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos y director también de Retorno a Aztlán

·        Recupera la leyenda purépecha de una joven indígena que robó un caballo a los españoles y lo montó en la guerra, en defensa de su gente

 

En los cines comerciales ya es posible admirar la película Eréndira Ikikunari (2006), la obra más reciente del realizador Juan Mora Catlett, profesor del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) de la UNAM, y director también de otra cinta emblemática del México prehispánico, Retorno a Aztlán (1990).

 

La cinta –filmada entre febrero y marzo de 2005– fue estrenada el 8 del presente mes en la Sala Julio Bracho del Centro Cultural Universitario, y recupera una leyenda purépecha que se ha conservado a través de los siglos por la tradición oral.  Es la historia de una joven indígena que robó un caballo a los españoles y lo montó en la guerra, en defensa de su gente. Una mujer guerrera que, ante la invasión de su tierra, luchó por alcanzar la dignidad y el respeto que su pueblo sólo concedía a los hombres.

 

Realizada a partir de una historia similar a la de Juana de Arco, es una auténtica película de acción sobre la conquista de México, donde conviven tragedia, lucha fraticida por el poder dentro de un grupo familiar y caos apocalíptico.

Filmada con una beca de la Fundación John D. y Catherine T. Mac Arthur, a la que se sumaron los apoyos de Imcine y la UNAM, por medio de la Coordinación de Difusión Cultural, la Filmoteca, TV UNAM y el CUEC, este trabajo revela la fuerza de los purépechas como una cultura viva que conserva su dignidad como pueblo.

 

Juan Mora Catlett, quien también es docente del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), comentó en entrevista que con frecuencia la visión del origen del mestizaje se maneja de forma maniquea: “Por un lado están los malos españoles, los buenos indígenas, la conquista y la destrucción de la cultura”.

 

Sin embargo, advirtió que en Eréndira Ikikunari eso no se es así, porque el personaje legendario no es vencido, al contrario, triunfa al convertirse en una mujer guerrera que se apropia de un caballo, cuando a los indígenas se les prohibía incluso tenerlos.

 

El encuentro con Eréndira

De raíces michoacanas, Juan Mora había escuchado la leyenda de la princesa Eréndira, pero la revelación total del personaje ocurrió cuando filmaba el documental Recuerdos de Juan O’Gorman, en la Biblioteca Gertrudis Bocanegra en Pátzcuaro. “Vi en el mural de O’Gorman a una mujer en un caballo blanco enfrentándose a los españoles. Dije: qué cosa más maravillosa; me puse a investigar, y descubrí que este personaje no estaba en la historia oficial, sino en la tradición oral, recopilada en el siglo XIX”.

 

En la cinta de Mora Catlett la heroína es una indígena que logra robar un caballo, montándolo no obstante ser un animal ajeno a la cultura prehispánica. “Eran vistos casi como monstruos que, supuestamente cuando los cabalgaban, su cauce era semejante al sonido de lluvia de piedras. Hablaban con sus jinetes, el jinete y el caballo eran la misma cosa. Incluso en Ixmiquilpan hay murales que no son purépechas, pero los tomé como referencia para la película, donde se muestran estos seres míticos, estos centauros, mitad caballo, mitad guerrero”, comentó el realizador.

 

Eréndira finalmente se convierte en uno de esos seres míticos. De ahí la complejidad para encontrar a alguien que la encarnara. Así que, en el casting, al director lo conquistó la fuerza y carácter de una muchacha purépecha voluntariosa: Xochiquetzal, quien tuvo la osadía de tratar de convencer al traductor de que le entregara el texto en purépecha.

 

“Incluso con una luxación en el pie iba a los ensayos con muletas, era entrona y bella, además de ser estudiante de actuación, lo cual me daba una ventaja. Creo que hizo un buen papel; hay momentos en la película que se ve maravillosa. Arriba del caballo proyecta este espíritu de dignidad, de fuerza y resistencia”, explicó el cineasta.

 

De la misma manera, el realizador encontró a los demás actores en un casting general que convocó en Morelia y en diferentes comunidades indígenas de la región, donde se comenzó a integrar gente preocupada por la defensa de su lengua y cultura.

 

El guión de la cinta –hablada en purépecha– fue realizado con el apoyo de Irineo Rojas, director del Centro de Investigaciones de la Cultura Purépecha de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, así como de Ismael Marcelino, de la Coordinación de Asuntos de los Pueblos Indígenas de Michoacán.

 

Cuando se trabajó el guión con los actores –muchos de ellos hablantes del idioma–, ponían a prueba lo que los especialistas planteaban, lo cual resultó enriquecedor. “Los actores y los lingüistas se encargaron de encontrar un purépecha que fuera comprensible para todas las comunidades”, precisó.

 

Estética purépecha

A partir de la investigación sobre la estética de la cultura purépecha, el cineasta encontró los mecanismos para crear el maquillaje corporal de los actores del filme. Al respecto precisó: “En los códices de la región se veía que los grandes guerreros tomaban el humo. Una manera de mostrar su valor como hombres era prender una fogata de leña verde y cubrirse de hollín”.

 

Al exagerar los usos y costumbres, decidió pintar a los guerreros más grandes de negro, y a los jóvenes con una mancha en la cara. Como se trataba de una lucha fratricida, necesitaba diferenciar a los dos grupos. Para ello echó mano del ajedrez. “Entonces dije: ya que tengo negros, voy a tener blancos, les cuelgo cruces para indicar que ya adoptaron la religión europea, y les pongo una mancha blanca y de esa manera espero que se entienda que son dos facciones”.

 

El realizador comenta que tuvieron que recurrir al extremo de la estilización para crear, con pocos recursos económicos, una atmósfera que no podía ser realista-naturalista. De ahí que él haya decidido utilizar símbolos en lugar de reconstruir toda una pirámide o definitivamente rodar la cinta en las propias ruinas arqueológicas que son el referente más cercano del mundo prehispánico.

 

Las locaciones de la filmación fueron en las ciudades prehispánicas de Ihuatzio y Tzintzuntzan, donde sucedieron las batallas reales y todavía

quedan vestigios. Sin embargo, no pudo hacerse lo mismo en Pátzcuaro, porque no quedan ni ruinas de aquel tiempo. Sólo se grabaron tomas en la Iglesia del Humilladero, que es el lugar donde –según la tradición– el señor de los purépechas entregó su imperio a los españoles.

 

Juan Mora comentó que el propósito de la película es mostrar el momento justo en que se transforma el mundo prehispánico con la llegada de elementos novedosos: hombres cubiertos de metal, arcabuces, caballos y una ideología renacentista totalmente maquiavélica. “Eso creó un caos impresionante, que se refleja en la cinta, aunque en lugar de darle una lectura de destrucción y muerte de una cultura, se enfoca en el nacimiento de una nueva civilización”.

 

El tiempo y la música

Los purépechas, como otras culturas prehispánicas, tenían un concepto circular del tiempo, que contaban a partir de ciclos. Los grandes mitos del origen de la humanidad y la historia de los soles son elementos donde se liga la vida cotidiana al movimiento de los astros, a los ciclos de la naturaleza. En Eréndira el director utilizó elementos simbólicos, como salidas de Sol o caídas de la Luna hechas en stop motion para mostrar que estos fenómenos tenían relación con los elementos divinos.

 

En el manejo del tiempo, Mora Catlett recuperó también elementos de los códices y los integró a la película. “Mi interés no se enfocó en crear un ambiente complejo, difícil de leer o didáctico; creo, como Carl Jung, que somos animales simbólicos, y que los seres humanos tenemos un pasado común que son los arquetipos. Esto permite entender los mitos de otras culturas”.

 

A la hora de definir qué tipo de música era la adecuada para el filme, el realizador pensó en algo que atrajera la atención de los jóvenes, por eso llamó a Andrés Sánchez Maher, integrante del grupo Titán, con quien hace música electrónica. En lugar de recurrir a instrumentos musicales, el realizador le propuso trabajar con sonidos de la misma película. “Le di todas las cintas que grabamos durante el rodaje, él fue buscando sonidos que registró en su computadora y con eso creó los instrumentos musicales”.

 

Una zaga del mundo prehispánico

En este tipo de cine, comentó Mora Catlett, la creatividad es un recurso fundamental, sobre todo para ahorrarse recursos económicos. Eréndira contó con cerca de ocho millones y medio de presupuesto, además de apoyos en especie que dio un total de 14 millones de pesos. “Esta suma, comparada con las realizaciones del cine estadounidense –de 30 millones de dólares en adelante–, es ridícula”.

 

Sin contar el tiempo que llevó la investigación, Eréndira Ikikunari estuvo totalmente terminada en 1998. Ese año, el realizador recibió dos noticias determinantes en su vida: le vaticinaron poco tiempo de vida y le anunciaron que había ganado la beca de la Fundación Mac Arthur para desarrollar el proyecto. Concluyó el guión en 1999 y esperó la siguiente convocatoria de Foprocine”.

 

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FOTO 1

La película Eréndira Ikikunari, realizada por Juan Mora, profesor de la UNAM y que ya está en los cines comerciales, revela la fuerza de los purépechas como cultura viva que conserva su dignidad como pueblo.

 

FOTO 2

El director Juan Mora Catlett, profesor del CUEC de la UNAM, hizo de Eréndira Ikikunari una película de acción sobre la conquista de México, donde conviven tragedia, lucha fraticida y caos apocalíptico.

 

FOTO 3

La cinta Eréndira Ikikunari, dirigida por el profesor de la UNAM Juan Mora Catlett, es la historia de una joven indígena que robó un caballo a los españoles y lo montó en la guerra, en defensa de su gente.

 

FOTO 4

Juan Mora Catlett, profesor del CUEC de la UNAM, utilizó en su último rodaje múltiples símbolos, como el maquillar a los actores  con colores opuestos y utilizar ruinas arqueológicas, como referente.

 

FOTO 5.

En la cinta Eréndira Ikikunari, del director Juan Mora Catlett, profesor del CUEC de la UNAM, la protagonista es una guerrera que, ante la invasión de su tierra, luchó por alcanzar la dignidad y el respeto.