Boletín
UNAM-DGCS-273
Ciudad Universitaria
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final del boletín
·
Indicó
·
Asegurar el tratamiento efectivo de los enfermos, el acceso a la
atención médica, y fortalecer el sistema de vigilancia, retos de este mal, dijo
·
Subrayó que es de sobra conocido que el riesgo genético es necesario
pero no suficiente para desarrollarla
La piedra angular para el control de la diabetes es el régimen
alimenticio, el cual no se restringe a acciones para la supervivencia biológica
del individuo, sino que es parte indispensable de la vida social, de la
comprensión del mundo y de sus vínculos, afirmó
De ahí, que en el estudio y tratamiento de dicha enfermedad los
principales retos que se enfrentan, desde el punto de vista sociocultural, son
incrementar la rehabilitación para las secuelas, asegurar el tratamiento
efectivo de los enfermos, así como el acceso a la atención médica, y el
fortalecimiento del sistema de vigilancia.
Asimismo,
destacó la especialista en el marco del Seminario de Investigación sobre la
Etología de
Para
ello, es indispensable la promoción para la salud, que no es sólo una actividad
para la transmisión de conocimientos; constituye un campo disciplinario que
conjuga: elementos propiamente médicos, contenidos educativos, aspectos
psicológicos, pedagógicos, antropológicos, sociológicos y de las ciencias de la
comunicación.
También
contempla aspectos relacionados con las características de las personas a
quienes se va a dirigir un mensaje, a fin de que éste verdaderamente logre el
impacto deseado, con programas dirigidos a la búsqueda del equilibrio con
relación a la ingesta de alimentos y la actividad física, y, sobre todo, que se
considere el entorno cultural y social vinculado al tipo de alimentación y
otros hábitos que tienen que ver con la forma de vida de cada individuo.
En el auditorio Fernando Ocaranza de la FM, Mendoza Altamirano explicó
que la diabetes tipo 2 se caracteriza por alteraciones del metabolismo de los
carbohidratos, las grasas y las proteínas que están relacionadas con
deficiencias absolutas o relativas de la acción o secreción de la insulina; y
aunque es una enfermedad endocrina en su origen, sus principales
manifestaciones son las de un mal metabólico. Sus síntomas característicos,
prosiguió, son polidipsia, poliuria, polifagia, prurito y pérdida de peso sin
causa aparente.
La
especialista recalcó además que es un problema de salud pública creciente y la
principal causa de muerte en México desde el año 2002, y una de las principales
de discapacidad. Por ser crónico-degenerativa, indicó, requiere atención
permanente; las complicaciones a corto y largo plazos demandan atención médica
y tratamientos especializados y costosos.
Durante
Mendoza
Altamirano expresó que en el aumento de la diabetes, además del componente
genético, influye el cambio de la forma de vida en países subdesarrollados, en
los que la “occidentalización” de las costumbres ha traído consigo
sobreingestión de alimentos ricos en grasa y azúcares, sedentarismo y obesidad.
La
hipótesis determinista sobre el genotipo como explicación de la epidemia de
diabetes, sostuvo, excluyó durante muchos años los aspectos sociales,
antropológicos y de modos de vida. Pero actualmente es de sobra conocido que el
riesgo genético es necesario pero no suficiente para desarrollarla, pues de los
factores de riesgo 90 por ciento son modificables.
Los
elementos culturales que influyen son los hábitos alimenticios y el
sedentarismo; los biológico-socioculturales, la obesidad; los biológicos, el
envejecimiento, la distribución de grasa corporal y el grupo étnico al que se
pertenece.
Acerca
de las cuestiones sociales, resaltó que la diabetes está estrechamente ligada a
ellos, tales como la pobreza, las
carencias educativas, el carácter comercial y la falta de ética en su difusión.
En
el caso de los países subdesarrollados, precisó que el consumo calórico y graso
exagerado, así como la ingesta deficiente de verduras y frutas es más frecuente
en los sectores urbanos pobres, y cada vez mayor en las comunidades rurales.
Como consecuencia, según
“Se está conformando –recalcó– un nuevo ser humano más redondeado,
metabólicamente menos eficiente e inestable, con grandes tendencias hacia la
inflamación de los endotelios, la enfermedad, la discapacidad y la muerte de
origen vascular”.
Mendoza
Altamirano concluyó que si bien no existen alimentos diabetógenos como tales,
los que presentan una alta densidad energética, ricos en grasas (especialmente
saturadas), azúcares refinadas y simples, y pobres en carbohidratos complejos,
como las fibras, favorecen la enfermedad.
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