Boletín
UNAM-DGCS-264
Ciudad Universitaria
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final del boletín
DISEÑAN EN
·
A cargo de Rosalinda
Guevara Guzmán, coordinadora de Investigación de
·
Se desarrolla a partir del hecho de que
los pacientes presentan pérdida de la
sensibilidad olfatoria cuando manifiestan este mal
·
Hasta hoy no existe, en ninguna parte del
mundo, un fármaco capaz de detener el deterioro mental que supone esta
neuropatía
Rosalinda Guevara Guzmán, coordinadora de Investigación de
El objetivo es que, una vez obtenida, se aplique en cualquier
consultorio geriátrico a personas de uno y otro sexo mayores de 60 años con un
alto riesgo de sufrir dicho trastorno, sin importar su nivel socioeconómico ni
a qué región del país, urbana o rural, pertenecen.
Ello porque hasta hoy no existe, en ninguna parte del mundo, un fármaco
capaz de detener, siquiera un poco, el deterioro mental que lleva a una persona
a adentrarse en ese laberinto sin recuerdos, propio de la neuropatía.
La enfermedad de Alzheimer comienza por
atacar el hipocampo –una sección del hemisferio derecho del cerebro, localizada
debajo de la amígdala, que forma parte del sistema límbico
y desempeña un papel importante en la memoria–, lo
cual explica por qué los olvidos constituyen la primera señal de alarma.
Afecta en mayor medida a las mujeres, porque al llegar a la menopausia
éstas pierden los estrógenos neuroprotectores y
porque viven, en promedio, más que los hombres.
Las cifras revelan que el 10 por ciento de los casos tiene un origen
genético, hereditario; 90 por ciento presenta una etiología desconocida; un uno
por ciento de la población en México la padece (dentro de 20 años, cuando 15
por ciento de aquella rebase los 65 años de edad, dicho porcentaje se podría
incrementar a cinco por ciento), y 40 mil dólares cuesta al año la manutención
y los cuidados de un paciente con esta enfermedad en Estados Unidos.
Aunque la prueba de olores que se diseña en
“En efecto, con la prueba de
La mencionada indagatoria de familiaridad de olores se aplicó a mil 300
personas (hombres y mujeres de distintas edades y diferentes estatus
socioeconómicos), del norte, centro y sur del país.
Los resultados indicaron que los olores más familiares son, entre los
cítricos: naranja, limón y guayaba; de los frutales: manzana y plátano; de los
herbales: cilantro y hierbabuena; de los florales: manzanilla y rosas, y de las
especies: ajo y canela. También se probaron otros como café, cebolla, chile y
chocolate.
Con esa información, Guevara Guzmán y sus colaboradores conformaron una
lista de 20 olores nacionales, de los cuales se seleccionaron 10: naranja,
limón, ajo, canela, cilantro, hierbabuena, manzanilla, rosas, plátano y café.
“El siguiente paso –señaló la investigadora universitaria–
fue determinar a qué concentraciones eran percibidos estos 10 olores por un
grupo de jueces, integrado por jóvenes
de
A continuación, la prueba de los 10 olores se aplicó a personas de
Aún falta establecer a qué concentraciones son percibidos un par de
olores antes de fijar la estandarización de la prueba, que se aplicará en
población abierta.
Si se detecta que alguno de los sujetos de más de 60 años ya no percibe
ni reconoce cierto olor a la concentración estandarizada o que ésta debe
aumentarse para que pueda identificarlo, se le dará seguimiento para ver si en
dos o tres años padece la enfermedad de Alzheimer.
De este modo podremos ver qué tan correlacionado está el catálogo de
olores y sus concentraciones con las personas que tienen dicha enfermedad,
apuntó Guevara Guzmán.
La prueba de olores nacionales, en cuyo diseño participan también
investigadores de
Se sabe que hay una estrecha relación entre cambios cerebrales y
plasmáticos de ciertos neuroesteroides (en tanto
moduladores de la neurotransmisión), así como
alteraciones cognitivas y emocionales propias de los procesos del
envejecimiento normal y patológico.
Además, investigadores estadounidenses han descubierto que algunos
aminoácidos neurotransmisores cambian sus perfiles de liberación en sujetos con
la enfermedad de Alzheimer.
Por eso, Guevara Guzmán y sus colaboradores trabajan con técnicas de
cromatografía para medir en plasma de sangre los niveles de liberación de
dichos aminoácidos y ver si tienen alguna relación con la pérdida de la
percepción de olores en personas de más de 60 años. De tenerla, estarían
contribuyendo con trazadores o marcadores de la enfermedad como otra estrategia
para su diagnóstico temprano.
La prueba de olores nacionales se complementará con un test minimental que se elabora en
“En otros lugares se han hecho estudios sensoriales que indican pérdida
de la sensibilidad olfatoria en los pacientes con la enfermedad de Alzheimer, pero en ningún lado ha habido un tratamiento
multidisciplinario como éste que se da en
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