Boletín
UNAM-DGCS-046
Ciudad
Universitaria
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Cerca de 84 millones de
personas en América Latina están expuestas a concentraciones de material
particulado respirable por encima de los límites permisibles, afirmó en la UNAM
el especialista Héctor García Lozada.
Al dictar la conferencia Proyecto
de Tesis Doctoral: Políticas Energéticas y salud pública en áreas urbanas de
Colombia, en el Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA), el experto señaló que
por un lado se trata de evaluar el impacto del uso de la energía en la salud
pública mediante la matriz energética y, por el otro, se toma en cuenta el
efecto de los contaminantes sobre la población.
Ello da la idea de la visión
fragmentada en las relaciones entre energía y salud. Las tendencias son, por
una parte, que los planificadores determinan patrones en función de costos y
disponibilidad de combustibles; y por otra, quienes trabajan en la salud
pública parten de la presencia de contaminantes en el aire para establecer sus
impactos en el bienestar de la gente, apuntó el académico de la Facultad de
Ingeniería de la Universidad Nacional de Colombia.
No existe una visión integral
del problema y de cómo, desde la formulación de las políticas energéticas, se
podrían tener en cuenta los impactos en la salud. Desde una perspectiva más
global, se podría incorporar la categoría de salud pública, para que desde ahí
se tengan en cuenta los costos y beneficios para la colectividad, advirtió.
Explicó que la energía puede
tener fuentes de tipo convencional o no convencional, y ser renovable o no
renovable; es posible generarla a partir de agua, carbón, gas, petróleo,
reacciones nucleares o viento. En la sociedad actual se ha incrementado el
consumo per cápita en una forma tan dramática que, por ejemplo, en la era
primitiva era de dos mil kilocalorías por persona al día y actualmente es de
230 mil.
Ello “ha propiciado una fuerte
presión sobre la disponibilidad y el tipo de combustibles presentes en el
planeta”, abundó el científico. Tan sólo entre 1970 y 1980 creció alrededor de
ocho por ciento el uso mundial; entre 1990 y 2002, en 18 por ciento, y se
proyecta que cada década pueda crecer al 20.
La mayor proporción se deriva
de los fósiles. Esa es la matriz mundial: carbón, gas natural y petróleo
representan 86 por ciento del total del consumo, y sus proyecciones de
crecimiento son más acentuadas que para los renovables, adelantó.
En la cadena de producción de
los hidrocarburos, desde el yacimiento hasta el usuario final, pasando por la
explotación, extracción, transporte, refinación y almacenamiento, se genera una
gran cantidad de contaminantes, sustancias químicas con diferente grado de
toxicidad, que implican riesgos cuando entran en contacto con las personas o
con los sistemas ecológicos, detalló.
Paralelo a ello se ha dado un
proceso de urbanización. Es decir, la población se concentra en las ciudades
entre 60 y 70 por ciento; y la presencia de polución en las mismas áreas
incrementa el riesgo de afectación. Otro factor son los desplazados, quienes
viven en condiciones marginales en los cinturones de miseria citadinos, y
tienen un mayor riesgo a la exposición por sus características nutricionales,
genéticas y de vivienda, dijo.
Ante ese panorama, los
factores de peligro y la población urbana son motivo de preocupación desde la
perspectiva de la salud pública, añadió Héctor García.
De la gama de contaminantes,
refirió, las llamadas PM10 –partículas que por su tamaño, diez micras, pueden
ingresar al tracto respiratorio humano– destacan por su importancia
epidemiológica y porque se ha demostrado su asociación con tasas de morbilidad
y mortalidad.
Estudios toxicológicos y de investigación
clínica dan cuenta de sus efectos negativos. Al ingresar, las partículas más
pequeñas penetran más profundamente en el organismo y pasan al torrente
sanguíneo y afectan el sistema linfático, el cerebro, sistema vascular y al
corazón mismo, reveló.
De aquí, puede derivarse una
serie de enfermedades o acentuarse otras. “En términos generales se puede
esperar un incremento de uno por ciento en la mortalidad a consecuencia de un
aumento de 10 microgramos por metro cúbico en el material particulado menor a
10 micras”, aseveró.
La Organización Mundial de la
Salud estima que, a escala planetaria, se pueden generar cerca de 800 mil
muertes al año por exposición a partículas menores a 10 micras. Frente a tales
cifras, finalizó, se requiere una planeación energética con una visión integral en todos los países.
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FOTO 1
El experto
colombiano Héctor García Lozada dijo en la UNAM que cerca de 84 millones de
personas en América Latina están expuestas a concentraciones de partículas por
encima de los límites permisibles.
FOTO 2.
El especialista
Héctor García dictó la conferencia Proyecto de Tesis Doctoral: Políticas
Energéticas y salud pública en áreas urbanas de Colombia, en el Centro de
Ciencias de la Atmósfera de la UNAM.