Boletín
UNAM-DGCS-922
Ciudad
Universitaria
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final del boletín
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Explicó Blanca Estela Barcelata Eguiarte,
profesora de la Facultad de Psicología de la UNAM
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La elasticidad o resilencia es la habilidad para sobrellevar
las diversas circunstancias que debe atravesar a lo largo de sus ciclos y
superarlas, dijo
·
Los elementos que la vuelven mucho más resistente
son el sentido de pertenencia, el tener buena comunicación y la percepción de
apoyo social, aseveró
La estructura familiar extensa,
prevaleciente en México, tiene mayor capacidad para enfrentar eventos altamente
estresantes o impactantes, adaptarse a circunstancias adversas y aprender de
ellas para salir fortalecida, aseveró Blanca Estela Barcelata Eguiarte,
profesora de la Facultad de Psicología de la UNAM.
Esta característica, también llamada
elasticidad o resilencia –vocablo que la psicología toma prestado de la física
y lo reconceptualiza–, es la habilidad para que este sistema doméstico
sobrelleve las diversas circunstancias por las que atraviesa a lo largo de sus
ciclos y superarlas, aunque algunas de ellas estén fuera de lo habitual,
explicó.
La especialista señaló que a los
acontecimientos normalmente esperados se les llama normativos, y a los inesperados,
no normativos. Los primeros, por su predicción, son mucho más controlables y
suelen tener menor impacto. Los segundos frecuentemente son causa de
emergencia, de grandes cantidades de estrés.
Con estos últimos la cohesión familiar se
pone a prueba, quien “tendrá que dar cuenta de todos los recursos que ha
recopilado, los cuales serán la base para tener una buena capacidad de
adaptación a esas nuevas circunstancias”, resaltó.
La también tutora del Programa de
Posgrado en Psicología de la UNAM –en dos programas de maestría: la residencia
de Terapia Familiar y Psicoterapia de Adolescentes– hizo una analogía: “es como
si se metieran a todos sus miembros en una liga. La clave de la elasticidad
radica en lo amplia y fuerte que sea para contener y sostener las demandas al
interior de la misma”. Cuando se rompe ya no la hubo para ese núcleo.
Los elementos que la vuelven mucho más
resistente –dándole posibilidades de poder adaptarse a las circunstancias, pero
que logre regresar a su estado original y retomar su vida–, son “el sentido de
pertenencia, el tener buena comunicación y la percepción de apoyo social”,
recalcó.
Otro criterio es su capacidad o estilo de
“afrontamiento”. Hay unas mucho más activas y otras pasivas. Por lo regular,
las primeras permiten su acomodo. Dos variables más son generar redes de apoyo
y flexibilizarse: las familias cuya estructura es rígida y no buscan
alternativas –las más “acartonadas”– no colaboran en dicho proceso, detalló.
Asimismo, está la cohesión. Las más
unidas son más hábiles para salir adelante. Pero las que lo son demasiado y no
permiten que cada una de las individualidades se exprese, tampoco son
elásticas, porque sus límites son tan rígidos hacia el exterior que no hacen
redes sociales adecuadas y, cuando llegan a tener algún conflicto, la solución
la quieren encontrar sólo en ese núcleo, añadió.
Pero la base de todos los criterios
anteriores es la autoestima familiar y su sistema de creencias. De hecho, se ha
observado que la espiritualidad tiene un papel importante para salir adelante
y, al contrario, “si no es capaz de escuchar otras posibilidades, de recurrir
incluso a otro tipo de creencias religiosas, por ejemplo, se hace más difícil”,
aseveró.
Un punto importante, dijo, es que las
familias resilientes han desarrollado múltiples habilidades para enfrentar la
vida, y ello depende de los líderes naturales, de los padres, porque son ellos
quienes generan los patrones de adaptación con su ejemplo, y de manera
explícita o implícita modulan la expresión de afectos o enojo.
Lo anterior es
importante, porque ante una situación de pérdida habrá una mezcla de
sentimientos, donde puede haber desde odio, coraje, depresión, tristeza, las
cuales se acompañan de expresiones corporales, llanto, golpes, gritos, y hay familias
que no lo permiten, y provocan una gran represión.
Las habilidades psicosociales dependen de
la comunicación afectiva, es decir, de expresar los sentimientos ante las
circunstancias con la intensidad que amerite, con respeto siempre hacia la tercera
persona; otro subingrediente es la comunicación asertiva.
También es necesaria la capacidad para
tomar decisiones, la cual se desarrolla a través de la diversidad y la
discrepancia que, a su vez, lleva a otra subcapacidad: la de escucha reflexiva,
es decir, de aprender a oír lo que se dice y lo que no, lo verbal y no verbal.
Concluyó al decir que se debe tomar en
cuenta, cuando se habla de resiliencia familiar, de la etapa en que se
encuentra cada núcleo y los subsistemas que lo conforman: fraterno, parental y
conyugal, siendo todos importantes. “Dependiendo del ciclo vital por el que
atraviese cada uno tendrá mayor importancia”.
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FOTO 1
Las estructura familiar extensa,
prevaleciente en México, representa una gran ventaja en términos de resiliencia,
indicó Blanca Estela Barcelata Eguiarte, de la FP de la UNAM.
FOTO 2.
La profesora de la UNAM Blanca Estela Barcelata destacó que la resiliencia es la capacidad de la familia para hacer frente a las diferentes circunstancias que atraviesa.