Boletín
UNAM-DGCS-549
Ciudad Universitaria
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Pie de fotos al
final del boletín
·
Indicó Jesús Alberro Aramburu, investigador
del Instituto de Ingeniería de la UNAM
·
Ayudaría a la prevención de accidentes y a
obtener mejores acciones de protección civil, resaltó
·
Hay cerca de cuatro mil en el país, de las
cuales sólo 400 están vigiladas
México carece de expertos en el monitoreo de presas, lo
que no ayuda a la prevención de accidentes ni a obtener mejores acciones de
protección civil, aseguró Jesús Alberro Aramburu, investigador del Instituto de
Ingeniería de la UNAM.
Salvo tres o cuatro, estas
estructuras son esencialmente de tierra y enrocamiento y forman una barrera
contra el agua, la cual se almacena formando un embalse. Sus funciones pueden
ser diversas. Las hay hidroeléctricas cuyo objetivo es generar energía
eléctrica; para almacenar el vital líquido y surtirlo a poblaciones o ciudades;
las derivadoras, que tratan de cambiar el curso de un río, o con las que se
pretenden monitorearlo, de tal suerte que se puedan evitar inundaciones.
Nuestro país, informó, cuenta
con alrededor de cuatro mil presas, que incluye desde las más grandes, entre
los 250 y 270 metros de altura, como la Presa Manuel Moreno Torres Chicoasén,
hasta bordos, presas chicas, que no sobrepasan los cinco metros. Hay una
población heterogénea en cuanto a altura.
De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (CNA), las
llamadas presas grandes son las que tienen más de 15 metros de altura; de ellas
hay en el país cerca de 400, y el resto son bordos. Se encuentran distribuidas
en prácticamente todo el territorio, pero los grandes sistemas, que son los más
modernos, se localizan en Chiapas y Tabasco. Si bien hasta la década de los 50
se trabajó en las de Sinaloa, Sonora y Nuevo León, actualmente, se pretende
construirlas hacia el norte, por ejemplo.
La cuestión, recalcó, es que las grandes son vigiladas:
hay toda una serie de instrumentos y de grupos de ingenieros que se encargan de
monitorearlas y ver cómo se comportan. Pero son las menos. Los bordos presentan
problemas en este sentido. Hace como medio siglo, recordó, había una figura
importante, el llamado presero, la persona que todos los días la observaba y
reportaba a las autoridades. Pero cada vez los hay menos.
Así, consideró, “hoy en día hay un gran hueco en el
monitoreo de las obras chicas, que son la mayoría”; y con el desarrollo
poblacional “pueden tener poca altura pero ser riesgosas, en cuanto al peligro
en que podrían poner vidas humanas e infraestructura”.
Otra cuestión importante, la cual se presenta a nivel
mundial, se relaciona con la ingeniería ambiental. Las presas, explicó,
modifican el entorno, por lo que se debe ser cuidadoso en no dañarlo o, en su
caso, restituir al máximo los perjuicios que generan. Esto no se toma en cuenta
tanto como debiera.
“Sigue habiendo muchos problemas, en particular con las
de residuos mineros, pues contienen productos químicos que en casos notorios se
filtran hacia el suelo y crean contaminación de arsénico, por ejemplo”,
consideró el investigador universitario.
Otro es precisamente que las
poblaciones que viven en los embalses y se deben desplazar, a la hora de hacer
una obra de esa magnitud son reacias al cambio y se oponen. Cada vez hay más
resistencia social en el ámbito internacional relacionada con ese tipo de
estructuras, porque la gente no está dispuesta a cambiar su forma de vida.
No obstante, reconoció que si bien en México la
reubicación se había tratado en forma poco satisfactoria, actualmente “tratan
de encontrar compromisos con las poblaciones afectadas, en cuanto al pago de
las tierras o la reconstrucción de los
nuevos pueblos”.
El investigador agregó que hoy en día son suficientes las
presas que hay en México, aunque todavía hay potencial. “A corto y largo
plazos deberá impulsarse su
construcción, aunque nada más sea para proporcionar agua” a comunidades. De
éstas son pocas en el país, mientras en el caso de la energía, 20 por ciento de
ella es generada por hidroelectricidad.
Por último, Alberro Aramburu destacó que el futuro de las
presas en el territorio dependerá de la situación económica: si hay energía más
barata obtenida por otras fuentes, entonces probablemente se construirán pocas
con este fin, pero seguirá habiendo cada vez más para dotar de líquido, porque
es la única forma de almacenarla, concluyó.
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PIES DE FOTO
FOTO 01
No existen en México expertos en
monitoreo de presas, reveló Jesús Alberro Aramburu, investigador del Instituto
de Ingeniería de la UNAM.
FOTO 02.
El investigador de la UNAM Jesús Alberro Aramburu afirmó que un problema importante de las presas mexicanas es que modifican el entorno para su construcción.