Boletín
UNAM-DGCS-532
Ciudad Universitaria
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final del boletín
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Aseguró
Feggy Ostrosky, de la Facultad de Psicología de la UNAM
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Ellos son personalidad hostil, antecedentes
de haber tenido alguna alteración en el cerebro e historias de abuso físico en
la infancia
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Se han evaluado a alrededor de 40
criminales, hombres y mujeres, multihomicidas confesos, entre ellos a La
Mataviejitas
La personalidad hostil, antecedentes de haber tenido
alguna alteración en el cerebro e historias de abuso físico en la infancia son
tres factores que están presentes en las personas violentas, aseguró Feggy
Ostrosky, directora del Laboratorio de Neuropsicología y Psicofisiología de la
Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
Lo anterior se desprende del trabajo que realiza con un
grupo de colaboradores, a fin de estudiar qué distingue biológicamente a ese
tipo de gente. Su muestra es de alrededor de 40 personas de alta peligrosidad.
Han caracterizado a individuos que se encuentran en
cárceles de alta seguridad, para saber si existe un perfil neuropsicológico,
electrofisiológico y de personalidad diferente. “Hemos evaluado criminales,
hombres y mujeres violentos, multihomicidas confesos, entre ellos, a Juana
Barraza Samperio, La Mataviejitas”, detalló.
Al abundar sobre los factores que los hacen violentos,
resaltó que todos los entrevistados tienen una personalidad hostil con rasgos
paranoides, es decir, continuamente sospechan que hay una intención maligna en
contra de ellos; pero aclaró que no todos los que presentan esta característica
son asesinos.
Todos tienen antecedentes de haber tenido alguna
alteración en el cerebro, ya sea porque son hijos de madres alcohólicas o gente
que se golpeó la cabeza, por ejemplo. Otro más, dijo, son las historias de
abuso físico-sexual en la infancia, generalmente por parte de los cuidadores.
Si están presentes los tres elementos, indicó, la
posibilidad de que se gesten individuos con personalidad violenta es alta, de
alrededor del 80 por ciento. Pero con uno o dos no basta, deben estar presentes
todos. Saber lo anterior es importante, porque si como sociedad se puede
influir en uno de esos factores se puede limitar que no se produzcan éstos.
El problema, explicó, es que en esas personas “las zonas
del cerebro donde uno inhibe sus impulsos básicos –las frontales– no están
bien, se encuentran alteradas”. Parte de madurar implica aprender a controlar
las emociones, pero estos individuos no pueden, biológicamente están
imposibilitados para hacerlo.
La investigación aún sigue en proceso, todavía falta
hacer más análisis a los sujetos. No obstante, destacó, han observado que
muchos de ellos también son hiperquinéticos, esto es, poseen un elevado nivel
de actividad, energía y dinamismo, por lo que en su infancia los corrieron del
salón y todo el tiempo los regañaban. Otro aspecto frecuente, y que se
manifiesta desde pequeños, es crueldad hacia los animales.
El enfoque biológico por sí mismo no es suficiente para
entender el fenómeno de la violencia, añadió la experta, pues tiene también
componentes sociales y psicológicos. Pero si estos multihomicidas hubieran sido
detectados a tiempo, como ahora se hace en la FP, y como sociedad se les
hubiera dado atención, a lo mejor no habrían llegado a donde están.
Feggy Ostrosky se ha centrado fundamentalmente en
entender cuáles son las causas primarias y secundarias que provocan la
violencia. Estas últimas, comentó, son producto de cuestiones como la
depresión. Las personas quienes padecen esta enfermedad, en general, son
irritables: 60 por ciento reportan atacar a otros física o verbalmente y 30 por
ciento, destruir o aventar objetos; se ha encontrado que tienen alterados
ciertos neurotransmisores, particularmente el procesamiento de la serotonina.
Otra causa secundaria es el abuso de sustancias tóxicas,
como la cocaína. Una más, haber sufrido traumatismos craneoencefálicos,
fundamentalmente en las zonas frontales del cerebro. Ambas situaciones provocan
secuelas, informó.
La violencia primaria se da en aquellas personas para
quienes no existe ninguna de las causas mencionadas y aún así son agresivas en
extremo. Dentro de ellas, de acuerdo con los psiquiatras, estarían quienes
padecen trastorno antisocial de la personalidad, apuntó.
En general, expuso Feggy Ostrosky, presentan esa conducta
desde antes de los 15 años, que se caracteriza por un patrón general de
desprecio y violación de los derechos de los demás, incapacidad para planear el
futuro, falta de remordimiento, deshonestidad crónica y repetida, así como
impulsividad; fracasan para adaptarse a las normas sociales, utilizan alias y
estafan a otros.
Existe otra clasificación de estos individuos, dada por
biólogos y neurocientíficos, que habla de psicopatía, la cual incluye lo mismo
que el antisocial, pero, además, tiene componentes interpersonales: presenta un
deterioro de la afectividad y las relaciones interpersonales, al mismo tiempo
que es impulsiva, antisocial e inestable, abundó.
Es gente que miente frecuentemente, tiene afectos superficiales
y poco profundos, falta de remordimiento y culpa, tendencia patológica a mentir
y manipula a los demás para que cumpla sus objetivos, precisó.
La psicopatía, subrayó, es frecuente en México: se
presenta en hasta tres por ciento de la población general; en la que se
encuentra en las cárceles, esa cifra llega a 25 por ciento.
Acerca de los perfiles neuropsicológico,
electrofisiológico y de personalidad que realizan, argumentó que el primer
campo aborda la relación entre el cerebro y la conducta. A través de una serie
de pruebas comportamentales se obtiene cómo es su atención, memoria y lenguaje,
cómo funciona su capacidad para planear, secuenciar y organizar información.
El segundo perfil, prosiguió, se obtiene a través de
colocar electrodos en el cuero cabelludo y registrar las respuestas biológicas
asociadas con estímulos específicos. En este caso utilizan agradables (bebés,
el mar), desagradables (tumores, cuerpos mutilados), neutros (como sillas) y
emociones morales (niños abandonados en la calle). La idea, recalcó, es ver
cómo las procesa el cerebro. “Es una especie de detector de mentiras, no puede
una fingir las reacciones”.
Mediante el de personalidad, resaltó la investigadora, se
estudian características como si son gente impulsiva, premeditada u hostil, por
ejemplo.
El asunto es que la agresión extrema es un problema
importante para la sociedad, porque determina, por ejemplo, cómo nos vestimos;
dónde, a qué hora y en qué trabajamos. Por eso, advirtió, debemos tratar de
entenderla.
En nuestro caso, concluyó, en la medida que podamos
aportar elementos que comprueben si existen componentes biológicos en los que
podamos interferir, se podrá evitar mucho sufrimiento.
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PIES DE FOTO
FOTO 01.
Feggy Ostrosky, de la FP de la UNAM,
señaló que la personalidad hostil, antecedentes de alguna alteración en el
cerebro e historias de abuso físico en la infancia, son factores que generan
violencia.
FOTO 02
Feggy Ostrosky,
de la Facultad de Psicología de la UNAM, ha evaluado alrededor de 40 personas
de alta peligrosidad, multihomicidas confesos.