Boletín
UNAM-DGCS-528
Ciudad Universitaria
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final del boletín
NO ESTÁ PREPARADA PARA LA MUERTE LA POBLACIÓN MEXICANA
·
Afirmó Graciela Casas Torres, profesora de la Escuela Nacional de
Trabajo Social de la UNAM
·
Si bien los abuelos esperan apoyo por parte de sus parientes ante ese
suceso, aún no es común sentarse a discutir qué clase de ayuda desean recibir o
se les precisa dar, indicó
·
Se refirió a las conclusiones del estudio Expectativas de los adultos
mayores ante la muerte, realizado en esta entidad
Aunque en el país “la
festividad del Día de Muertos se asume con cierto folklore y aceptación”, la
población mexicana no está preparada para este último trance, afirmó Graciela
Casas Torres, profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la
UNAM.
Dicha celebración se hace en
recuerdo de quienes ya se fueron, pero nunca para ponerse en su lugar o
preguntarse cuándo tocará el turno, aún cuando se sepa que este hecho es
inevitable y universal, y por lo tanto algún día acaecerá, subrayó.
Al explicar las conclusiones
del estudio Expectativas de los adultos mayores ante la muerte, realizado en
esta entidad, la especialista en Gerontología aseveró que si bien los abuelos
esperan apoyo por parte de sus parientes ante ese suceso, aún no es común
sentarse a discutir qué clase de ayuda desean recibir o se les precisa
dar.
Explicó
que en esta investigación se empleó la metodología de grupos focales. “Se
trabajó en dinámicas con los ancianos, todos ellos sanos, pero unos vivían en
asilos y otros con algunos miembros de su familia”.
Se partió del hecho contundente de saber que todos
morirán algún día y a pesar de ser un evento cotidiano y universal, poco se
habla de ello. Además, la forma de perecer ha cambiado en México, sobre todo en
la población desprotegida que agoniza en hospitales y esto implica para los
servicios de salud una demanda importante de atención, acotó.
En los nosocomios, abundó, en
las áreas donde hay adultos mayores las camas son ocupadas por personas en fase
terminal, lo cual requiere gasto y atención. Asimismo, este trance implica
erogaciones que muchas veces la familia no sabe hasta dónde es necesario hacer,
además de representar un fuerte desgaste emocional.
Bajo este contexto, indicó, se
debe preguntar qué quieren los involucrados que se haga cuando ya se avecina la
muerte, sobre todo en cuatro esferas: en servicios de salud, instituciones
religiosas, cuestiones jurídicas y entorno familiar.
Así se percataron de que la
mayoría admite este paso como algo natural, pero siempre vinculada a creencias,
particularmente cuando se habla de conformidad con este suceso. Estos ancianos,
destacó, sin estar en fase terminal, desean que no se les prolongue la agonía y
sufrimiento con avances tecnológicos; en ese sentido, prefieren pasar en casa
sus últimos días.
Asimismo, dijo, en ocasiones
se mencionó a la eutanasia, la cual si bien no formó parte central de la
discusión, es asumida como una posibilidad, es decir, no les causa horror ni
rechazo; aunque ciertamente las opiniones fueron variadas debido a la cercanía
que tenía cada uno de ellos con su fe.
En cuanto a cuestiones legales
algunos expresaron que era importante dejar las cosas en orden y sin problemas
para los hijos; en cambio, otros hablaron con desconfianza del tema porque lo
ven como una acción premonitoria, pues suponen que hablar de testamento es como
si algo les fuera a pasar, refirió la maestra en Salud Pública.
Las diferencias más
importantes entre hombres y mujeres respecto a la muerte, es que mientras ellas
tienen mayor apego a la religión, a los varones les preocupa la respuesta de la
familia, pues no están seguros de que en esa etapa los apoyen, agregó.
El ámbito clásico donde se
atiende esta problemática es en los servicios de salud, ahí es donde las
personas se enfrentan a situaciones de crisis para decidir cómo ayudan al
pariente, qué hacer y valorar si se le va a prolongar la vida o se va a dejar
que los sucesos ocurran de manera natural, recordó.
Por ello, subrayó, en esa
parte es importante el papel del trabajador social, pues generalmente les toca la tarea más difícil: dar palabras de
aliento tanto al paciente como a su familia.
En esas circunstancias,
consideró, se debería aconsejar, asesorar sobre lo que pasa y las opciones que
hay; darle a las personas, según sea el caso, la oportunidad de despedirse de
la vida o de elaborar duelos. Aunque lo ideal sería tratar esta situación antes
de que sobreviniese el deceso, porque cuando éste llega las decisiones se
vuelven más difíciles.
Al final, este hecho siempre tomará por sorpresa, pero es
mejor tener elementos que permitan planear y, así, no perjudicar social,
económica y emotivamente a la población, concluyó.
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PIES DE FOTO
FOTO 01.
La población
mexicana no está preparada para la muerte, afirmó Graciela Casas Torres,
profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM.
FOTO 02
La mayoría de los
adultos mayores aceptan la muerte como algo natural, pero siempre vinculada a
sus creencias, indicó la docente de la ENTS de la UNAM, Graciela Casas Torres.