Boletín
UNAM-DGCS-525
Ciudad Universitaria
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final del boletín
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Afirmó Rodolfo Silva Casarín, investigador del Instituto de Ingeniería
de la UNAM
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Por tanto, dijo, las estructuras respectivas tienen un alto grado de
incertidumbre en cuanto a su diseño y construcción
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Edgar Mendoza Baldwin, técnico académico del mismo Instituto, señaló que analizan la evolución y la
transformación del oleaje
México no tiene una cultura
para conocer los agentes asociados a las obras marítimas, como el oleaje, marea
y vientos, afirmó Rodolfo Silva Casarín, investigador del Instituto de
Ingeniería (II) de la UNAM.
Por tanto, agregó, “si la
información base con la que se debe diseñar posee incertidumbre, las estructuras
también la tendrán en su construcción”; de hecho, señaló, las que hay se han
proyectado con criterios obsoletos, “los cuales, aunque se supieran las
condiciones ambientales, no se sabe cuál es su límite de fallo”, indicó.
Por tanto, consideró, debe trabajarse
en dos niveles: comprender mejor el medio físico, y mejorar los criterios con
los cuales se diseñan las estructuras. En el caso del tema de protección de
playas, una de las defensas más socorridas en el mundo son las hechas de
enrocamiento y sumergidas, ya que no tienen impacto visual y presentan diversos
beneficios ecológicos.
Otro tema es el de los
rompeolas, los cuales hay que diseñarlos en condiciones estables. En el ámbito
de aguas más profundas, están claramente los retos más importantes, que son las
estructuras de explotación de hidrocarburos, a mil o dos mil metros de
profundidad, en las que México no tiene ni una sola experiencia al respecto,
advirtió.
Desafortunadamente, señaló, no
se tiene todavía la capacidad suficiente para desarrollar ese trabajo, por la
poca gente formada en ese campo. Hay menos de cinco doctores en Ingeniería de
Costas y Puertos; muchos de quienes han hecho acciones en ese sentido están
formados en Oceanografía Física o Ingeniería Hidráulica, por ejemplo.
La variedad de obras marítimas
es grande, destacó el investigador. Las hay cuyo uso es para la protección de
infraestructura, como los rompeolas; para disminuir o canalizar la energía del
mar, a fin de proteger parte de la zona litoral; también las que sirven para la
explotación, como las plataformas marinas o ductos. Otras se utilizan como
complemento para mejorar la calidad ambiental de alguna zona.
Acerca del número de puertos, dijo que México está en una
situación razonable, están medianamente bien distribuidos a lo largo de todo el
país. Pero existen desequilibrios en la infraestructura que se ha desarrollado;
en algunos casos es obsoleta. Sólo son cuatro o cinco los que manejan casi todo
el tránsito de mercancías.
Los puertos que operan a nivel
competitivo del lado del Golfo de México son Veracruz y Altamira, Tampico; del
Océano Pacífico, Lázaro Cárdenas, Michoacán, y Manzanillo, Colima. Entre los
medianos están los de Mazatlán, Ensenada y Coatzacoalcos; de los más pequeños
resalta el de Tuxpan, y finalmente, hay algunos cuyas capacidades son menores,
como Puerto Ángel, aseveró.
El también jefe de la Unidad
de Formación de Recursos Humanos y Docencia del II, hizo mención del futuro de
las obras marítimas en México. La primera, tiene que ver con los suministros a
poblaciones costeras, donde una alternativa viable es la desalinización de las
aguas.
La segunda, con la disposición
de aguas residuales que, si no llevan sustancias tóxicas y se hace un
tratamiento primario, se puede realizar a través de unos ductos conocidos como
emisarios submarinos.
En tercer lugar, una de las
áreas más trascendentes para la economía mexicana, se relaciona con el
crecimiento de la industria turística, sobre todo la enfocada a zonas costeras.
Aquí, subrayó, hay dos desafíos importantes: un rezago en los criterios de cómo
se diseña la infraestructura y los aspectos climáticos, que no se conocen bien.
El también responsable del
Grupo de Ingeniería de Costas y Puertos, insistió que si México sigue con el
mismo modelo económico necesitará modernizar los puertos que no son
competitivos o tienen poca importancia, para ligarlos al sistema productivo
nacional.
Silva Casarín apuntó que los
próximos 20 ó 30 años también es relevante trabajar el aspecto que tiene que
ver con los energéticos fósiles. Los grandes yacimientos están en aguas
profundas. A la par de su explotación, aseguró, hay que abrir la utilización de
energías renovables, y una de ellas son las corrientes marinas.
Para ello, comentó, se deben
hacer crecer equilibradamente los grupos de investigación a nivel nacional;
empezar a monitorear y la información que se obtenga hacerla universal, y
desarrollar o adaptar tecnología para zonas tropicales. Afortunadamente,
sostuvo, casi todas las áreas relacionadas con zonas costeras son rentables.
Del trabajo que desarrolla en
el II, Silva Casarín indicó que monitorean utilizando equipos que miden oleaje
y corrientes, así como para ver cambios morfológicos en la costa. Además,
realizan modelado numérico para estudiar hidrodinámica, estabilidad y
afectación de estructuras; así como experimental, con la idea de mejorar las
herramientas para el diseño.
Al detallar más el trabajo,
Edgar Mendoza Baldwin, técnico académico del mismo Instituto, recalcó que en cuanto a sus estudios aplicados,
parte de la idea de este grupo es encontrar métodos de diseño nuevos de
rompeolas, que generen estructuras estables y además, se pueda reducir el costo
de construcción y reconstrucción después de una tormenta.
Respecto a sus trabajos de
investigación básica, concluyó que analizan la evolución y la transformación
del oleaje, “el cual sufre con una estructura de ese tipo dos procesos básicos:
reflexión (cuando las olas rebotan y se regresan hacia el mar) y transmisión
(parte del oleaje que alcanza a pasar a través de la estructura)”.
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PIES DE FOTO
FOTO 01
En México no se
tiene la cultura por tratar de conocer las obras marítimas, indicó Rodolfo
Silva Casarín, investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM.
FOTO 02.
Rodolfo Silva
Casarín, investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM, experimenta con
rompeolas en el laboratorio del Grupo de Ingeniería de Costas y Puertos.