Boletín
UNAM-DGCS-524
Ciudad Universitaria
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final del boletín
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Informó Roberto Johansen Naime, del Instituto de
Biología de la UNAM
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El aguacate, mango,
melón, sandía, plátano, ajo, cebolla, brócoli, chile, uva, maíz y nopal, entre los dañados
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En México se tienen
registradas alrededor de 700 especies, aunque ese número, junto con el de
géneros, sigue en aumento, añadió el pionero de la tisanopterología en nuestro
país
En México los insectos microscópicos conocidos como tisanópteros
afectan, en diversos grados, a diferentes cultivos como el aguacate, mango,
melón, sandía, plátano, ajo, cebolla, brócoli, chile, uva, maíz y nopal,
explicó Roberto Johansen Naime, encargado del Laboratorio de Tisanopterología
del Instituto de Biología de la UNAM.
El científico expuso que existen varios de los también
llamados “trips” de interés agrícola por ser vectores de enfermedades virales
en las plantas.
Además, el daño mecánico que
producen al alimentarse del follaje, flores o frutos, puede ir desde la
disminución de la capacidad de fotosíntesis en las hojas dañadas, hasta la
muerte de la planta. Así ocurre, desde hace dos años, en ataques severos al
melón y sandía en Campeche y Yucatán, añadió.
Ello, debido a una especie de
trips de origen indonesio (Thrips palmi Karny) que fue introducida a México por
un huracán procedente de las Antillas mayores y menores. Por fortuna, aclaró el
investigador universitario, cultivos de origen nacional como el chayote,
chilacayote y tomate, no se han visto afectados.
Tan sólo en aguacate existen 85 especies diferentes de
trips; en el mango, cultivo exótico establecido en el trópico y subtrópico
mexicanos, hay alrededor de 32 variedades.
Uno de los cultivos más dañados es el chile pimiento del
cultivar Bell, de colores verde o rojo, de venta en tiendas de autoservicio y
que se utiliza mucho en ensaladas; asimismo, en el noroeste de México hay daños
en la vid, indicó.
En el nopal, dijo, esos insectos causan afectación en las
pencas o los renuevos de la planta. Aunque en este último caso no se trata de
una plaga grave.
Johansen Naime abundó que los tisanópteros son insectos
del microcosmos. O sea, para poder verlos y estudiarlos a detalle se necesita
de la ayuda de instrumentos ópticos, es decir, de la microscopía. Pueden medir
entre 0.400 a 13.5 milímetros.
Su ciclo de vida es de 28 días en promedio, durante los
cuales pasan de huevo a larva, pupa y adulto. En ese proceso, añadió, se
registran muchos cambios orgánicos, ya que se destruyen tejidos y órganos, pero
se forman nuevos, informó.
El número de especies conocido a escala mundial crece
rápidamente; en el siglo pasado se descubrieron infinidad de géneros y especies
e, incluso, familias. En la actualidad se estima que el número es de cinco mil
500 o seis mil, aclaró.
Estos pequeños organismos, de los cuales se conservan
fósiles, sobre todo en ámbar del Mar Báltico, de Chiapas y de República
Dominicana (Mioceno-Plioceno) –con una antigüedad de alrededor de 25 millones
de años– viven en substratos como líquenes y musgos que crecen sobre cortezas
de árboles, en las hojarascas y otros ambientes húmedos, sobre todo, expresó.
Puntualizó que no todos los trips son dañinos. Algunos
comen hongos o productos del metabolismo de hongos en la hojarasca del suelo.
Con otros organismos se encargan de la descomposición del material vegetal para
integrarlo a la tierra, haciéndola fértil.
Otros son fitófagos especializados; al alimentarse de
hojas y flores se les pegan granos de polen y contribuyen así a la fertilización
de las plantas. En México se tienen registradas alrededor de 700 especies,
aunque ese número, junto con el de géneros, sigue en aumento, aseveró el
científico universitario, pionero de la
tisanopterología en nuestro país.
Además del control biológico,
hay de tipo químico, desde el aceite parafínico (que se usa en el follaje de
los árboles de aguacate en Michoacán) hasta el sulfato de cobre, refirió.
Se usan agroquímicos desde los clásicos, agresivos, hasta
los más modernos, que son insecticidas “inteligentes”, los cuales acaban con
los trips sin afectar a la fauna benéfica, como abejas y aves, y que para el
ser humano tienen una toxicidad casi nula, subrayó.
Ante la importancia de los tisanópteros, en el
laboratorio de la especialidad en el IB se desarrollan diferentes líneas de
investigación. Se han estudiado y registrado como parte de los ecosistemas
naturales de la Sierra Madre Oriental, el Eje Volcánico Transversal –desde el
Cofre de Perote hasta los volcanes de Colima– y la Sierra Madre del Sur.
De forma adicional, se tiene una colección de esos
organismos. Hasta ahora se cuenta con 35 mil preparaciones permanentes
(insectos montados entre porta y cubreobjetos), provenientes no sólo del
territorio nacional, sino del extranjero.
El doctor Johansen Naime destacó el acercamiento de su
laboratorio con los productores de diversas regiones del país, quienes
enfrentan problemas en sus diferentes cultivos.
Gracias a la participación de los expertos (grupos de
investigadores interdisciplinarios e interinstitucionales) se ha podido
determinar si la afectación de la producción se debe a problemas de trips, o
bien, a una enfermedad por virus, a defectos de nutrición en el suelo, la
química del agua, a una poda inadecuada o a la necesidad de cambiar de variedad
de planta de acuerdo con el clima, por ejemplo.
“Participamos con los
productores porque creemos que de las soluciones que se generen ellos serán los
beneficiarios. Es una responsabilidad social; tenemos una obligación
profesional y ética de involucrarnos en la resolución de sus problemas”,
concluyó.
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PIES DE FOTO
FOTO 01
Los tisanópteros afectan a
diferentes cultivos como el aguacate, mango, melón, sandía, plátano, ajo,
chile, uva, maíz y nopal, explicó Roberto Johansen, del Instituto de Biología
de la UNAM.
FOTO 02.
Roberto Johansen Naime, del
Instituto de Biología de la UNAM, aseguró que en el laboratorio de la
especialidad se desarrollan diferentes líneas de investigación sobre insectos.