Boletín
UNAM-DGCS-514
Ciudad
Universitaria
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EXCLUIDOS LOS
INDÍGENAS, DEL PROYECTO DE CONSTRUCCIÓN CULTURAL DE MÉXICO
Tanto en México como en Canadá
los pueblos indígenas han sido excluidos del proyecto de construcción cultural
de la nación; sin embargo, en los últimos diez años se han registrado avances
importantes, afirmó Cristina Oehmichen Bazán, del Instituto de Investigaciones
Antropológicas (IIA) de la UNAM.
Subrayó que los grupos étnicos
eran invisibles, pues siempre se vivía en un Estado imaginario, en donde se
pensaba en una sociedad de elites y clases medias, y se daba la espalda a los
excluidos, a por lo menos diez millones de personas de esas comunidades que en
su mayoría viven en pobreza extrema.
Recordó que en 1992 se
reconoció por primera vez, y de manera declarativa, la existencia de esos
grupos en nuestro país. Así, con la reforma al artículo cuarto constitucional,
por primera vez en la historia independiente se aceptó el concepto
pluricultural.
La antropóloga universitaria,
quien trabaja en el proyecto Relaciones interétnicas y derechos de las minorías
en México y Canadá: un estudio comparativo, destacó que en 2001 se modificó la
Constitución a partir de las demandas generadas por el movimiento autóctono.
Sin embargo, esas adecuaciones aún resultan insuficientes.
La Ciudad de México,
argumentó, al igual que muchas otras urbes del mundo, siempre ha sido crisol de
culturas. Amplios sectores poblacionales procedentes de diferentes regiones del
país se incorporan a ella, lo cual no es un fenómeno único de esta metrópoli,
pues a lo largo del tiempo ha sido centro de convergencia de la pluralidad.
No obstante, añadió, estos
procesos se han intensificado debido a las constantes migraciones registradas
en el último medio siglo. Por ejemplo, en la capital cohabitan alrededor de 46
lenguas originarias diferentes, a lo que se deben agregar las comunidades de
chinos, alemanes y de otras nacionalidades.
Oehmichen Bazán aseguró que
esta presencia las enriquece, y ello impide pensar de forma unívoca, al creer
que se tiene la verdad absoluta en todo, y obliga a vivir con personas que
tienen otras creencias, tradiciones y una visión del mundo distinta. Aunado a
ello, se debe desarrollar el sentido del respeto a los otros; “es una lucha que
se da día con día en las grandes ciudades”.
Refirió que en algunas
naciones se ha registrado un gran movimiento que defiende los valores
fundamentales del hombre y la mujer, uno de los cuales es el derecho a su
cultura, identidad, y dignidad.
En México sucede lo mismo con
las organizaciones indígenas, pero a veces los diferentes sectores de la
sociedad no lo perciben porque son invisibilizadas, no tienen voz y no llegan a
los medios de comunicación para dialogar, porque no son “importantes” para
ellos, pero están ahí y demandan garantías, aseveró.
Por ejemplo, dijo, piden que
ya no sigan siendo objeto de racismo; no sólo defienden la preservación de su
cultura sino también de su territorio y en los próximos años esa lucha será más
intensa.
Por ello, apuntó Cristina
Oehmichen, el trabajo que se ha gestado en los últimos diez años “nos ha vuelto
conscientes de que México es una nación plural, que no somos un país imaginario,
sino uno profundo que desde hace años se ha manifestado”.
En el país persiste el
racismo, y el hecho de que haya un movimiento reivindicativo es fundamental
para contrarrestar dicho problema,
advirtió.
También ha mostrado que
nuestra nación no es monolítica, sino múltiple, y que los indígenas requieren y
demandan un trato digno y justo. Han tocado una de las fibras más sensibles por
la manera como la sociedad mexicana aún tiene mentalidad colonialista. Eso se
debe combatir si se quiere arribar a la democracia, pero no electoral o
partidaria, sino en un plano de igualdad de oportunidades para todos, aclaró.
Resaltó que mediante su
proyecto de investigación pretende conocer los puntos en la relación entre
Estados y pueblos indígenas, en un contexto en donde la globalización es una
fuerza que busca homogenizar al mundo tanto económica como culturalmente.
Explicó que tanto en México
como en Canadá es factible observar la tensión entre los derechos colectivos e
individuales que demandan los grupos étnicos. Ello se expresa, en particular,
en el derecho de cada sujeto a definir sus preferencias políticas y religiosas.
Reveló que una de las
tensiones es referente a la situación de las mujeres. En ambas naciones se ha
encontrado que si bien las indígenas laboran al igual que sus compañeros,
persisten costumbres, tradiciones o usos que ellas no avalan. En México no
quieren ser objeto de violencia, por eso luchan en contra de que se les agreda
por pertenecer a ese género, que se abuse de ellas de forma sexual, o se les
violente en el seno familiar.
Las mujeres indígenas de ambos
países reclaman el acceso a igualdad de oportunidades en el trabajo, educación
y participación política, pero también a decidir sobre sus propios cuerpos,
acerca del número y espaciamiento de sus hijos, y en general a determinar sus
vidas, concluyó.
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PIES DE FOTO
FOTO 01
Cristina
Oehmichen, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, destacó
la diversidad cultural de la Ciudad de México donde cohabitan unas 46 lenguas
indígenas.
FOTO 02.
La presencia
multicultural en las ciudades las enriquece, y ello impide pensar de una forma
unívoca, reconoció la antropóloga de la UNAM Cristina Oehmichen Bazán.