Boletín
UNAM-DGCS-358
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Universitaria
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La literatura se ha organizado
por cánones heteropatriarcales, conforme se han elegido las obras
representativas de la cultura y el arte, afirmó María Elena Olivera, integrante
del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades
(CEIICH) de la UNAM.
Estos preceptos han configurado
los términos con que un texto puede ser considerado literario y por lo que se
le adjudica calidad, sostuvo al participar en la mesa redonda Transgrediendo la
heterosexualidad, efectuada en el marco del ciclo Mujeres y fronteras en la
literatura.
De manera que muchos
escritores han decidido sujetarse a normas, entre las que cabe una supuesta
androginia en sus líneas, y una sujeción a la pretendida universalidad,
designada en realidad por lo masculino, señaló en el auditorio del CEIICH.
Así, manifestó, aunque la
libertad para expresar otros valores depende del autor, que puede tener sus
propios cercos y no distinguirlos, las instituciones académicas, los críticos y
editores se encargan de calificar y, en su caso, de relegar las obras.
No obstante, la postura
feminista ha planteado nuevas formas de análisis, desde la lectura, lo textual,
la autoría y sus contextos, que permiten la denuncia de los cánones
heteropatriarcales en la producción literaria; así como la búsqueda de la
especificidad en la escritura de mujeres y su entorno social, acotó.
Estas perspectivas pueden
ayudar a comprender las posiciones lesboeróticas; pero, en todo caso, la
responsabilidad de construir y estudiar una tendencia propiamente lésbica, no
obstante los argumentos en contra, es “de quienes creemos que es necesario
decirnos, contarnos, ficcionalizarnos, narrarnos, hacernos poesía, inventar
nuestras propias formas de amar, de vivir y compartirlas con las otras, los
otros, las otras otras, los otros otros, como una propuesta de cambio que no
puede ser silenciada por más tiempo”, enfatizó.
Por su parte, Odette Alonso,
de la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial, al hablar de su
producción indicó que según algunas críticas “mi tratamiento narrativo de las
relaciones lésbicas es políticamente incorrecto”. Tal vez lo sea, pero de eso
se trata la literatura. De rescatar, de recrear tipos controvertidos y
contradictorios, excepcionales precisamente por su crueldad o su inconciencia,
por sus indecisiones o su karma.
No tendría sentido que ésta o
cualquier otra temática insistiera sólo en las cualidades positivas de sus
protagonistas. No sería un manejo propagandístico similar al desafortunado
realismo socialista, por poner un ejemplo, refirió.
Se trabaja con tipos humanos
que tendrán valor en sus defectos, independientemente de su orientación y
manifestación sexual, puntualizó. Se busca recrear mujeres lo más reales
posible y no modelos acartonados por las exigencias de las ideologías, y
extraliterarias. Mostrar que tras los estereotipos hay personas de carne y
hueso y no un catálogo de perversiones.
A su vez, Norma Mogrovejo,
profesora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, aseguró que el
erotismo entre mujeres ha sido un estilo recurrente, dedicado muchas veces a
exaltar la morbosidad de una sociedad de doble moral. También, y quizá sin
quererlo, muestra una dualidad de marginación y exclusión.
Se podría inferir que
literatura lesbiana es toda aquella que da cuenta de un sistema de opresión
basado en la heterosexualidad obligatoria, sin importar la voz de la autora.
Sin embargo, esas historias de silencio, migración y persecución exigen
hilvanar un pasado y narrar un presente desde la primera voz, explicó.
Es además un documento
histórico que da cuenta de conflictividades e historias cotidianas,
individuales y colectivas, apuntó. Sin embargo, la narrativa desde el yo
lesbiano en México es sumamente escasa; no así la poesía, que tiene la ventaja
de ser una expresión personalísima, donde se enuncia de manera abierta, directa
y hasta descarnada.
Muestra que el miedo sigue en
su actuar como policía interno. A las lesbianas les da desconfianza hablar y
mucho más trabajo escribir; aunado a ello, las posibilidades de publicación
están limitadas a una valoración de la estética, con marcos de referencia
androcéntricos, detalló.
Finalmente, Mabel Rodríguez, académica de la Universidad de Matanzas, Cuba, aseveró que en esa isla no se han tenido hasta el día hoy ninguna novela ni relato que haya marcado una pauta sobre esta temática. Si bien, dentro del imaginario existe un sinnúmero de textos, aún no ha habido algo tan definitivo de corte lésbico, concluyó.
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FOTO 1.
María Elena Olivera, Norma Mogrovejo, Guadalupe Valencia, Mabel Rodríguez y Odette Alonso durante la mesa redonda Transgrediendo la heterosexualidad, realizada en el CEIICH de la UNAM.