Boletín
UNAM-DGCS-269
Ciudad Universitaria
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ALREDEDOR DE UN MILLÓN DE PERSONAS TIENEN GLAUCOMA; PROVOCA PÉRDIDA TOTAL DE VISIÓN
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En tanto que en el mundo se estima que el 0.8 por ciento de la población
sufre la enfermedad, de acuerdo con estimaciones internacionales
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La información la proporcionó Juan Ignacio Babayán Mena, profesor
de la Facultad de Medicina de la UNAM
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El costo del control del glaucoma es elevado y en ocasiones el paciente
necesita de hasta cuatro medicamentos para mantener presiones cercanas a lo
normal, alertó
En México existen alrededor de un millón de personas afectadas por
glaucoma, una de las principales causas de la ceguera, por lo que es necesario
atender de manera oportuna a quienes sufren esta afectación, afirmó Juan Ignacio
Babayán Mena, profesor de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
Si no se trata a tiempo y de manera adecuada a los pacientes con esta
enfermedad, el impacto económico será alto, en virtud de que es un padecimiento
que propicia un alto nivel de invalidez.
El especialista señaló que la frecuencia mundial de este mal se
calcula de 0.8 a 1.2 por ciento en la población, y es junto con la diabetes,
una de las principales enfermedades causantes de ceguera, precisó.
Es un conjunto de trastornos caracterizado por la pérdida celular de
la retina que transmite la imagen al cerebro. Puede ser causada por múltiples
factores, pero lo más frecuente es que se presente asociado con un aumento de
la presión del ojo, lo cual produce la muerte de las células ganglionares de
esa membrana y, con ello, el menoscabo de parte de la visión, explicó.
Con ningún tratamiento hay recuperación total, advirtió. Si no se
detecta a tiempo, diagnosticado es progresivo. El costo del control es elevado
y en ocasiones el paciente necesita de hasta cuatro medicamentos para mantener
presiones cercanas a lo normal, lo cual genera una carga económica de 900 pesos
mensuales.
Inicialmente las personas ven mermado el campo periférico, pero en
etapas avanzadas afecta la parte central. Específicamente, refirió, en sujetos
de edad avanzada es frecuente que no se eleve la presión y se produzca pérdida
de diferentes ángulos, mientras en adultos jóvenes sí se manifiesta con
frecuencia un aumento en dicho indicador.
Aunque se ha demostrado que no siempre el incremento de opresión
provoca la disminución, mientras más alta sea hay mayores probabilidades de que
aparezca el glaucoma, acotó.
Existen diferentes tipos, pero básicamente están clasificados en
primarios y secundarios, además del congénito y de la infancia, mencionó. El
primario de ángulo abierto se presenta con más frecuencia en todos los países;
éste y el de ángulo cerrado surgen por lo regular después de los 40 años;
mientras que el congénito, obviamente, en los primeros periodos de la vida.
Respecto al género, puntualizó, el de ángulo abierto toca por igual a
hombres y mujeres, mientras el cerrado es más frecuente en el sexo femenino.
Además de estar más propensos los individuos con más de cuatro décadas, también
cuentan otros factores como el hereditario.
La presión arterial no es paralela a la ocular, pero se sabe que
cuando ambas son elevadas es más probable que se dañe el nervio óptico y que el
paciente pierda visión, aclaró. Asimismo, aún está en discusión si la diabetes
puede ser un elemento de riesgo importante para precipitar el desarrollo de
alteraciones glaucomatosas.
No obstante, enfatizó, este padecimiento puede producir otro tipo de
glaucoma que se llama neovascular, el cual es devastador, porque cuando se
presenta la visión se ve irremediablemente comprometida. Otros agentes son las
afecciones con cambios de circulación capilar, como es el caso de procesos
cardiovasculares e hipotensión arterial.
Las cataratas descuidadas, cuando aumentan en volumen, también pueden
desencadenarlo; así como traumatismos y alteraciones metabólicas. Además, observó, se ha visto que el uso de
cortisonas y esteroides en gotas, vendidos indiscriminadamente en las farmacias
para tratar conjuntivitis o enrojecimientos, pueden originar en 30 por ciento
de las personas incremento en la presión ocular.
Destacó que el glaucoma de ángulo abierto no tiene sintomatología, es
silencioso y el paciente no se da cuenta de éste hasta que tiene ya un daño
avanzado; en este caso la pérdida puede llevar años de evolución. El de ángulo
cerrado tiene un componente agudo y en ese caso se produce dolor, visión
borrosa, enrojecimiento ocular, sobreviene catarata y se pierde la mirada en
unos cuantos días.
El diagnóstico se hace dentro de la secuencia lógica de la exploración
de un paciente. Primero se ve el fondo del ojo, posteriormente se toma su
presión; luego se hace la observación de la cámara posterior de este órgano y
finalmente se revisa el campo visual, subrayó.
En cuanto al tratamiento, expuso, el glaucoma primario de ángulo
abierto requiere medicamento y se controla. La meta es bajar la presión lo
suficiente para que ya no haya deterioro. Cuando se suspende porque ya no se
puede o se tiene sensibilidad farmacológica, hay alternativas como el láser o
la cirugía.
No se recurre a intervención de primera intención porque aún con los
métodos modernos no se tienen resultados satisfactorios, pues en más de 60 por
ciento de los casos a los cinco años el paciente necesita otra operación o
requerirá de nueva atención, detalló.
Respecto al glaucoma de ángulo cerrado debe ser tratado desde el
principio con cirugía. “Si se está ante un ataque agudo, dentro de las primeras
72 horas se puede recurrir al láser”, que consiste en corregir el iris.
Por último, en el tratamiento y control del glaucoma lo importante es
que el paciente no deje de administrarse sus gotas, ni deje de acudir a los
centros para atenderse, porque estará bajo supervisión médica toda su vida,
concluyó.
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FOTO 1
En México poco
más de un millón de personas padecen glaucoma, afirmó Juan Ignacio Babayán
Mena, profesor de la Facultad de Medicina de la UNAM.
FOTO 2.
El glaucoma y la
diabetes son las dos principales enfermedades causantes de ceguera en el mundo,
su diagnóstico oportuno sirve para su control, indicó el investigador de la
UNAM Juan Ignacio Babayán.