Boletín
UNAM-DGCS-166
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Universitaria
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final de boletín
Con una economía estancada,
México no será un país viable en el largo plazo más que como una nación
mediocre. Ese es uno de los futuros posibles y para alejarse de esa posibilidad
es necesario crecer, afirmó en la UNAM el profesor e investigador Lorenzo
Meyer.
En ese sentido, el próximo presidente
encontrará grandes problemas y no tendrá la fortuna de resolverlos como en el
pasado, cuando se concentraba el poder en la Presidencia y desde ahí se tomaban
las decisiones. Ahora, añadió, esa autoridad está “pulverizada” debido a que se
vive en la pluralidad, que es la esencia de la democracia.
En el Seminario “Las elecciones y su
entorno”, organizado en el Instituto de Biología, el analista político de El
Colegio de México sostuvo que se aproxima una coyuntura histórica importante y
con matices de gravedad, ya que deben solucionarse dificultades de asimetrías y
de viabilidad económica, los cuales han sido heredados por muchas generaciones.
El modelo desigual
e injusto, refirió, es heredado de la Colonia. Desde entonces no ha cambiado en
lo fundamental. De ahí la importancia de lo que se concluya el 2 de julio, pues
hasta quien ha determinado no votar toma una resolución que equivale a hacerlo,
ya que así se deja la decisión a la maquinaria electoral más eficiente, la que
gobernó durante el grueso del siglo pasado.
Lorenzo Meyer consideró que la democracia
no resuelve nada, sólo administra de manera más humana y civilizada los
problemas que siempre están en la sociedad. Hoy se vive en un régimen
imperfecto, y el reto es superar esa condición.
Expuso que México es un país escindido en
lo político, y se está así desde el momento mismo en que la nación se creó en
1821. “La dureza de nuestras divisiones ha seguido siempre, salvo en esos 84
años donde un partido de Estado logró dar la visión de un conjunto
semiarmónico”. Ahora, en contraste, se vuelve a ver lo que ocurría en el siglo
XIX.
Está fraccionado en muchos otros
sentidos: cultural y social. Pero en principio, se acordó jugar las diferencias
políticas dentro del sistema participativo. Algunos indicadores de cultura
cívica señalan que en nuestro país, en 2005, hablaban de política 43 por ciento
de un universo de encuestados. Aunque trata de convencer sólo 24 por ciento y
trabaja para un partido 9 por ciento, informó.
El costo de la democracia mexicana es uno
de los más altos en el mundo, dijo. Pocos gobiernos gastan tanto en su aparto
fiscalizador y organizador de las elecciones como el nuestro. A nivel oficial
federal se invertirán cinco mil millones de pesos para partidos y casi siete
mil para el Instituto Federal Electoral; suma a la cual se añadirán otros
apoyos, con lo cual la cifra podría incrementarse hasta 30 mil millones.
Es cara, sostuvo el
especialista, porque detrás hay una enorme desconfianza. Ese “negocio” crece en
cada periodo electoral, y tiene más y más dinero. Se compra la certidumbre con
una cantidad tan grande, que el proceso se deslegitima. Se sale de un problema
para entrar a otro.
Detalló que el mexicano promedio confía
más en las universidades, la Iglesia y el ejército, y menos en la policía, los
sindicatos y los diputados, éstos últimos, “profesionales del ejercicio de la
democracia; sin embargo, son a los que menos se les cree”.
A eso se añade que la tarea principal del
Estado es la protección de la vida y las propiedades del ciudadano común y
corriente. La mayor preocupación de los mexicanos durante buen tiempo fue la
crisis económica, pero en 2005 fue la inseguridad. “Si el Estado no cumple con
esa obligación, no tiene sentido”, sentenció.
También expresó que en la democracia
mexicana, la tasa de incremento anual per cápita, indicador del “verdadero
crecimiento”, ha sido de 0.38 promedio real anual. Es decir, no se crece, se
tiene un sistema vigilado caro, que los mexicanos quieren pero que no funciona
bien y que está inmerso en una desaceleración completa.
Ese sistema no asegura el avance
productivo; pero en este caso se encuentra en un ambiente de parálisis y frente
a competidores como China, que crece a tasas de nueve por ciento. Ese país e
India nos ganan en serio y eso se verá sobre todo en los años por venir. En
este sentido somos un país sin proyecto, advirtió. Lo único que florece es la
informalidad y el desempleo; y viven en pobreza 47 por ciento de los mexicanos.
Además, recalcó, la desigualdad no es el
mejor caldo de cultivo para la democracia. Incluso de manera interna, las
diferencias en el desarrollo son cada vez mayores entre las entidades del norte
y del sur del territorio.
En cuanto a menores índices de
deshonestidad, Islandia es el país mejor calificado, con 9.7; México apenas
alcanza un 3.5. “La percepción que se tiene de nosotros en el mundo es de una
nación democrática, pero corrupta”, concluyó.
—o0o—
FOTO 1
El analista
político Lorenzo Meyer enunció sus propuestas políticas y ecológicas en el
Seminario “Las elecciones y su entorno”, organizado en el Instituto de Biología
de la UNAM.
FOTO 2.
Lorenzo Meyer
consideró ante estudiante del Instituto de Biología de la UNAM, que la
democracia sólo administra de manera más humana y civilizada los problemas que
siempre están en la sociedad.
FOTO 3
Asistentes al
Seminario “Las elecciones y su entorno”, organizado en el Instituto de Biología
de la UNAM, donde Lorenzo Meyer dijo que la democracia mexicana es una de las
más caras del mundo.