Boletín
UNAM-DGCS-119
Ciudad Universitaria
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AVANZA EL SISTEMA DE
BECAS PARA ESTUDIANTES INDÍGENAS DE LA UNAM
·
Instrumentado por la Universidad Nacional a través del
Programa Universitario México Nación Multicultural, afirmó su director, José del
Val Blanco
·
Alrededor de 150 alumnos reciben apoyo integral para no
abandonar sus estudios
·
En su Convocatoria 2006, esta casa de estudios otorgó 95
nuevos apoyos al mismo número de estudiantes provenientes de 17 pueblos
étnicos, entre ellos, mixteco, náhuatl, mixe, chinanteco, zapoteco, mazateco y
triqui
Verónica Susana Victoria
Guizasola y Alma Verónica González Pérez forman parte de los 95 alumnos
beneficiados por el Sistema de Becas para Estudiantes Indígenas de la UNAM.
Ambas vienen de Oaxaca con la ilusión de estudiar, de ser mejores para sus
familias y sus pueblos.
Cursan el tercer semestre
del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) plantel Oriente, y el primero de la
carrera de Relaciones Internacionales en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán,
respectivamente. Desde ahora estas jóvenes, junto con 50 becarios de la primera
generación y 93 más de su propio grupo, recibirán el apoyo integral de la
Universidad para continuar su formación y llegar hasta donde cada uno deseé.
Como parte de la
Convocatoria 2006, la Universidad Nacional otorga apoyo a 35 hombres y 60
mujeres provenientes de 17 pueblos indígenas: mixteco, náhuatl, mixe,
chinanteco, zapoteco, mazateco, triqui, tenek, tepehua, mazahua-otomí, otomí,
mam, chatino, purépecha, huichol, amuzgo y maya.
Verónica Susana es
mazateca, del pueblo de San Mateo, municipio de Yoloxochitlán. Tiene 22 años
aunque aparenta menos edad. Llegó a la gran ciudad cuando concluyó la
secundaria en su comunidad, ya que ahí no había bachillerato ni la posibilidad
de seguir con su superación.
Su familia, conformada por
cuatro hermanos y sus padres, no vive junta. En Oaxaca radica su madre y una
hermana, y en México, ella, su papá y sus hermanos. Aquí, su progenitor trabaja
como albañil, por lo que el principal problema que ha enfrentado para continuar
su formación académica ha sido el económico. De hecho, cuando llegó al centro
del país tuvo que dejar de estudiar por más de cinco años para trabajar y
ayudar al gasto familiar. Esa, relató, fue una época difícil.
Pero no estaba conforme
con su vida de entonces y comenzó a prepararse para presentar el examen de
ingreso al bachillerato de la UNAM. “Metí mis papeles para el CCH y me quedé.
Ahora voy bien, en tercer semestre”, agregó.
Supo de la beca para
estudiantes indígenas en su plantel, donde leyó los carteles de la
convocatoria. “Quise solicitarla porque no tengo los recursos para solventar
mis gastos. Haberla obtenido me va a ayudar muchísimo, es lo mejor que me pudo
pasar”, reconoció.
Asidua asistente a conferencias
por gusto personal, al teatro y museos como parte de sus labores escolares,
también necesita hacer trabajos y proyectos de investigación que implican
gastos. Además, forma parte del Programa Jóvenes hacia la Investigación.
La futura químico farmacobióloga
está segura de su vocación. Incluso, ya realizó una estancia en la Facultad de
Química, donde trabajó sobre los componentes y caracterización de algunos
aceites esenciales. Con ayuda de la beca espera no sólo terminar el
bachillerato, sino titularse en la licenciatura y estudiar la maestría.
A pesar de que por ahora
su relación con San Mateo es distante, la hablante de mazateca al 50 por ciento
espera que en el futuro mejore, ya que tiene planes de establecer allá una
farmacia y que la unión con su gente se estreche.
La Universidad, opinó, ofrece
muchas oportunidades. “Estoy fascinada por todos los proyectos que realizan”.
Además, aquí en ningún momento se ha sentido discriminada por su origen étnico.
“Mis compañeros saben que soy indígena y me aceptan; en ese sentido no he
tenido obstáculos”.
La historia de Alma Verónica
es similar. Llegó en pos de mejores posibilidades. Toda su familia vivía en
Mitla, pero su padre abandonó a su madre, que no sabe leer ni tiene empleo
fijo, y seis hijos. Su hermana mayor arribó al Distrito Federal para trabajar
como empleada doméstica.
Detrás de ella llegaron las
demás, porque aquí había más oportunidades laborales y para ayudar a la
manutención de su casa. Gracias a eso, la hoy universitaria pudo concluir el
bachillerato en su natal Oaxaca.
Con 18 años, se asentó en
la urbe hace seis meses para ingresar a la licenciatura. Eligió Relaciones
Internacionales “porque me parece interesante. Me llama la atención la política
y quiero ser una persona culta y aprender muchos idiomas”, abundó.
Para alcanzar sus metas la
beca es un gran aliciente, “una ayuda enorme, porque se te quita un peso de
encima. Tienes sólo la responsabilidad de estudiar y puedes centrar tus
sentidos en la escuela, poner más atención, esforzarte al máximo, porque sabes
que cuentas con un apoyo”, señaló.
“Quiero tener un buen
trabajo, vivir bien, apoyar a mi familia y hacer algo por mi pueblo, porque
allá los jóvenes no estudian. Sería bueno que vieran que sí se puede y tratar
de ser una motivación para que ellos también sigan preparándose”, indicó.
En cuanto al racismo
consideró que existe si uno lo permite. Si me siento en el rincón, atrás y no
hablo, me van a discriminar; por el contrario, Alma Verónica no sólo asiste a
la escuela sino que participa lo más que puede y pone todo su empeño.
Hablante de zapoteco, que
solía oír los relatos de su abuela en esa lengua, cree que la UNAM es una casa
de conocimientos que brinda múltiples opciones y abre sus puertas con
generosidad. La Universidad representa una “oportunidad enorme que no debes
desaprovechar”.
La consolidación del apoyo
El Sistema de Becas para Estudiantes Indígenas,
instrumentado por la UNAM a través del Programa Universitario México Nación
Multicultural (PUMC), avanza con pasos firmes hacia la meta de consolidar una
política que coadyuve al proceso formativo de jóvenes universitarios
integrantes de pueblos originarios, afirmó su director, José del Val Blanco.
El espíritu del proyecto, iniciado hace un año, es pasar
del discurso del apoyo o la asistencia, a la consolidación del compromiso con
ellos. Además, dijo, se pretende “terminar con la lógica de la educación para
dos mundos, una para los indios y otra para el resto”; se quiere una sociedad
en “donde quepamos todos, pero en un nivel de igualdad, en condiciones de
equidad”.
José del Val expuso que
desde su inicio “nos hemos dado cuenta de que es difícil que los estudiantes
miembros de pueblos indígenas puedan ingresar a la Universidad, pero resulta
aún más complicado que terminen su carrera”.
Por eso, enfatizó, las
becas tienen una fuerte connotación de tutoría y acompañamiento para el alumno,
de modo tal que se den las condiciones para su propio desarrollo y formación.
Se apoya “a estudiantes desde el bachillerato y los vamos a llevar a donde
quieran llegar, al doctorado de ser necesario”. Para ello, tendrán un
seguimiento puntual de su desempeño y se les renovará la beca si cumplen los
requisitos.
En este caso, aclaró, no
se trata de ayudas esporádicas. El monto es suficiente para mantenerse; está
calculado en un mínimo que les permita rentar donde vivir, desplazarse, comprar
libros y comer; algunos universitarios ahorran para mandar dinero a su casa.
Los becarios indígenas de la
UNAM cuentan con la garantía de una “vida normal”, porque si asisten a la
Universidad, pero no pueden comprar libros se reproduce la desigualdad, y en
los primeros semestres abandonan sus estudios, detalló.
“No queremos los juegos de
supuesto apoyo o de programas de asistencia a la pobreza que mantienen a la
gente en esa condición; la idea es que tengan la opción de moverse, de mejorar
su vida”, recalcó Del Val Blanco.
Según cálculos, alrededor
de 3 por ciento de los alumnos de la UNAM son indígenas; en México, el
porcentaje poblacional de los pueblos originarios es de aproximadamente 12 por
ciento. Por ahora, casi 150 de ellos ya son becarios.
En la primera convocatoria
se presentaron 70 solicitudes de las cuales se aprobaron 50; en la segunda,
correspondiente a 2006, se presentaron alrededor de 130 y se aprobaron 95 más.
La meta que se espera alcanzar en dos años más es de 500 jóvenes.
Eso determinará que en
unos años se tenga una masa crítica de profesionistas adscritos a un grupo
étnico, bien preparados, capacitados, que tomarán la responsabilidad de ser voz
de sí mismos, añadió Del Val.
Los nuevos becarios,
explicó, pertenecen a 29 carreras diferentes: derecho, economía, ciencia
política, odontología, geografía, ingeniería civil, psicología, biología,
arquitectura, médico cirujano, químico farmacobiólogo, contaduría,
comunicación, ingeniería mecánica, música, química, artes visuales, enfermería,
veterinaria, diseño e historia, entre otras; y 16 de ellos cursan el
bachillerato.
La mayoría de ellos no
radicaban en la zona metropolitana de la Ciudad de México. Llegaron para formar
parte de la comunidad universitaria. “Tengamos en cuenta que son miembros de
pueblos acostumbrados a la lógica de comunidad, al apoyo, a las relaciones
sociales extensas, sólidas; estar sin esa red de relaciones, lejos, es una
circunstancia de amplia exigencia y que agranda los obstáculos”, sostuvo.
Por ello, se pretende que consideren
a la Universidad su casa de estudios y el espacio donde pueden encontrar apoyo
de todo orden, incluso, asesoría psicológica cuando la soliciten, aseveró el
director del PUMC.
Sin excepciones, los
estudiantes deben cumplir con ciertos requisitos. “Si reducimos el nivel les
creamos una expectativa de poca exigencia que repercutirá en su vida. Además,
hacerlo así convertiría el sistema de becas en un programa paternalista”,
agregó el funcionario. De tal modo, hay estudiantes de la primera generación
con altos promedios de calificaciones.
El programa está hecho con
profesionalismo, responsabilidad y compromiso. Detrás tiene una estructura seria
de trabajo, conocimiento y resolución de problemas, “un puente social sólido
para los jóvenes indígenas; y es importante que sea en la UNAM, porque va a
generar un modelo que después podría tener utilidad para otros estados y países
de la región donde la población indígena es tan importante o más, como en Perú,
Ecuador o Bolivia”, finalizó.
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FOTO 01
José del Val Blanco, director del
Programa Universitario México Nación Multicultural de la UNAM, habló sobre el
Sistema de Becas para Estudiantes Indígenas.
FOTO 02.
Verónica Susana Victoria Guizasola y Alma Verónica González Pérez, ambas de Oaxaca, forman parte de los 95 alumnos beneficiados por el Sistema de Becas para Estudiantes Indígenas de la UNAM.