Boletín
UNAM-DGCS-938
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Universitaria
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NO HUBO UNA SOLA
REVOLUCIÓN MEXICANA, SINO MUCHAS, RECONOCE LA NUEVA HISTORIOGRAFÍA
·
Consideró Carlos Martínez Assad, del Instituto de
Investigaciones Sociales de la UNAM
·
Se le piensa como un fenómeno único y lineal; sin
embargo, es mucho más complejo. Hubo diferentes propuestas e incluso posiciones
encontradas, señaló
·
Gestó muchos de los derechos que hoy son
responsabilidad del Estado, como el acceso a la educación, salud y a la
posesión de la tierra, dijo Josefina MacGregor, académica de la Facultad de
Filosofía y Letras
·
Recordó que los contenidos sociales y la
modificación de la concepción del Estado en la Constitución perdura hasta
nuestros días
No hubo una sola Revolución Mexicana (RM), sino
muchas, según la región y lugar de procedencia. Al contrario de la historia
oficial, que enaltecía a los héroes –sobre todo a los militares que ganaban
batallas–, la nueva historiografía revela que se descuidaron procesos que
tuvieron lugar a lo largo y ancho del territorio, según los rasgos culturales
de cada una de estas zonas, consideró Carlos Martínez Assad, del Instituto de
Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM
El también ganador de la Presea Vito
Alessio Robles al Mérito Histórico 2005, añadió que se piensa en la RM como un
fenómeno único y lineal; sin embargo, es mucho más complejo. Hubo diferentes
propuestas e incluso posiciones encontradas. Es así que hasta los años setenta
comenzó a darse una visión más amplia, la cual permite conocer la diversidad
nacional y los acontecimientos que se involucraron en el gran movimiento.
A ello debe añadirse que gestó muchos de los
derechos que hoy son responsabilidad del Estado, como el acceso a la educación,
salud y a la posesión de la tierra; pues no existían como tales a principios
del siglo XX, señaló por su parte Josefina MacGregor, académica de la Facultad
de Filosofía y Letras (FFyL).
Reconoció que si bien la ideología
revolucionaria ya no está vigente en nuestros días, fue en esta lucha cuando se
postularon diversos proyectos, uno de los cuales resultó vencedor y perfiló el
modelo de país que buscaba, sobre el cual aún hoy se trabaja.
Inicios
Josefina MacGregor explicó que la Revolución
llevó a la sustitución del grupo político en el poder, la oligarquía
porfiriana. Así, en 1911 entraron al gobierno sectores medios entonces sin
participación, la gente joven se incorporó de lleno a este quehacer.
El Porfiriato tenía una plataforma rígida en
manos de hombres de edad avanzada; el hecho de que se hubiera prolongado
durante tantos años llevó a que, cuando menos, dos generaciones de mexicanos no
tuvieran acceso al poder. Quienes estaban entre los treinta años acompañaron a
Francisco I. Madero en la primera etapa de la confrontación, detalló.
La RM inició con el movimiento maderista que va
de noviembre de 1910 a mayo de 1911; en este periodo se logra que muchos grupos
revolucionarios broten en todo el país; de ahí que el ejército no pudiese
hacerles frente, agregó.
La investigadora indicó que los planteamientos
de esta primer propuesta consistieron en una crítica al sistema político y en
una necesidad de volver la mirada hacia los postulados del siglo XIX en torno a
la democracia, y que sustentaban las naciones desarrolladas. Por ejemplo,
Estados Unidos, Inglaterra y Francia se movían bajo valores que en México no
habían podido desplegarse.
De ahí que se plantease la necesidad de un
gobierno abierto, de la representación
partidista, organización de fuerzas políticas, soberanía estatal y división de
poderes.
Abundó que el hecho de que se diera este
proceso revolucionario fincado en estas ideas, llevó a que empezaran a surgir
proyectos alternativos, como los que representaban a los grandes intereses de
la zona norte: de los rancheros y hacendados medios y grandes.
En este sentido, Martínez Assad
expuso que las batallas iniciales se libraron en esa zona de México; y fue el
avance de Francisco I. Madero, apoyado por Francisco Villa, lo que provocó la
caída de Porfirio Díaz en 1911. Pero las cosas no sucedieron al mismo tiempo en
otras partes.
En el sur, ejemplificó, se insistió más en la
ideología para la creación del “hombre nuevo”, a través de una educación acorde
a las nuevas circunstancias, una vez que el proceso revolucionario se
estableció en el conjunto nacional.
Así, mientras que el gran movimiento
agrario procedió del norte, de los grandes latifundios, resultó más complicada
una reforma agraria en el sur, en donde había estados como Tabasco, que tenían
más agua que tierra, y en los que, por tanto, los repartos no resultaban lo más
importante, subrayó.
Josefina MacGregor destacó que la
propuesta maderista de revisar las propiedades comunales para ver a quién le
correspondían, era insuficiente para las necesidades indígenas; éstas querían
que se respetaran sus derechos, pero había oposición por parte de un régimen
que sostenía la propiedad privada.
Esta situación afectó a unos cuantos grupos y
regiones del país. Pero en el caso de las haciendas del norte, la situación era
diferente, no había antecedentes de posesión colectiva y no existía la
necesidad de repartir el suelo, pero sí de atender al crecimiento de la
economía, dijo.
Esto generó proyectos diferentes. Así, enunció,
el grupo encabezado por Venustiano Carranza defendió los intereses norteños, y
Emiliano Zapata las necesidades agrícolas, campesinas y autóctonas. Aquí
empezaron las rupturas.
Apuntó que se tiene “una mirada clara con
relación a la caída de Madero por un golpe militar, el de Victoriano Huerta, y
que a raíz de esto se organizan dos grupos revolucionarios, el
constitucionalista por un lado y el zapatista por otro”.
Posteriormente hay una escisión en el primero,
entre Francisco Villa y Venustiano Carranza, que representan intereses
diferentes. Los maderistas, que habían quedado sin cabeza cuando el presidente
fue asesinado, encontraron mejor cobijo con el “Centauro del Norte”. De esta
manera, enfatizó la académica, se pueden ver tres grupos confrontados, con
propuestas distintas.
No obstante, aclaró, estas tendencias desplomaron
el modelo económico del porfiriato. Es a principios del siglo XX cuando
sobrevino su elemento más importante: la Constitución de 1917. En aquellos años, cuando “el primer jefe”
logró controlar o mantener reducidos a los villistas y zapatistas, advirtió que
para resolver los grandes problemas era necesario reformar la Carta Magna y
para ello convocó a un Congreso Constituyente.
Presentó un proyecto que se modificó en las
discusiones entre los participantes, todos ellos carrancistas, pues no se permitió
la inclusión de otros grupos; no obstante, expresó, se pudieron allegar
elementos comunes, conocidos como artículos sociales: el de la educación,
trabajo y el agrario.
Sus consecuencias
Josefina MacGregor recordó que los contenidos
sociales y la modificación de la concepción del Estado perdura hasta nuestros
días. La Constitución misma “plantea dicha maleabilidad para afrontar los
problemas del país, y sigue siendo la que le da características a la vida
política, económica y social actual”.
Se tendría, por ejemplo, el caso de la
educación. Se asume que es una obligación estatal la primaria, pero también que
debe ser gratuita. Con el correr de los años, y sin estar inscritas en el texto
original, también se agregaron otras tareas, como la salud, resaltó; el trabajo
y la protección a los asalariados; de manera que se convirtió en árbitro de los
conflictos laborales, es decir, entre capital y trabajo. Ese es el sistema que
hoy se tiene.
En el caso del artículo 127, se permitió la
convivencia simultánea de dos regímenes de propiedad de la tierra: comunal y
privada. Este es un hecho insólito en la legislación, es decir, opinó, los dos
pueden convivir y son aceptados; es un régimen que aún pervive.
Pero esas no serían las únicas consecuencias,
ya se perfilaba un Estado diferente, posrevolucionario, a través de la
Constitución, de un Ejecutivo fuerte, determinó. Esta cuestión, debatida en el
siglo XIX y controlada a través de la Constitución del 57, cobró vida en la de
1917. Este tipo de régimen es otra de sus consecuencias.
Otra cuestión que define a este Estado frente
al decimonónico o porfiriano es su
capacidad de intervenir en la vida económica. Hoy esta definición es variable,
pues decide cuándo lo hace, continuó.
Cuándo termina
Hay una discusión sobre cuándo termina la RM.
Algunos piensan que en 1917, con la nueva Constitución, porque ahí se configura
el Estado posrevolucionario. Otros que en 1920, con su primer gobierno, el de
Álvaro Obregón, bajo sus lineamientos, y porque a partir de ahí ninguna de sus
administraciones fue derrocada por las armas, aunque hubiera levantamientos o
no se lograra la paz, rememoró Josefina MacGregor.
Algunos dirían que en 1929, porque terminó la
Guerra Cristera, la última guerra civil; y se creó el Partido Nacional Revolucionario.
Otros, que hacia 1938, por el perfil del México contemporáneo, de un Lázaro
Cárdenas con poder absoluto construido. Ahí está el sistema presidencial
consolidado y el Estado interventor, que promueve no sólo el reparto de la
riqueza, sino su creación; además atendió las necesidades de trabajadores y
campesinos; y luego nacionalizó el petróleo, reiteró.
Festejo y mitos de la RM
Martínez Assad sostuvo que todos sus procesos
se integraron para coincidir en el gran mito de la RM, producto de los años más
álgidos de la historia oficial. Cuando los regímenes posrevolucionarios
requerían de un telón de fondo, de un escenario para justificar su actuación
política, enaltecieron ciertos pasajes de la historia y desvirtuaron otros, o
los disminuyeron. Lo mismo respecto a la construcción de vencedores y vencidos.
Advirtió que hay una gran paradoja en el
festejo del 20 de noviembre, pues aquel día de 1910 fue la convocatoria de
Francisco I. Madero, para que se levantara el pueblo en armas contra la
dictadura; pero en realidad sólo hubo un enfrentamiento en la casa de Aquiles
Serdán en Puebla.
A decir del académico, sería más
importante que se festejara, por ejemplo, la fecha de los tratados de Ciudad
Juárez, Chihuahua, por los que Porfirio Díaz tuvo que renunciar a la
presidencia de México, y esto ocurrió en mayo de 1911.
Lo que queda claro es que este día como emblema
es una construcción posterior. El hecho que se haya transformado en un desfile
deportivo, no tiene nada que ver con la conmemoración. Por ello, México
requiere revisar ciertos aspectos, y uno de ellos, sería su calendario patrio,
sugirió.
Los personajes salidos de la RM y sobre todo de
los gobiernos posteriores, decidieron tener fechas clave como lo habían tenido
los liberales hasta el Porfiriato; por ejemplo, el 15 de septiembre fue una
gran invención del siglo XIX, para festejar el levantamiento de Miguel Hidalgo.
Asimismo, los revolucionarios
consideraron que era necesaria una celebración reivindicatoria y se decidieron por el 20 de noviembre, que
en realidad recuerda el vacío, porque no se dio la respuesta necesaria a ese
primer llamado de Francisco I. Madero, concluyó Martínez Assad.
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El 20 de noviembre en realidad recuerda el
vacío, porque no se dio la respuesta necesaria a ese primer llamado de
Francisco I. Madero, consideró Carlos Martínez Assad, del IIS de la UNAM.
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La Revolución Mexicana llevó a la
sustitución del grupo político en el poder, la oligarquía porfiriana, por
sectores medios entonces sin participación, refirió Josefina MacGregor,
académica de la FFyL de la UNAM.