Boletín UNAM-DGCS-729
Ciudad Universitaria
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ABRIERON NUEVA ERA GEOLÓGICA LAS ACTIVIDADES ANTROPOGÉNICAS: PREMIO NOBEL DE QUÍMICA 1995
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Se caracteriza por la influencia humana en el
clima y la distribución de temperaturas y precipitación debido a la presencia
de contaminantes, dijo en la UNAM Paul Crutzen
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El científico visitó el Centro de Ciencias de la
Atmósfera, donde señaló que tal situación ha provocado el rompimiento de la
capa de ozono en la Antártida a 25 kilómetros de la superficie
Desde el comienzo del siglo
XIX, el crecimiento de las actividades antropogénicas abrió una nueva era
geológica: el “antropoceno”, caracterizado por la influencia humana en el clima
y la distribución de temperaturas y precipitación debidas a la presencia de
contaminantes, afirmó en la UNAM Paul Crutzen, Premio Nobel de Química 1995.
De visita en el Centro de
Ciencias de la Atmósfera (CCA), el destacado científico de origen holandés
señaló que tal situación ha dado como resultado, entre otros hechos, el rompimiento
de la capa de ozono en la Antártida a 25 kilómetros de la superficie.
Recordó que durante los
últimos tres siglos la población mundial se ha incrementado hasta alcanzar en
la actualidad más de seis mil millones de personas; tan sólo en el siglo XX se
cuadriplicó y casi la mitad de la gente
vive en ciudades y megaciudades.
De forma natural se emiten
contaminantes. Empero, aclaró el investigador emérito del Max Planck Institute
for Chemistry, con sede en Alemania, la humanidad también es responsable de la
presencia en el ambiente de sustancias tóxicas y muchas más que no lo son.
Debido a la actividad antropogénica, por ejemplo, hoy día
la extinción de especies animales como mamíferos, aves o anfibios es mil veces
más alta que en el pasado.
Al parecer, abundó el también
profesor honorario de la Universidad de Mainz, Alemania, existe una correlación
entre el crecimiento de la población, el incremento de la temperatura, la
emisión de contaminantes a la atmósfera y el número de variedades que desaparecen
del planeta.
Las extinciones van en aumento debido a la influencia
antropogénica y al calentamiento global del planeta. “No sólo se trata de que
el clima pueda estar más caliente, que llueva más o menos en ciertos sitios,
sino que se afectará a los ecosistemas, cuyos integrantes, animales y plantas,
no tendrán el tiempo suficiente para adaptarse”, expuso.
Asimismo, se refirió a
componentes de la actividad humana relacionados con la emisión de distintos
gases que dañan el balance de radiación de la Tierra y que dan como resultado
el calentamiento global. Entre los gases de efectos invernadero se encuentra el
bióxido de carbono (CO2) –cuyo aumento anual es de 0.4 por ciento–, el metano y
el ozono.
En ese sentido, Paul Crutzen
sugirió la reducción de tales gases, y de hasta 60 por ciento de las emisiones
actuales, lo cual requerirá “un esfuerzo de toda la humanidad” y opinó que si
ella ha logrado llevar al planeta a una situación inestable, también tiene la
capacidad tecnológica para regresar a otra más equilibrada, que permita la
convivencia y la continuidad de las especies.
El científico, quien compartió el Nobel de Química 1995
con Rowland y Molina, mencionó que según el informe del Panel
Intergubernamental de Cambio Climático del 2001, la temperatura en el presente
siglo podría incrementarse hasta cinco grados. En estos momentos se hace una
nueva evaluación que será publicada en 2007.
La relación entre las partículas atmosféricas y las nubes
lleva a mayores incertidumbres en los modelos climáticos actuales, los cuales
requieren más investigación. Uno de los elementos a considerar en ellos es el
transporte de contaminantes efectuado por las nubes, la llamada convección
profunda, detalló.
Insistió que de no limpiarse los gases de efecto
invernadero pagaremos las consecuencias del calentamiento, cuya mayoría es
atribuible a las actividades humanas. “Debemos proteger el clima de la Tierra
de un gran calentamiento, y el Protocolo de Kyoto no es suficiente para
lograrlo. Debe reducirse el impacto humano en el ambiente”.
Por su parte, la doctora Graciela Raga, integrante del
CCA, explicó que hay un “interjuego” entre las nubes y los contaminantes. Por
ello, cuando en la ciudad de México hay presencia de nubes grandes, no sólo hay
precipitación, sino transporte de polución hasta distintas alturas y lugares.
Así, hace años se descubrió que las emisiones de ciertos
países afectaban los lagos de otras naciones. De ese modo se comenzó a tomar
conciencia de que no hay fronteras en la atmósfera.
Las emanaciones presentes en lugares remotos, donde no se
expelen cantidades mayores, son claras e indican que la atmósfera es un ente
dinámico que permite el traslado de tóxicos a todos los puntos.
De hecho, agregó, el descubrimiento del agujero de la
capa de ozono en un sitio donde no hay emisiones es indicador claro de que la
atmósfera es “toda y una”, y que no importa dónde se generen los contaminantes,
se afectará, en mayor o menor grado, todo el planeta. La atmósfera es un
sistema no fácil de pronosticar.
Eso fue una llamada de
atención y se logró que los gobiernos tomarán conciencia y, en consecuencia, se
redujo la emisión de clorofluorocarbonos (CFC), presentes en los aerosoles,
culpables del incremento en la tasa de destrucción de esa capa. De hecho,
México eliminó sus emisiones cuatro años antes del compromiso adquirido en el
Protocolo de Kyoto, en un acto presidido por el doctor Mario Molina en la
ciudad de Monterrey.
Por todo ello, agregó, es importante considerar no sólo
la reacción futura de la atmósfera, sino de la humanidad, cuando se presenten
grandes cambios en el clima, precipitaciones, extinciones, plagas y el uso del
agua no sea suficiente ni para producir alimentos.
Debe haber una concientización individual; la humanidad
somos todos, cada individuo, y lo que hagamos o dejemos de hacer, lo que no
gastemos o no emitamos, tendrá efectos positivos a largo plazo y a nivel
global, sentenció.
Hay muchas incertidumbres todavía, pero ningún modelo
climático predice que habrá un enfriamiento en el 2100; tenemos la certeza de
que ese no es el caso, finalizó la científica universitaria.
--o0o--
FOTO 01.
Paul Crutzen,
Premio Nobel de Química 1995, visitó el CCA de la UNAM, donde habló de la
influencia humana en el clima y la distribución de temperaturas y precipitación
debidas a contaminantes.
FOTO 02
Graciela Raga, integrante del CCA de la UNAM, explicó el “interjuego” que hay entre nubes y contaminantes, lo que significa transporte de polución hasta distintas alturas y lugares.