06:00 hrs.  21 de Septiembre de 2005

 

 

Boletín UNAM-DGCS-729

Ciudad Universitaria 

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ABRIERON NUEVA ERA GEOLÓGICA LAS ACTIVIDADES ANTROPOGÉNICAS: PREMIO NOBEL DE QUÍMICA 1995

 

·        Se caracteriza por la influencia humana en el clima y la distribución de temperaturas y precipitación debido a la presencia de contaminantes, dijo en la UNAM Paul Crutzen

·        El científico visitó el Centro de Ciencias de la Atmósfera, donde señaló que tal situación ha provocado el rompimiento de la capa de ozono en la Antártida a 25 kilómetros de la superficie

 

Desde el comienzo del siglo XIX, el crecimiento de las actividades antropogénicas abrió una nueva era geológica: el “antropoceno”, caracterizado por la influencia humana en el clima y la distribución de temperaturas y precipitación debidas a la presencia de contaminantes, afirmó en la UNAM Paul Crutzen, Premio Nobel de Química 1995.

 

De visita en el Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA), el destacado científico de origen holandés señaló que tal situación ha dado como resultado, entre otros hechos, el rompimiento de la capa de ozono en la Antártida a 25 kilómetros de la superficie.

 

Recordó que durante los últimos tres siglos la población mundial se ha incrementado hasta alcanzar en la actualidad más de seis mil millones de personas; tan sólo en el siglo XX se cuadriplicó y casi  la mitad de la gente vive en ciudades y megaciudades.

 

De forma natural se emiten contaminantes. Empero, aclaró el investigador emérito del Max Planck Institute for Chemistry, con sede en Alemania, la humanidad también es responsable de la presencia en el ambiente de sustancias tóxicas y muchas más que no lo son.

 

Debido a la actividad antropogénica, por ejemplo, hoy día la extinción de especies animales como mamíferos, aves o anfibios es mil veces más alta que en el pasado.

 

Al parecer, abundó el también profesor honorario de la Universidad de Mainz, Alemania, existe una correlación entre el crecimiento de la población, el incremento de la temperatura, la emisión de contaminantes a la atmósfera y el número de variedades que desaparecen del planeta.

 

Las extinciones van en aumento debido a la influencia antropogénica y al calentamiento global del planeta. “No sólo se trata de que el clima pueda estar más caliente, que llueva más o menos en ciertos sitios, sino que se afectará a los ecosistemas, cuyos integrantes, animales y plantas, no tendrán el tiempo suficiente para adaptarse”, expuso.

 

Asimismo, se refirió a componentes de la actividad humana relacionados con la emisión de distintos gases que dañan el balance de radiación de la Tierra y que dan como resultado el calentamiento global. Entre los gases de efectos invernadero se encuentra el bióxido de carbono (CO2) –cuyo aumento anual es de 0.4 por ciento–, el metano y el ozono.

 

En ese sentido, Paul Crutzen sugirió la reducción de tales gases, y de hasta 60 por ciento de las emisiones actuales, lo cual requerirá “un esfuerzo de toda la humanidad” y opinó que si ella ha logrado llevar al planeta a una situación inestable, también tiene la capacidad tecnológica para regresar a otra más equilibrada, que permita la convivencia y la continuidad de las especies.

 

El científico, quien compartió el Nobel de Química 1995 con Rowland y Molina, mencionó que según el informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático del 2001, la temperatura en el presente siglo podría incrementarse hasta cinco grados. En estos momentos se hace una nueva evaluación que será publicada en 2007.

La relación entre las partículas atmosféricas y las nubes lleva a mayores incertidumbres en los modelos climáticos actuales, los cuales requieren más investigación. Uno de los elementos a considerar en ellos es el transporte de contaminantes efectuado por las nubes, la llamada convección profunda, detalló.

 

Insistió que de no limpiarse los gases de efecto invernadero pagaremos las consecuencias del calentamiento, cuya mayoría es atribuible a las actividades humanas. “Debemos proteger el clima de la Tierra de un gran calentamiento, y el Protocolo de Kyoto no es suficiente para lograrlo. Debe reducirse el impacto humano en el ambiente”.

 

Por su parte, la doctora Graciela Raga, integrante del CCA, explicó que hay un “interjuego” entre las nubes y los contaminantes. Por ello, cuando en la ciudad de México hay presencia de nubes grandes, no sólo hay precipitación, sino transporte de polución hasta distintas alturas y lugares.

 

Así, hace años se descubrió que las emisiones de ciertos países afectaban los lagos de otras naciones. De ese modo se comenzó a tomar conciencia de que no hay fronteras en la atmósfera.

 

Las emanaciones presentes en lugares remotos, donde no se expelen cantidades mayores, son claras e indican que la atmósfera es un ente dinámico que permite el traslado de tóxicos a todos los puntos.

 

De hecho, agregó, el descubrimiento del agujero de la capa de ozono en un sitio donde no hay emisiones es indicador claro de que la atmósfera es “toda y una”, y que no importa dónde se generen los contaminantes, se afectará, en mayor o menor grado, todo el planeta. La atmósfera es un sistema no fácil de pronosticar.

 

Eso fue una llamada de atención y se logró que los gobiernos tomarán conciencia y, en consecuencia, se redujo la emisión de clorofluorocarbonos (CFC), presentes en los aerosoles, culpables del incremento en la tasa de destrucción de esa capa. De hecho, México eliminó sus emisiones cuatro años antes del compromiso adquirido en el Protocolo de Kyoto, en un acto presidido por el doctor Mario Molina en la ciudad de Monterrey.

Por todo ello, agregó, es importante considerar no sólo la reacción futura de la atmósfera, sino de la humanidad, cuando se presenten grandes cambios en el clima, precipitaciones, extinciones, plagas y el uso del agua no sea suficiente ni para producir alimentos.

 

Debe haber una concientización individual; la humanidad somos todos, cada individuo, y lo que hagamos o dejemos de hacer, lo que no gastemos o no emitamos, tendrá efectos positivos a largo plazo y a nivel global, sentenció.

 

Hay muchas incertidumbres todavía, pero ningún modelo climático predice que habrá un enfriamiento en el 2100; tenemos la certeza de que ese no es el caso, finalizó la científica universitaria.

 

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FOTO 01.

Paul Crutzen, Premio Nobel de Química 1995, visitó el CCA de la UNAM, donde habló de la influencia humana en el clima y la distribución de temperaturas y precipitación debidas a contaminantes.

 

 

FOTO 02

Graciela Raga, integrante del CCA de la UNAM, explicó el “interjuego” que hay entre nubes y contaminantes, lo que significa transporte de polución hasta distintas alturas y lugares.