Boletín UNAM-DGCS-657
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Universitaria
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NO PODEMOS ASISTIR
INDIFERENTES A LA MUERTE DE LAS LENGUAS PROPIAS: DIEGO VALADÉS
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El director del Instituto de Investigaciones
Jurídicas de la UNAM ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua como miembro
de número
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Dijo que en México hay 290 lenguas, entre
las que es inminente la extinción del kiliwa, en Baja California; del
matlatzinca, en el Estado de México; del zapoteco de Mixtepec, Oaxaca, y del
zoque, en Tabasco
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Hay en el mundo entre cinco mil y siete mil
lenguas; pero se estima que cada dos semanas muere una
Al incorporarse como miembro de número de la Academia Mexicana de la
Lengua, Diego Valadés, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas de
la UNAM, advirtió que “no podemos asistir, indiferentes, a la muerte o al
colapso de las lenguas propias; y tampoco cerrarnos al mundo e ignorar lo que
en otros lugares ocurre o sucederá”.
Dijo que de acuerdo con el reporte Ethnologue,
en nuestro país se localizan 290 lenguas, entre las que es inminente la
extinción del kiliwa, en Baja California; del matlatzinca, en el Estado de
México; del zapoteco de Mixtepec, Oaxaca, y del zoque, en Tabasco.
“El panorama de las antiguas lenguas mexicanas es todavía más desolador
allende nuestras fronteras. De las cerca de cien que llegaron a ser
identificadas en California, actualmente 36 son recordadas por ancianos, 17
tienen menos de cinco hablantes y el resto ha desaparecido, incluso de la
memoria”, reconoció el jurista universitario, quien se incorpora a la Academia
como el séptimo ocupante de la silla 16, que dejó vacante el escritor Gabriel
Zaíd.
Al acto asistieron, entre otros, los ex
rectores de esta casa de estudios, Guillermo Soberón Acevedo y Francisco Barnés
de Castro; y Mari Carmen Serra Puche, coordinadora de Humanidades de la UNAM;
así como académicos, investigadores, diputados y senadores de la república.
Con ello, Diego Valadés se une a la lista de destacados intelectuales y
pensadores mexicanos que han merecido el mismo asiento: Antonio Acevedo
Escobedo, Ignacio Mariscal, Enrique Fernández Granados, Alejandro Quijano y
Celestino Gorostiza.
Además,
se integra a la pléyade de notables hombres de derecho que la Academia ha
incorporado a lo largo de su historia: Salvador Azuela, Isidro Fabela, Luis
Garrido, Antonio Gómez Robledo, Alfonso
Noriega, Emilio Rabasa y Héctor Fix-Zamudio.
En su discurso de ingreso, Diego Valadés comentó que existen en el
mundo entre cinco mil y siete mil lenguas; sin embargo, se estima que cada dos
semanas, en promedio, muere una. Al terminar el siglo habrán desaparecido
alrededor de 2 mil 500.
“Una merma tan cuantiosa del patrimonio lingüístico de la humanidad, en
sólo cien años, es una catástrofe cultural. Además, desde una perspectiva
constitucional, este fenómeno representa una amenazadora regresión”, advirtió
en presencia de José Moreno de Alba, director de la Academia; José Luis
Martínez, director honorario perpetuo; Miguel León Portilla y otros académicos.
En sesión solemne celebrada en el Fondo
Reservado de la Biblioteca Nacional, Diego Valadés subrayó que la defensa
jurídica de las lenguas ofrece opciones, como adoptar disposiciones
constitucionales para reconocer que el español es la oficial, porque es la
lengua común, y proteger y promover el desarrollo de las indígenas, como parte
del patrimonio cultural mexicano.
También es posible modificar los programas escolares, para que la norma
no quede en mera declaración; formar a las decenas de filólogos que requiere un
país con tan rico acervo lingüístico; instituir un organismo de alto nivel, que
responda de los programas educativos bilingües, de las acciones de extensión
que contribuyan al conocimiento de nuestras lenguas, y de la asistencia para
acceder a la justicia en el habla indígena que cada quien elija.
Preservamos especies biológicas, y cumplimos con un deber; con monumentos
históricos y arqueológicos, y satisfacemos otro; pero descuidamos nuestro
patrimonio lingüístico, y faltamos a uno. “No hay que preocuparnos por llegar
tarde a este tema; ni pensemos en el tiempo que se fue, pensemos en que el
tiempo no se nos se siga yendo”, sentenció.
De su antecesor, resaltó que la prolífica, erudita e inteligente obra
de Gabriel Zaíd ha recibido amplio reconocimiento nacional e internacional. “Es
un autor que sigue en plena producción; de él podemos esperar, y los
obtendremos, nuevos frutos del ingenio, nuevas creaciones que se sumarán a una
ya formidable y ejemplar labor. Su fecundo paso por esta Academia ha dejado
recuerdos, que recojo y multiplico”.
El académico de número dijo que la obra ensayística de Gabriel Zaíd lo
hace uno de los más sugerentes pensadores mexicanos contemporáneos. Es
imposible leerlo sin afirmar o negar, sin tomar posición, porque es un autor
que no se reserva para las medias verdades; dice, de manera directa y dura, lo
que piensa, lo que sabe, en lo que cree. Su prosa es límpida y sin concesiones.
Al agradecer su ingreso a los miembros de la Academia, pero sobre todo
a sus “auspiciantes”, Clementina Díaz y de Ovando, Eulalio Ferrer y Miguel León-Portilla,
dijo que todos los que la integran son protagonistas excepcionales del quehacer
cultural mexicano, como lo es el “erudito escritor a quien no puedo sustituir
pero sí tengo el honor de suceder: don Gabriel Zaíd”.
Dijo
estar deseoso de participar en el trabajo de la Academia, una institución comprometida con el destino de
la cultura mexicana. “Por formación y vocación me debo a la Universidad
Nacional Autónoma de México. Allí estudié y me desarrollé profesionalmente; en
ella encontré los paradigmas de mi vida”.
Al
recibir formalmente, a nombre de la Academia, al nuevo integrante y responder
el mensaje de Diego Valadés, el historiador Miguel León Portilla señaló que
“sus palabras confirman con creces lo acertado de su elección como académico. Es
un conocedor de nuestro idioma, amoroso, y cultivador de él”.
El
investigador emérito de la UNAM señaló que su disertación anticipa lo que habrá
de ser su labor en esta Academia, no pequeña, “ampliar nuestro saber acerca de
lo que es la lengua del derecho y propugnar por todo lo que concierne al
derecho de hablar y cultivar la propia lengua”.
Subrayó
la magnitud de la tarea que habrán de emprender los juristas que, como Diego
Valadés, aceptan trabajar codo con codo con los lingüistas y filólogos, en particular
con quienes han asumido la responsabilidad de laborar en una institución como
esta.
Coincidió
en que la extinción de las lenguas será una catástrofe cultural. “Si nos
importa la pérdida de un vegetal cómo no nos va a importar la desaparición de una
lengua, que no es sino el instrumento de comunicación que nos permite adoptar
atalayas diferentes para acercarnos a la realidad”.
Con su ingreso, Diego Valadés se suma a la lista de académicos de la
UNAM que han participado en esta institución, como Rubén Bonifaz Nuño, Ruy
Pérez Tamayo, Miguel León-Portilla, José Pascual Buxó, Mauricio Beuchot, José
Luis Martínez, Ernesto de la Torre, Ramón Xirau, Gonzalo Celorio, Leopoldo
Solís, Vicente Quirarte y Felipe Garrido.
Es doctor en derecho, profesor e investigador de la Facultad de Derecho
y del Instituto de Investigaciones Jurídicas. En la UNAM se ha desempeñado como
subdirector de Radio Universidad, director general de Difusión Cultural,
Abogado General y coordinador de Humanidades. Además, es miembro del Sistema
Nacional de Investigadores.
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PIES DE FOTO
Foto 1
En el Fondo
Reservado de la Biblioteca Nacional, la Academia Mexicana de la Lengua recibió,
como miembro de número, al jurista universitario, Diego Valadés.
Foto 2
El escritor Carlos
Montemayor, José Moreno de Alba, presidente de la Academia Mexicana de la
Lengua, y Diego Valadés, durante el ingreso de éste a dicha institución
académica.
Foto 3
El presidente de
la Academia Mexicana de la Lengua, José Moreno de Alba, impone la insignia que
acredita como miembro de número de la misma al destacado universitario Diego
Valadés.