Boletín UNAM-DGCS-418
Ciudad Universitaria
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Pies de foto al final del boletín
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Destacó José Woldenberg, profesor de la
FCPyS de la UNAM
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Afirmó que la Constitución amparó este
proceso, pese a no tener una tradición como muchos países del Cono Sur
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Participó, junto con un grupo de analistas,
en la mesa redonda El cambio en México. Miradas desde otras latitudes, en el
Instituto de Investigaciones Sociales
El proceso de cambio
democrático del país se estableció en un contexto internacional favorable; es
decir, hubo una ola mundial que lo influyó. Sin embargo, su fundamento se
generó por necesidades internas, y fue modelado por fuerzas políticas
nacionales, señaló José Woldenberg, profesor de la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM.
Al participar en la mesa
redonda El cambio en México. Miradas desde otras latitudes, realizada en el
marco del 75 aniversario del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS), el
académico aseguró que la Constitución amparó esta transformación porque es
democrática. México es reconocido como tal y federal y representativo pero, al
mismo tiempo, no tenía una tradición como muchos países del Cono Sur.
Advirtió que por ello se
estableció un sistema de partidos y un régimen electoral capaz de compilar y
asimilar los resultados de las urnas. Ahí estuvo quizá, la singularidad de este
tránsito, visto en relación con otras latitudes.
José Woldenberg reconoció que
México generó una nueva realidad a partir de un proceso singular: el
establecimiento de reformas comiciales que dotaron a los contendientes de
facultades pero que, sobre todo, modificó el mundo de la representación
política. Se pasó de un partido de sistema hegemónico, a otro de fuerzas
equilibradas: de jornadas sin competencia a cada vez más concurridas. Esa
mecánica hizo que la inclusión en el poder pasara de ser monocolor a una
auténtica pluralidad.
Esa fórmula expresa, de manera
elocuente, que la academia mexicana está en contacto con la realidad y, al
mismo tiempo, puede y es capaz de generar los matices, inflexiones y
peculiaridades que la realidad nacional impone, precisó. Nuestro país está
lejos de un nacionalismo académico extremo y está inmerso en este circuito
global de elaboración y reflexión.
A su vez, la investigadora del
Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), Guadalupe González
precisó que en medio del ruido y la turbulencia, normal y consustancial a la
democracia, desde el exterior México se observa “menos maltrecho” de lo que en
ocasiones los propios analistas locales lo ven.
No obstante, añadió, el
proceso de cambio político se encuentra en una etapa de desencanto, mayor entre
los ensayistas nacionales que el de los extranjeros, porque su visión es más
panorámica. La mirada externa sobre esas contrariedades oscila entre el
pesimismo y el optimismo moderados.
Hoy día, “se habla de un país
paralizado, pero en donde el riesgo de regresión autoritaria no es claro. La
posibilidad de inestabilidad en México se mantiene más o menos estable”. No hay
ningún escenario del país al borde del caos o que las elecciones del 2006
planteen una nueva crisis de poder, aclaró.
Los observadores
internacionales aprecian una consolidación. El problema es más de eficacia para
la gobernabilidad, explicó Guadalupe González en el auditorio de la
Coordinación de Humanidades, donde aseguró que desde afuera se ve a la nación
detenida, luego de caminar a la velocidad acostumbrada; en tanto, otras
naciones consolidan sus reformas y cambios.
Se le analiza como una
democracia electoral incompleta y las visiones más críticas provienen de los
países europeos, principalmente Francia e Italia, en donde se habla del déficit
social como reto para consolidar la legitimidad, puntualizó.
Sostuvo que se encienden focos
rojos, pues de no darse algún tipo de respuesta a los problemas comunitarios,
México correría el riesgo de que su proceso perdiese apoyo entre la ciudadanía
y llevase a la búsqueda de una opción distinta.
Afirmó que Estados Unidos no
teme a la conformación de un gobierno de izquierda, porque se piensa que un
hombre de esa tendencia podría tender la red social para impulsar las reformas
del crecimiento económico y lograr mayores bases para los cambios
estructurales.
Por su parte, Claudio Lomnitz,
de la Universidad de Nueva York, sostuvo que desde el siglo XIX la imagen de
México ha sido modulada desde el extranjero y hoy debe ser propia. “Tiene la
obligación de pensar en su esfera pública, en la producción de un ámbito desde
la perspectiva nacional”.
Destacó la importancia de
espacios como el IIS para analizar estos factores de manera cuidadosa, y
generar estrategias para producir versiones propias del mundo y no sólo
foráneas.
Entre tanto, el director del
Rockefeller Center for Latin America Studies, Universidad de Harvard, John
Coatsworth, comentó que desde la segunda elección de George W. Bush, la
orientación política de Norteamérica es más nacionalista y unilateral. Su
política hacia América Latina responde más a la feroz competencia dentro de la
política interna que a cualquier doctrina o principio.
Afirmó que el apoyo a los
gobiernos democráticos es menos consistente o ausente. La prioridad de las
administraciones anteriores a la integración económica descendió. La política
arancelaria, por ejemplo, funciona más como instrumento para asegurar la
realización del presidente que para facilitar el flujo internacional en
beneficio del país, concluyó.
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FOTO 1
La orientación
política de Norteamérica es más nacionalista y unilateral, reveló John
Coatsworth, de la Universidad de Harvard, al participar en la mesa redonda El
cambio en México. Miradas desde otras latitudes, realizada en el IIS de la
UNAM.
FOTO 2
La investigadora
Guadalupe González precisó en la UNAM que desde el exterior, México se observa
“menos maltrecho” de lo que en ocasiones los propios analistas locales lo ven.
FOTO 3.
El proceso de
cambio democrático del país se generó por necesidades internas, y fue modelado
por fuerzas políticas nacionales, señaló José Woldenberg, profesor de la FCPyS
de la UNAM.