14:00 hrs.  25 de Mayo de 2005

 

 

Boletín UNAM-DGCS-414

Guanajuato, Gto.

Pies de fotos al final del boletín

 

EL LIBRO, INSTRUMENTO PARA EL APRENDIZAJE Y VÍA  PARA EL DESARROLLO HUMANO: DE LA FUENTE

 

 

El libro es el mejor instrumento para el aprendizaje, para explorar zonas insospechadas de la mente, entender lo que ocurre, interrogarnos sobre las causas por las cuales se dan los sucesos, y muchas veces, para encontrar nuevos caminos que ayuden a salir adelante cuando nos sentimos frenados con circunstancias o factores negativos en nuestras vidas, aseguró el rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente.

 

Al dictar la conferencia magistral El Quijote y el conocimiento de lo humano, dentro del XVI Coloquio Cervantino Internacional que se celebra en esta ciudad, como parte de las celebraciones por el IV centerario de Don Quijote de la Mancha (1605-2005), De la Fuente subrayó que este libro enseña, pero también alivia y consuela.

 

Lo paradójico, resaltó en el Teatro Cervantes de esta capital, es que el símbolo del libro mismo sea una obra que narra la historia de un hombre que de tanto leer textos de caballería perdió la razón, pues parecería desprenderse que la lectura o, por lo menos la de ciertos textos, entraña riesgos.

 

El rector de la UNAM recibió de manos del presidente de la Fundación Cervantina de México, Eulalio Ferrer Rodríguez, y del rector de la Universidad de Guanajuato (UG), Arturo Lara López, dos reconocimientos por su participación en el Coloquio. Fue presentado por Benjamín Valdivia, de la UG.

 

Orador único del acto, De la Fuente recordó cómo a lo largo de los siglos se han puesto obstáculos a la lectura de libros y a nuevas teorías y puso los ejemplos del sistema copernicano y de Galileo. Recalcó “cuánto han tenido que luchar los seres humanos contra los molinos de viento de la censura y la intolerancia, desde para leer novelas con tranquilidad hasta para reconocer que la Tierra gira en torno al Sol”.

 

En su exposición, que ejemplificó con párrafos de esa obra, afirmó que la psicología de Don Quijote rechaza las etiquetas, como lo hace cualquier personaje literario complejo y multidimensional. “Ese sería mi diagnóstico”.

 

Leer o releer un título como este, manifestó, casi siempre es entrar en un terreno de expectativas o interrogantes, explícitas o tácitas, porque la literatura no nació para dar respuestas -tarea que corresponde a la ciencia-, sino para hacer preguntas, para inquietar, abrir la inteligencia, imaginación y sensibilidad a nuevas perspectivas de la condición humana.

 

Una de las primeras preguntas, expresó, se refiere a la locura o a la falsa locura de Don Quijote, producto de su afición a los libros. Así, especificó, Alonso Quijano pudo o no haber perdido la razón, pero eso no importa, lo que es claro es que sin la imaginación desbordada del ingenioso Hidalgo es poco probable que hubiera existido el Caballero Andante.

 

Lo fundamental, aseveró, es cómo Miguel de Cervantes es capaz de incursionar con esa novela, escrita en ese tiempo y contexto, en lo más profundo de la mente y la forma en que expresa muchas de las contradicciones que continúan en la actualidad.

 

El contexto histórico, social y biográfico son determinantes. Lo rescatable en la aproximación al conocimiento de lo humano, por parte del personaje y del autor es la capacidad de penetrar al fondo de las raíces de la mente, donde lo común es la contradicción y, en la dinámica de la reflexión, es toparse con su angustia vital. Lo que logra Cervantes, añadió, es reflejar la capacidad que todo ser humano tiene de encontrar la compenetración íntima con un personaje de todos los tiempos.

 

Además, agregó, la vocación vehemente del Quijote por la lectura lo vuelve un símbolo del libro mismo, objeto imprescindible para la cultura y la comunicación. Abre paso a la noción fundamental en el campo literario, tanto del lado de los escritores como de los lectores, que al final se forman una sola imagen, la cual se contempla en el espejo de la palabra escrita y logra establecer un singular puente entre ambos.

 

El producto de este contacto único, placentero y enriquecedor, es cada día más necesario en el desarrollo educativo y espiritual de nuestros pueblos, anotó.

 

Cuando Don Quijote sale al mundo armado con las potencias de la fe en la justicia, argumentó el rector, de alguna manera ya ha sublimado su locura y ha decidido desafiar al mundo con la imaginación, hacer de los sueños una realidad, es decir, instalarse en la pasión por lo imposible.

 

Ahí, hizo hincapié, encuentra el territorio de su aventura. Todos los libros de caballería leídos antes del inicio de la novela, estallan en el momento en que decide convertirse en el último de los caballeros y, por lo tanto, es el caballero por excelencia. Cierra el universo medieval poblado de pecados, demonios e inquisidores, para abrirlo hacia la modernidad, a la comprensión de lo humano y su verdadera trascendencia: el amor, la belleza, el altruismo, la imaginación, es decir, lo estrictamente humano en su sentido más amplio y profundo.

La locura de Don Quijote es el genio de un hombre capaz de crear a un personaje que cala en lo más profundo de nuestro ser y pone al descubierto lo maravilloso y contradictorio de la mente, y la proyecta con talento literario. Es el humanismo en su más bella expresión, indicó.

 

La vida real, destacó, nunca ha sido ni será bastante para colmar todos nuestros deseos. Sin la insatisfacción vital de la pasión por lo imposible, para muchos sería difícil encontrar un auténtico equilibrio. La necesidad de imaginar, fabular, adentrarse en los terrenos físicos y mentales más insospechados y desconocidos, sostuvo, es consustancial a la condición humana.

 

Por ello, aseveró, El Quijote ha tenido una amplia influencia en muchas de las disciplinas que incursionan en el conocimiento humano. La medicina, detalló, no es la excepción. Narró como en el pasado destacados galenos recomendaron a sus discípulos este libro para perfeccionar su aprendizaje. También citó a Santiago Ramón y Cajal.

 

Al darnos a conocer al hombre por fuera y por dentro, sano y enfermo, puntualizó, El Quijote sienta las bases de una unión particular entre la medicina y la literatura, con una especial repercusión en la psicología. Entonces, citó el análisis que sobre la obra hizo Freud.

 

No sólo son el cálculo y la inteligencia racional los que señalan la ruta de la creación, sino también los impulsos menos claros, aparentemente más sueltos, los que pueden llevar a la poesía a sus más altas cimas.

 

De la Fuente mencionó cómo a Miguel de Cervantes se le impidió probar fortuna en América, lo que habría propiciado que no escribiera El Quijote de la Mancha. Opinó que sin saberlo, el rey de España, Felipe II, le hizo un valioso favor al escritor, a la literatura y al mundo entero.

 

Entonces, se preguntó por qué en el mismo año de 1605 nacen Don Quijote, el Rey Lear y Macbeth, por qué mueren en el mismo año Cervantes y Shakespeare, por qué coinciden en la misma época, ciudad y, en algunos casos en la misma calle como Cervantes,  Góngora, Lope de Vega, Quevedo y Juan Ruiz de Alarcón.

Antes, el rector se refirió a la estrecha relación entre la palabra quijotesco y el estado de Guanajuato.

 

Comentó que la arquitectura, calles y rica vida cultural de la capital de la entidad remiten en forma ineludible al tema del caballero de la triste figura. Por algo, se ha dicho, Guanajuato es la ciudad americana del Quijote.

 

La palabra quijotesco, dijo, empieza a estar presente, a configurar una temática y a condicionar una actitud. En el estado, apuntó, ese señalamiento tiene un valor más específico, pues la percepción es que tanto el académico, el estudiante o el ciudadano común han expandido, como parte propia de su ciudad, la cercanía sensitiva, amistosa, laboral y hasta culinaria con el famoso personaje que salió de La Mancha a pelear contra molinos de viento y a transformar la historia de la literatura.

 

La incorporación de la palabra al vocabulario cotidiano expresa lo que en verdad importa, expuso, que no es la palabra en sí, sino lo que implica: su rica carga añeja, actual y siempre potencial para cada uno de nosotros, concluyó.

 

 

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FOTO 01.

El rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, conversa con Arturo Lara López, rector de la Universidad de Guanajuato, al participar en el XVI Coloquio Cervantino Internacional. Observa Benjamín Valvidia.

 

 

FOTO 02

El rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, conversa con Eulalio Ferrer, presidente de la Fundación Cervantina de México, tras dictar la conferencia magistral El Quijote y el conocimiento de lo humano, dentro del XVI Coloquio Cervantino Internacional.