Boletín UNAM-DGCS-266
Ciudad Universitaria
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Pies de fotos al
final del boletín
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Aseguró en la UNAM Stefanía Gallini, de la
Universidad Nacional de Colombia
·
Participó en el Seminario ¿Es relevante la
historia para los estudios ambientales?, organizado por el Instituto de Biología
La magnitud y
rapidez de los cambios ambientales de los últimos 70 o 100 años no encuentran
paralelo en otras épocas de la historia, pero no por eso la perspectiva actual
debe imponerse como la más apta para enfrentar la crisis del entorno, aseguró
en la UNAM la especialista Stefanía Gallini.
La profesora
del Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia expuso,
durante el Seminario “¿Es relevante la historia para los estudios
ambientales?”, que se ha fortalecido este tema como un problema del presente,
requiriendo soluciones nuevas y por inventar.
Empero, aclaró,
se busca hacer historia de forma que las valoraciones expresadas por la
sociedad contemporánea y las medidas adoptadas sobre la naturaleza tengan una
perspectiva trascendental y de largo plazo.
En el auditorio
del Jardín Botánico del Instituto de Biología, la doctora por la Universidad de
Génova, Italia, dijo también que es un campo recién reconocido en América
Latina. En el Segundo Simposio de Historia Ambiental Americana, en la Habana,
Cuba, en 2003, se presentó la Sociedad Latinoamericana y Caribeña de Historia
Ambiental, que agrupa a historiadores, geólogos y ecólogos, entre otros
profesionales.
Añadió que la
complejidad de importantes procesos de cambio ambiental vividos por la región
exige miradas complejas y diacrónicas.
Recordó que la
dicotomía clásica entre naturaleza y cultura, sobre la cual ha crecido la
tradición occidental, ha fundamentado también la división entre ciencias
sociales y naturales. A las primeras se les ha encargado el estudio de lo
humano, entendido en su contraposición con lo natural.
Empero,
argumentó, uno de los resultados de esta relación ha sido que las segundas han
ejercido la hegemonía sobre el tema ambiental, moldeando el lenguaje,
introduciendo palabras, definiendo la agenda de investigación y el marco
interpretativo de los fenómenos.
Ante ello,
reconoció, uno de los pocos impactos positivos de la crisis ecológica
contemporánea y de la crítica ambientalista, motivada por el reconocimiento de
esta situación, ha sido la “invasión” de este campo por las ciencias sociales y
humanas.
Han surgido
nombres nuevos para representar híbridos conceptuales y metodológicos, además
de disciplinarios, que estudian al medio y las sociedades humanas como parte de
un mismo ecosistema, abundó. Uno de ellos es el de historia ambiental, junto
con la ecología política o histórica, biogeografía y una serie de disciplinas o
campos de estudio disciplinarios.
Pero, prosiguió
la académica, el tema no sólo ha traspasado las barreras de los departamentos
de ciencias, sino que desde 1980 las agencias internacionales, como la Comisión
Económica para América Latina o el Banco Interamericano de Desarrollo, han
introducido este tema en las políticas públicas y presupuestos, y puesto en
evidencia su dramático peso en las cuentas económicas, tanto de comunidades
locales como nacionales.
La historia
ambiental se ha gestado hasta ahora en tres direcciones: la primera se refiere
al estudio de las interacciones de determinadas sociedades humanas con
ecosistemas particulares que cambian de forma continua, explicó.
La segunda
apunta a investigar las nociones culturales variantes de la relación hombre–naturaleza,
es decir, ideas y representaciones que distintas sociedades han tenido; o sea,
la forma en que éstas conciben a su entorno, señaló.
Stefanía
Gallini indicó que la tercera dirección abarca la política ambiental, entendida
no como las decisiones acerca del medio, sino referido a los movimientos
ciudadanos y decisiones institucionales y legislativas relativas al manejo y
protección ecológicos, como son los parques y reservas naturales.
Sin embargo,
precisó, no deben entenderse como compartimentos o estancos, sino como capas
superpuestas, continuamente intercomunicadas. “Las ideas, discursos, formas de
representación acerca del medio importan, no como factores de contextos, sino
como elementos concretos de transformación material de los ecosistemas”.
Se ha señalado
que estos paradigmas alteran panoramas, desvían ríos, modifican la composición
de los suelos, desplazan población humana y animal, cambian la dirección de
circulación de microbios y hongos, desaparecen algunas especies y multiplican
otras, alertó.
Las ideas,
percepciones y representaciones de la naturaleza que cada cultura produce para
conectarse con su entorno actúan como principios ordenadores y clasificadores
del medio y de las relaciones que las personas tienen, deberían o se obligan a
no tener con el mismo, informó.
Sostuvo que
esta disciplina investiga los procesos de inserción de Latinoamérica en el
mercado internacional. El desafío de la historia ambiental es entender el
vínculo entre sociedad y medio ambiente al organizar esos paisajes culturales,
sociales y políticos, cuál fue el papel que jugó en la construcción de lo que
hoy es nuestro presente, concluyó.
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FOTO 1.
La especialista Stefanía Gallini aseguró en la UNAM que la perspectiva
actual debe imponerse como la más apta para enfrentar la crisis del entorno.
FOTO 2
La profesora Stefanía Gallini intervino en el Seminario “¿Es relevante la historia para los estudios ambientales?”, efectuado en la UNAM, donde dijo que este tema se ha fortalecido en la actualidad.