Boletín UNAM-DGCS-221
Ciudad Universitaria
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final del boletín
OCASIONA EL SER HUMANO LA PÉRDIDA DE HASTA EL 20 POR CIENTO DEL VALOR
PRODUCTIVO DEL SUELO EN EL ORBE
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Ello se debe, sobre
todo, a la intervención humana sobre el medio ambiente: Julio Campo Alves, del
Instituto de Ecología de la UNAM
·
En algunas regiones la
alteración del valor de la superficie puede alcanzar hasta 60 por ciento de su
potencialidad
· Los bosques tropicales, de los que México es rico, representan 10 por ciento de la superficie de la biosfera terrestre
La intervención humana sobre el medio
ambiente ha generado cambios globales en los ecosistemas y ha provocado la
pérdida de más del 20 por ciento del valor productivo del suelo en todo el
mundo, aseguró Julio Campo Alves, investigador del Instituto de Ecología de la
UNAM.
Incluso, agregó, en algunas extensiones
territoriales o regiones la afectación puede alcanzar hasta 60 por ciento de su
potencialidad para ofrecer servicios ecológicos. “Los periodos de recuperación
que necesitan las tierras para volver a ser productivas pueden volverse
prolongados, hasta más de 60 años”.
El investigador universitario,
quien desde hace varios años estudia los efectos del cambio global sobre los
procesos de los ecosistemas del planeta, reconoció que una de las principales
consecuencias a futuro de esas modificaciones es que el clima se haga más
extremoso. Hay tendencia de incremento
en la temperatura que se asocia, sobre todo, a la emisión de gases invernadero,
entre ellos el bióxido de carbono (CO2).
Apuntó que el CO2
tiene diversas causas, como la intervención humana, actividad de las
fábricas o combustión de motores, pero también la quema de vegetación que se
realiza con el fin de integrar sus nutrientes al suelo.
Sin embargo, advirtió,
evidencias científicas muestran que con esa práctica se pierde más del 80 por
ciento del bióxido de carbono asociado a la naturaleza, el cual pasa a la
atmósfera durante la combustión. También se desaprovecha 60 por ciento del
nitrógeno y la mitad del fósforo.
Esto no tiene precedentes en
la historia del planeta. Si estos gases no estuvieran en la atmósfera quizá no
tendríamos vida o sería diferente. En ausencia de ellos la temperatura estaría
bajo cero, siendo que hoy es, en promedio, superior a los 10 grados. El problema
es que se han incrementado las emisiones gaseosas, con lo cual estamos
modificando el clima, agregó.
Desde el punto de vista del
funcionamiento de los ecosistemas, se cree que las plantas se beneficiarán por
el aumento del carbono y crecerían más rápido, pero no así otros elementos, por
lo que la calidad nutricional de sus tejidos disminuirá. Ello significa que
será necesario comer más tejido de planta para tener una misma calidad
alimentaria, indicó.
Se ha encontrado, abundó, que
debido a su tamaño, algunos herbívoros como las orugas no pueden comer más
hierba, por lo que crecen menos de lo normal. Esto podría repetirse con los
cultivos que consume el ser humano. Es decir, hay posibilidades de que el
cambio afecte su bienestar y los componentes de su salud a futuro, sin pensar
en el cáncer y otros problemas.
Parecería que una solución
sería fijar más CO2 en las plantas, pero los cambios serían
preocupantes. Además, expresó, depende de su ciclo de vida, si es de un año
este regresará rápido a la atmósfera, pero si es de 60 años o más, como los
árboles, estaría inmóvil ese tiempo.
En ese sentido, prosiguió el
ecologista, el suelo es donde está el mayor reservorio de CO2 de la
biosfera terrestre. Por ello, las estrategias de los especialistas en la materia
se orientan a maximizar la acumulación de este elemento en el suelo, sobre todo
en bosques tropicales, que tienen influencia en el ciclo global de ese
elemento.
Campo Alves destacó que México es un país
rico en extensiones de bosques, en particular, tropicales. Estos sólo
representan 10 por ciento de la superficie de la biosfera terrestre, pero
poseen más de la tercera parte del CO2 que se fija en ella, un
tercio del que está inmovilizado en la vegetación, y más del 20 por ciento del
acumulado en suelos.
Estos ecosistemas son una
opción importante para el crecimiento de las plantas y para la actividad de los
organismos en general durante un periodo prolongado o todo el año; además,
recalcó, las abundantes precipitaciones hacen de ellos, sitios estratégicos
para el manejo futuro de ese componente.
Aseguró que en el futuro mediato esto
traerá consecuencias. Llegará el momento en que se pague por cantidad de
carbono secuestrado por unidad de superficie. Hoy esto aparenta ser una opción
de poco valor económico, pero podría llegar a ser una alternativa de gran valor
para subsidiar la conservación de tierras del trópico.
No obstante, añadió, algunas proyecciones
a escala mundial pueden resultar engañosas. Por ejemplo, cuando se habla de que
aumenta el nivel de carbono en la atmósfera, de CO2 en particular,
es posible encontrar que zonas frías del planeta, como Rusia, mejoran su
productividad.
Por el contrario, regiones
áridas, como algunas de Israel, han demostrado que tal posibilidad ha llevado a
que también se incremente la actividad, porque al haber mayores niveles, las
hierbas pueden fijarlo más por unidad de tiempo.
Otra característica del cambio global por
la acción humana es la homogeneización de fauna y flora. Aunque en algún
momento ello fue producto de la caza, hoy se debe a la transformación de los
hábitat en ambientes para la labor agrícola o ganadera, así como por el uso de
tierras para el desarrollo de ciudades.
Asimismo, el traslado del ser
humano de una región a otra ha provocado la introducción de especies, como los
eucaliptos, a veces de manera intencional; pero en otros ha sido accidental.
Eso ha generado uniformidad.
En la actualidad 40 por ciento
de la producción primaria neta mundial, es decir de la generación de alimento
para los herbívoros en general, está directa (cuando extraemos una planta o
cortamos un árbol para producir muebles) o indirectamente (ganado pastando)
dominada por el hombre. Estamos en presencia de ecosistemas controlados.
Indicó que también se ha observado que
con el tiempo la presión social en términos de demanda de recursos ha llevado a
que cada vez se requieran más tierras. Antes se destinaban hasta 20 años para
dejar descansar el campo, tiempo que se ha reducido de 5 a 8. Ello disminuye de
forma considerable la capacidad de que la vegetación se recupere.
Julio Campo aseveró que los cambios
ambientales llevan, por un lado, a la homogeneización de la diversidad
biológica. Las especies que se beneficiaban por la baja disponibilidad de algún
elemento tenían la capacidad de subsistir de esa manera, pero con el incremento
de elementos como el nitrógeno en el suelo por la actividad humana, hoy están
desapareciendo al no poder competir.
No obstante, cuando se toman medidas es
necesario aplicarlas con cuidado, ya que, por ejemplo, el uso de fertilizantes
provoca numerosas consecuencias ambientales. La utilización de fósforo es
riesgosa porque puede deteriorar la calidad de los cuerpos de agua
continentales; y la de nitrógeno acentúa el cambio en el clima, concluyó el
investigador.
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Julio Campo Alves, investigador del
Instituto de Ecología de la UNAM, señaló que una consecuencia a futuro del
cambio climático es que el ambiente se haga más extremoso.
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Debido a la intervención humana, los periodos de recuperación que necesitan las tierras para volver a ser productivas, pueden ser prolongados, reconoció el investigador de la UNAM Julio Campo.