Boletín UNAM-DGCS-194
Ciudad Universitaria
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Pies de fotos al
final del boletín
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Señaló Manuel Peimbert,
del Instituto de Astronomía de la UNAM y miembro de El Colegio Nacional
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Ofreció la conferencia “El
universo en que vivimos”, dentro de las actividades del Año Internacional de la
Física
·
Hasta ahora se conocen
cerca de 160 mundos, llamados exoplanetas, los cuales giran alrededor de otros
soles, dijo
El universo es distinto en función del tiempo.
En épocas anteriores, era más pequeño y caliente, y en el futuro será más
grande y frío. El nuestro es “privilegiado”, porque antes fue demasiado
ardiente para permitir observadores y dentro de miles de millones de años será
tan gélido que no habrá vida.
Así lo aseguró Manuel Peimbert, investigador del
Instituto de Astronomía de la UNAM y miembro de El Colegio Nacional, quien
agregó que quizá haya muchos cosmos, y la humanidad pertenezca a uno de ellos.
Los especialistas confirman un número infinito de espacios fuera o en un lugar
distinto al nuestro.
Al ofrecer la conferencia “El
universo en que vivimos”, dentro de las actividades del Año Internacional de la
Física, señaló que esa idea surgió hace apenas dos décadas. En ese sentido,
estas formaciones podrían generarse y desaparecer en función del tiempo;
“llegaríamos a una teoría de metauniverso, de creación continua, de tal manera
que no hubiera principio ni final, pero eso es hasta ahora una especulación”.
Lo que sí es seguro, aclaró, es que el nuestro
no es todo lo visible afuera de la Tierra. Hay otra materia, pero obscura. Se
conoce su existencia por la fuerza gravitacional; por ejemplo, la velocidad de
rotación de nuestra galaxia se mantiene constante a grandes distancias, de otra
forma disminuiría.
Manuel Peimbert expuso que los
antepasados más remotos son los objetos celestes, nebulosas planetarias y
supernovas, estas últimas “alquimistas exitosas” que pueden transmutar
elementos en otros y por ello son responsables de la existencia de los
“ingredientes” que nos forman, como oxígeno, carbono, sodio o magnesio, entre
otros. Si tales estrellas masivas no hubieran existido no estaríamos aquí.
El profesor emérito refirió que los astros en
formación tienen pequeños discos de polvo alrededor que dan lugar a la
formación de planetas. Hasta ahora se conocen cerca de 160 mundos, llamados
exoplanetas, los cuales giran alrededor de otros soles.
Se cree, abundó el destacado
científico, que la mayoría de las estrellas poseen planetas. El universo
observable tiene aproximadamente 100 mil millones de galaxias, cada una de las
cuales contiene alrededor de 100 mil millones de estrellas.
Ante tal cantidad, resultaría
raro que sólo el nuestro estuviera habitado. A pesar de que por el momento no
se ha establecido contacto con alguna civilización extraterrestre, ese es uno
de los objetivos a los cuales se dedica la astronomía, explicó.
Manuel Peimbert recordó que 98
por ciento de lo conocido del cosmos proviene de la observación de los fotones
provenientes de los objetos celestes, los cuales, al igual que nosotros, los
emiten, aunque no puedan observarse por estar en el infrarrojo.
Uno de los problemas para
entender el espacio, dijo el astrónomo, es determinar las distancias; como un
foco, entre más lejano está un objeto se observa menos brillante. Las galaxias,
si están cercanas se alejan más despacio y conforme están más lejos se
distancian con mayor rapidez, lo cual revela una expansión.
Para entender esta situación se
requiere una teoría como la de la Gran Explosión. Si se aleja, significa que
antes la materia estaba más cerca, y en un pasado todavía más remoto todo
estuvo concentrado en un solo punto. Entonces se registró el “estallido” y se
creó cuanto existe, añadió.
Albert Einstein cuestionó algo que los niños
también preguntan: ¿por qué las estrellas no han caído sobre la Tierra? O más
específicamente, ¿por qué si la teoría de la gravitación dice que las masas se
atraen no se encuentran otras galaxias con la nuestra?
Sin saber de la expansión, contestó que debía
haber una fuerza que lo impidiera, por lo que propuso un principio de repulsión
a la cual llamó la “constante cosmológica”. La introdujo en sus ecuaciones de
campo y encontró un universo estático, que podría tener una edad infinita sin
que se modificaran las distancias entre galaxias.
En 1929 supo que efectivamente
hay dicho alejamiento y reconoció la no existencia de su constante propuesta.
Años más tarde, en 1998, se descubrió que las partes más alejadas del universo
se aceleran con respecto a nosotros. En lugar de que la atracción frene su
carrera, se están activando, recalcó.
Posteriormente, en el 2000 volvió
a sustentarse este fenómeno, y la única explicación para ello es que existe una
fuerza de repulsión gravitacional a grandes distancias, precisó.
“El gran error de Einstein en el siglo XX es el
más importante para el XXI, porque podemos determinar de qué está hecha la
energía del universo observable, y sólo 4 por ciento se debe a los átomos que
conocemos, a la tabla periódica. Del resto (la materia obscura) no sabemos casi
nada. Debe estar formada de partículas aún no encontradas”, concluyó Manuel
Peimbert.
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FOTO 01
Manuel Peimbert, investigador del
Instituto de Astronomía de la UNAM, señaló que quizá haya muchos cosmos, y la
humanidad pertenezca a uno de ellos.
FOTO 02
Manuel Peimbert ofreció la conferencia “El universo en que vivimos”, dentro de las actividades del Año Internacional de la Física.