06:00 hrs.  24 de Febrero  de 2005

 

Boletín UNAM-DGCS-151

Ciudad Universitaria

Pies de foto al final del boletín

 

PARTICIPAN CIENTÍFICOS DE LA UNAM EN DESCUBRIMIENTO DE MATERIA PERDIDA EN EL UNIVERSO

 

 

Un grupo de diez científicos del Instituto de Astronomía de la UNAM, encabezado por Fabrizio Nicastro, colaboró en la detección de materia escondida entre dos enormes nubes intergalácticas de gas difuso y caliente, cuya existencia se predijo de forma teórica y por simulaciones numéricas.

 

Gracias a su identificación por el observatorio espacial Chandra de Rayos X, dependiente de la NASA, la teoría del Big Bang adquiere solidez y se confirma que “describe de manera adecuada cómo se formó nuestro universo. Esa es la importancia del resultado”, explicó al respecto Yair Krongold, uno de los participantes universitarios.

 

El especialista señaló que dichas formaciones están a 150 y 380 millones de años luz de nosotros. Se componen de material poco denso y caliente: alrededor de un millón de grados centígrados. Ello se debe a que cuando se colapsa para formar estructuras (como las galaxias) choca y eleva su temperatura. Por su constitución difícilmente se enfría.

También, dijo, como resultado de esta última característica, es difícil su detección. De hecho, en la luz visible no puede observarse, sino sólo en el espectro de rayos X. Incluso, dada la baja interacción del hidrógeno con la radiación es infructuoso identificar ese gas. Por ello se buscan elementos más pesados, como el oxígeno, donde aún queden electrones para absorber los fotones de la luz.

 

Bajo estos parámetros, el líder del proyecto de la UNAM, Fabrizio Nicastro, propuso observar cuasares –objetos celestes que irradian gran cantidad de energía– cuando estuvieran brillantes, pues producen destellos que incrementan su luminosidad, “como si tuviéramos un foco de 100 watts y de pronto se convirtiera en uno de tres mil”, reveló.

 

El descubrimiento pudo hacerse bajo esa idea análoga. Cuando eso ocurre es mucho más fácil distinguir las nubes de gas intergaláctico porque la fuente luminosa del “fondo” es mayor. Es el momento preciso para dirigir los telescopios hacia los cuasares.

 

En este caso, prosiguió, se observó el Markarian 421, ubicado a 400 millones de años luz, cuya luminiscencia atraviesa el material nuboso, donde los fotones son absorbidos por los electrones de los átomos. Esa fue la dinámica eficaz.

 

Los cuasares, explicó Krongold, generan dos chorros de material procedentes de un disco que rodea a un agujero negro; es decir, la materia cae al hoyo y, al mismo tiempo, del aro salen dos corrientes de partículas. Cuando aumenta su contenido intensifica su brillo. El objetivo fue captar uno de esos destellos. Uno de los flujos observado ve directamente hacia nuestro planeta, con lo que se consiguió precisarlo.

 

Se utilizó otro satélite de rayos X, llamado Rossi X-Ray Timing Explorer, el cual monitorea varios cuasares. Cuando vio una luminosidad 30 veces mayor a la habitual en Markadian 421, el telescopio Chandra pudo observar ese objeto.

 

Las teorías, abundó Yair Krongold, formulan que 70 por ciento del universo es energía pura obscura, cuya presencia se infiere porque, de acuerdo con la cantidad de masa existente, el cosmos debería frenar, y por el contrario, se expande y acelera más.

 

Algunos suponen que tiene que ver con la densidad del vacío, que no es realmente tal; otros, que la fuerza gravitacional a grandes distancias es repulsiva en lugar de atractiva, aunque a ciencia cierta se desconoce este mecanismo.

 

Después, 25 por ciento del cosmos es materia obscura, de la cual también se ignora todo excepto su existencia gracias al efecto gravitacional que produce sobre la materia visible, que representa sólo el 5 por ciento del total del universo.

 

De esta última, llamada bariónica, había un faltante de 50 por ciento en nuestro espacio cercano (en el cúmulo local y vecino de galaxias, donde se ubica la Vía Láctea), que gracias a las investigaciones y observaciones de los científicos de la UNAM y sus colaboradores de las universidades de Harvard y Ohio, ahora se ha encontrado.

 

El hallazgo, dado a conocer en la prestigiada revista Nature reafirma que las teorías funcionan y dan confianza. “Si esta materia no hubiese sido encontrada, hubiera sido necesario replantear todo; no sólo de la bariónica o conocida, sino de la materia y la energía obscuras”, refirió.

 

La comunidad científica, expuso Krongold, ha tomado el hallazgo con entusiasmo, aunque hay reservas para confirmar los resultados, lo cual podría ocurrir en un par de años. Para ello, el equipo de científicos, expertos en análisis de datos de rayos X, modelos de fotoionización de gas o de colapso gravitacional ya tiene planeadas nuevas observaciones. “Es importante corroborar los datos obtenidos. Hay que ver en otras direcciones, hacia otros cuasares brillantes”.

 

Por último, expuso que este proyecto muestra que en la Universidad Nacional se hace ciencia de frontera. Por ello, “debemos seguir apoyando esta actividad que rinde frutos, ya que el estudio del universo se traduce en nuestra vida diaria”, concluyó.

 

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Yair Krongold, del Instituto de Astronomía de la UNAM, habló del equipo de universitarios que colaboró en la detección de materia escondida entre nubes intergalácticas de gas difuso y caliente.

 

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La teoría del Big Bang adquiere solidez y se confirma que “describe de manera adecuada cómo se formó nuestro universo”, explicó Yair Krongold, miembro del Instituto de Astronomía de la UNAM.