Boletín UNAM-DGCS-117
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final del boletín
IRRUMPEN NUEVOS PATRONES DE INTEGRACIÓN FAMILIAR POR LA TECNOLOGÍA Y LA COMUNICACIÓN
·
No es posible reconocer sólo núcleos
conformados por madre, padre e hijos, señaló Carlos Welti, investigador del IIS
de la UNAM
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Hoy es aceptado establecer relaciones afectivas
independientemente del sexo de las personas y cuyo fin último no es
necesariamente la procreación, subrayó
·
Las interacciones afectivas han cambiado sus
mecanismos, la gente prefiere vincularse por medio de chats o en los llamados
frees, destacó Dalia Chargoy, profesora de la FP
·
Mañana, 14 de febrero, se celebra el Día del
Amor y la Amistad
En la actualidad se observa la
irrupción de diferentes patrones de arreglos familiares; ya no es posible
reconocer sólo núcleos conformados por madre, padre e hijos. Es preciso
entender la existencia de otras uniones donde la reproducción no es el fin
principal, subrayó Carlos Welti Chanes, miembro del Instituto de
Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.
Cada vez se ven más familias
estructuradas de diferente forma, con menos hijos o sin ellos, así como uniones
conyugales homosexuales –añadió Welti Chanes–, cuya integración responde, en
muchos casos, a los objetivos dictados por los medios de comunicación. En todo
caso, el amor no ha cambiado, porque precisamente a este afecto obedece la
conformación de los vínculos actuales, sostuvo el demógrafo.
Hoy es aceptado establecer
relaciones afectivas independientemente del sexo de las personas y cuyo fin
último no es necesariamente la procreación. De hecho, consideró, en la medida
en la que el grueso de la colectividad apruebe estas nuevas situaciones,
estaremos aproximándonos a relaciones más igualitarias.
Al hablar de la pareja, uno de
los componentes que dio origen a la celebración del 14 de febrero, fecha que en
México y muchos países del mundo se utiliza para festejar el amor y la amistad.
Por su parte, Dalia Chargoy,
académica de la División de Educación Continua de la Facultad de Psicología
(FP), consideró que las parejas se forman por una necesidad psicológica y
emocional de unificación. Se trata de una unión natural para satisfacer las
necesidades de expansión. Sin embargo, sus mecanismos han cambiado y la gente
se escuda tras una computadora, en los chats o en los contactos frees (sin
obligaciones), porque tiene miedo de darse y ser lastimada, aseveró.
Esa es la manera más dolorosa
de entablar contacto, destacó, porque el no afirmar un compromiso es como
sumergirse en un “hoyo negro” donde no se sabe qué va a suceder. Por otra
parte, las variaciones sociales de algunos de estos acuerdos tienen que ver con
un discurso de los medios, que por moda o intereses de lucro le restan
importancia al verdadero sentido del amor y fortalecen la imagen de la
infidelidad.
En este mismo sentido, en la
sociedad actual se pone mayor énfasis al hecho de dar, de regalar. Al recibir
se le asocia cierta carga negativa y por tanto propicia que ”se reciba” con
cierta culpa, lo que hace que se “abarate” ese sentimiento, la mercadotecnia lo
ha presentado como un recurso carente de valores que, en ocasiones, se pueden
comprar con regalos, cuando es una actitud humana profundamente gratuita,
subrayó la psicoterapeuta.
La conmemoración del Día del
Amor y la Amistad, tan popular en diversas culturas del orbe, tiene orígenes
remotos. Se asegura que en la antigua Roma el 15 de febrero se celebraba el día
de la fertilidad o lupercalia, en honor del dios Lupercus.
Se cuenta que el emperador
Claudio II creía que los soldados casados no eran tan eficientes como los
solteros; por ello, mandó martirizar a San Valentín, quien dedicó su vida a
bendecir matrimonios, prohibido por el soberano. Sin embargo, fue en 1969
cuando el calendario Católico Romano dedicó la fecha actual a este santo.
Aunque en principio estuvo
dedicada a festejar a los enamorados, se ha hecho extensiva no sólo para que la
gente demuestre su afecto sino también su amistad.
De acuerdo con el último Censo
Nacional de Población realizado por el Instituto Nacional de Estadística,
Geografía e Informática (INEGI), hasta el 2000 existían en México 25.6 millones
de solteros mayores de 12 años, divididos en 13.2 millones de hombres y 12.4
millones de mujeres.
Asimismo, de los resultados de
este informe se derivó que 37.9 millones de personas estaban casadas o vivían
en unión libre y alrededor de 5.4 millones tenían la condición de separación,
divorcio o viudez.
En Aguascalientes, Coahuila,
Guanajuato, Michoacán, Nuevo León, Yucatán y Zacatecas, una de cada dos
personas está casada. En tanto que las menores proporciones de habitantes
casados se registró en Nayarit (39.7), Veracruz (38.5) y Chiapas (37.7 por
ciento).
Las entidades con mayores
índices de uniones libres eran: Nayarit (18.8), Chiapas (18.1), Veracruz (16.3)
y Baja California (15.6 por ciento). En tanto que Baja California, Distrito
Federal y Morelos registraron las cifras más significativas de sujetos
divorciados o separados (4.9, 5.5 y 4.2 por ciento del total local, respectivamente).
En Aguascalientes, Distrito
Federal, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Querétaro y Zacatecas, por otra parte,
habita el mayor número de mujeres solteras que hombres en igual situación.
En opinión de Carlos Welti, en
México se vive una época de infidelidad documentada. En el pasado esta
situación sólo se veía reflejada en las grandes novelas o en las obras de
teatro, pero ahora hay cifras que permiten dar cuenta de este comportamiento
soterrado.
De acuerdo con el INEGI, si en
2000 había 7.4 divorcios por cada 100 matrimonios, en 2001 eran 8.6; en 2002,
9.8, y en 2003 de 11 separaciones. Incluso, la tasa bruta de nupcialidad,
indicada por el número de matrimonios civiles por cada mil habitantes,
descendió: en el 2000 fue de 7.0, en 2001 de 6.5, en 2002 de 6.0, y en 2003 de
5.6 enlaces.
Esta situación, mencionó,
tiene que ver con la movilidad y la posibilidad de establecer cualquier tipo de
relación, incluso virtuales. En ese sentido, habría que preguntarse en qué medida
un desarrollo tecnológico como la Internet permite el advenimiento de nuevos
tipos de vinculación, muchos de estos, incluso involucran la sexualidad.
En opinión de Welti Chanes, el
descubrimiento del medicamento contra la impotencia ha tenido implicaciones
importantes en la estabilidad conyugal y, al mismo tiempo, ha permitido que
cada vez se integren más hombres mayores con mujeres jóvenes. Un hecho
innegable, dijo, es que las separaciones van en aumento y esto se ha vinculado
con la adquirida independencia de la mujer y la ampliación de la esperanza de
vida de la población.
Otro aspecto relevante, agregó
el sociólogo, es la infidelidad femenina, la cual es mucho más frecuente de lo
que la gente imagina. En la actualidad, un porcentaje considerable de ellas
conoce y utiliza algún método anticonceptivo, lo cual les ha dado mayor
libertad en su ejercicio coital.
Pese a cualquier implicación
moral, la infidelidad es una cuestión personal, pues el sujeto se engaña a sí
mismo porque es incapaz de afrontar su situación y hablar al respecto, porque
todo alejamiento es doloroso, aseveró Dalia Chargoy.
En la interacción amorosa,
enfatizó, el compromiso es con uno mismo, como responsabilidad de conocimiento,
respeto y aceptación. Su ausencia provoca nuevos encuentros en donde se busca
lo que nosotros no damos.
Esta actitud, precisó la
especialista, se cultiva con hechos. Por lo regular una relación de pareja se
fractura cuando los involucrados no cubren sus expectativas. En realidad es un
recurso para trabajar con uno mismo, “para amar incondicionalmente porque la
medida del amor es amar sin medida, pero primero debo quererme todos los días”,
destacó.
Por eso, muchas veces, cuando
llega una persona dispuesta a amar no la distinguimos, porque nuestra percepción
no lo tiene identificado, no lo reconocemos como propio y no importa su
donación, puntualizó la especialista. Cómo puede haber congruencia en lo que
pienso, siento y quiero, si no se me permito o me niego a tocarme, sentir y
entregarme, cuestionó.
Los orígenes de esta
situación, consideró, se encuentran en la familia, donde la mayoría de las
demostraciones de cariño se dan en el ámbito del discurso, no en su
manifestación física. Por ello, al crecer se repiten patrones o mecanismos
adoptados para ser reconocidos, amados y respetados.
No obstante, afirmó Welti
Chanes, la conformación actual de las parejas es un proceso irreversible,
precisamente porque en estas uniones sigue presente la necesidad de buscar
afectos. Pero esto no quiere decir que las familias hayan pasado a término
secundario. Su función sigue siendo importante, sólo que ahora es necesario
aceptar la existencia de un nuevo tipo de estructuras, aclaró.
En estos días, esa figura, la
figura familiar, no depende de ser un espacio para la reproducción: “debe
seguir siendo un lugar idóneo para la transmisión de valores y por eso es
innegable su papel como institución social”, concluyó.
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PIES DE FOTO
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La infidelidad es
una cuestión personal, pues el sujeto se engaña a sí mismo porque es incapaz de
afrontar su situación y hablar al respecto, aseveró Dalia Chargoy, de la
Facultad de Psicología.
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Cada vez más se
ven más familias estructuradas de diferente forma, con menos hijos y sin ellos,
indicó Carlos Welti, del Instituto de Investigaciones Sociales.
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