Boletín UNAM-DGCS-110
Ciudad Universitaria
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Pies de fotos al
final del boletín
La conformación de las parejas y la integración
familiar en el México contemporáneo presenta cambios radicales, no sólo por el comportamiento
social o individual, sino por la acción de los medios de comunicación y la
Internet.
En ello coincidieron Dalia Chargoy, académica
de la División de Educación Continua de la Facultad de Psicología (FP), y
Carlos Welti Chanes, miembro del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS),
ambos de la UNAM, quienes consideraron que hoy es aceptado establecer
relaciones afectivas independientemente del sexo de las personas y cuyo fin
último no es necesariamente la procreación.
Cada vez se ven más familias estructuradas de
diferente forma, con menos hijos o sin ellos, indicó Welti Chanes; así como
uniones conyugales homosexuales. En todo caso, el amor no ha cambiado, porque
precisamente a este afecto obedece la conformación de los vínculos actuales, sostuvo
el demógrafo.
De hecho, consideró, en la medida en la que el
grueso de la colectividad apruebe estas nuevas situaciones, estaremos
aproximándonos a relaciones más igualitarias.
En la actualidad se observa la irrupción de
diferentes patrones de arreglos domésticos; ya no es posible reconocer sólo
núcleos conformados por madre, padre e hijos. Es preciso entender la existencia
de otras uniones donde la reproducción no es el fin principal, subrayó al
hablar de la pareja, uno de los componentes que dio origen a la celebración del
14 de febrero, fecha que en México y muchos países del mundo se utiliza para
festejar el amor y la amistad.
Esta conmemoración, tan popular en diversas
culturas del orbe, tiene orígenes remotos. Se asegura que en la antigua Roma el
15 de febrero se celebraba el día de la fertilidad o lupercalia, en honor del
dios Lupercus.
Se cuenta que el emperador Claudio II creía que
los soldados casados no eran tan eficientes como los solteros; por ello, mandó
martirizar a San Valentín, quien dedicó su vida a bendecir matrimonios,
prohibido por el soberano. Sin embargo, fue en 1969 cuando el calendario
Católico Romano dedicó la fecha actual a este santo.
Aunque en principio estuvo dedicada a festejar
a los enamorados, se ha hecho extensiva no sólo para que la gente demuestre su
afecto sino también su amistad.
De acuerdo con el último Censo Nacional de Población realizado por el
Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), hasta el
2000 existían en México 25.6 millones de solteros mayores de 12 años, divididos
en 13.2 millones de hombres y 12.4 millones de mujeres.
Asimismo, de los resultados de este informe se
derivó que 37.9 millones de personas estaban casadas o vivían en unión libre y
alrededor de 5.4 millones tenían la condición de separación, divorcio o viudez.
En Aguascalientes, Coahuila, Guanajuato,
Michoacán, Nuevo León, Yucatán y Zacatecas, una de cada dos personas está
casada. En tanto que las menores proporciones de habitantes casados se registró
en Nayarit (39.7), Veracruz (38.5) y Chiapas (37.7 por ciento).
Las entidades con mayores índices de uniones
libres eran: Nayarit (18.8), Chiapas (18.1),
Veracruz (16.3) y Baja California (15.6 por ciento). En tanto que Baja
California, Distrito Federal y Morelos registraron las cifras más
significativas de sujetos divorciados o separados (4.9, 5.5 y 4.2 por ciento
del total local, respectivamente).
En Aguascalientes, Distrito Federal,
Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Querétaro y Zacatecas, por otra parte, habita
el mayor número de mujeres solteras que hombres en igual situación.
En opinión de Carlos Welti, en México se vive
una época de infidelidad documentada. En el pasado esta situación sólo se veía
reflejada en las grandes novelas o en las obras de teatro, pero ahora hay
cifras que permiten dar cuenta de este comportamiento soterrado.
De acuerdo con el INEGI, si en 2000
había 7.4 divorcios por cada 100 matrimonios, en 2001 eran 8.6; en 2002, 9.8, y
en 2003 de 11 separaciones. Incluso, la tasa bruta de nupcialidad, indicada por
el número de matrimonios civiles por cada mil habitantes, descendió: en el 2000
fue de 7.0, en 2001 de 6.5, en 2002 de 6.0, y en 2003 de 5.6 enlaces.
Esta situación, mencionó, tiene que ver con la
movilidad y la posibilidad de establecer cualquier tipo de relación, incluso
virtuales. En ese sentido, habría que preguntarse en qué medida un desarrollo
tecnológico como la Internet permite el advenimiento de nuevos tipos de
vinculación, muchos de estos, incluso involucran la sexualidad.
Al respecto, Dalia Chargoy consideró que las
parejas se forman por una necesidad psicológica y emocional de unificación. Se
trata de una unión natural para satisfacer las necesidades de expansión. Sin
embargo, sus mecanismos han cambiado y la gente se escuda tras una computadora,
en los chats o en los contactos free (sin obligaciones), porque tiene miedo de
darse y ser lastimada, aseveró.
Aunque, destacó, esa es la manera
más dolorosa de entablar contacto, porque el no afirmar un compromiso es como
sumergirse en un “hoyo negro” donde no se sabe qué va a suceder. Por otra
parte, las variaciones sociales de algunos de estos acuerdos tienen que ver con
un discurso de los medios, que por moda o intereses de lucro le restan
importancia al verdadero sentido del amor y fortalecen la imagen de la
infidelidad.
En este mismo sentido, en la sociedad actual se
pone mayor énfasis al hecho de dar, de regalar. Al recibir se le asocia cierta
carga negativa y por tanto propicia que ”se reciba” con cierta culpa, lo que
hace que se “abarate” ese sentimiento, la mercadotecnia lo ha presentado como
un recurso carente de valores que, en ocasiones, se pueden comprar con regalos,
cuando es una actitud humana profundamente gratuita, subrayó.
En opinión de Welti Chanes, el descubrimiento
del medicamento contra la impotencia ha
tenido implicaciones importantes en la estabilidad conyugal y, al mismo tiempo,
ha permitido que cada vez se integren más hombres mayores con mujeres jóvenes.
Un hecho innegable, dijo, es que las
separaciones van en aumento y esto se ha vinculado con la adquirida
independencia de la mujer y la ampliación de la esperanza de vida de la
población.
Otro aspecto relevante, agregó el sociólogo, es
la infidelidad femenina, la cual es mucho más frecuente de lo que la gente
imagina. En la actualidad, un porcentaje considerable de ellas conoce y utiliza
algún método anticonceptivo, lo cual les ha dado mayor libertad en su ejercicio
coital.
Pese a cualquier implicación moral, la
infidelidad es una cuestión personal, pues el sujeto se engaña a sí mismo
porque es incapaz de afrontar su situación y hablar al respecto, porque todo
alejamiento es doloroso, aseveró Dalia Chargoy.
En la interacción amorosa, enfatizó, el
compromiso es con uno mismo, como responsabilidad de conocimiento, respeto y
aceptación. Su ausencia provoca nuevos encuentros en donde se busca lo que
nosotros no damos.
Esta actitud, precisó la psicoterapeuta, se
cultiva con hechos. Por lo regular una relación de pareja se fractura cuando
los involucrados no cubren sus expectativas. En realidad es un recurso para
trabajar con uno mismo, “para amar incondicionalmente porque la medida del amor
es amar sin medida, pero primero debo quererme todos los días”, destacó.
Por eso, muchas veces, cuando llega una persona
dispuesta a amar no la distinguimos, porque nuestra percepción no lo tiene
identificado, no lo reconocemos como propio y no importa su donación, puntualizó
la especialista. Cómo puede haber congruencia en lo que pienso, siento y
quiero, si no se me permito o me niego a tocarme, sentir y entregarme,
cuestionó.
Los orígenes de esta situación, consideró, se
encuentran en la familia, donde la mayoría de las demostraciones de cariño se
dan en el ámbito del discurso, no en su manifestación física. Por ello, al
crecer se repiten patrones o mecanismos adoptados para ser reconocidos, amados
y respetados.
No obstante, afirmó Welti Chanes, la
conformación actual de las parejas es un proceso irreversible, precisamente
porque en estas uniones sigue presente la necesidad de buscar afectos. Pero
esto no quiere decir que las familias hayan pasado a término secundario. Su
función sigue siendo importante, sólo que ahora es necesario aceptar la
existencia de un nuevo tipo de estructuras, aclaró.
En estos días, esa figura, la figura familiar,
no depende de ser un espacio para la reproducción: “debe seguir siendo un lugar
idóneo para la transmisión de valores y por eso es innegable su papel como
institución social”, concluyó.
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PIES DE FOTO
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La infidelidad es
una cuestión personal, pues el sujeto se engaña a sí mismo porque es incapaz de
afrontar su situación y hablar al respecto, aseveró Dalia Chargoy, de la
Facultad de Psicología.
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Cada vez más se
ven más familias estructuradas de diferente forma, con menos hijos y sin ellos,
indicó Carlos Welti, del Instituto de Investigaciones Sociales.
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