06:00 hrs.  29 de Diciembre de 2005

 

 

Boletín UNAM-DGCS-1067

Ciudad Universitaria

 

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INVESTIGAN CAUSAS ESPECÍFICAS DEL INCESTO; LA DENUNCIA ES BAJA POR VERGÜENZA

 

·        Afirmó José Rubén Quiroz Pérez, de la de la Facultad de Medicina de la UNAM

·        Se presenta hasta en un 15 por ciento de la población, aunque es un dato poco confiable, dado que se oculta por vergüenza y tabúes, dijo

·        Se requiere del compromiso de toda la sociedad, para cambiar patrones de educación, señaló

 

El incesto se presenta hasta en un 15 por ciento de la población mexicana, aunque es un dato poco confiable, dado que se oculta por vergüenza y tabúes,  por lo que se requiere investigar sus causas específicas, contexto y cultura, para atacar su incidencia, indicó José Rubén Quiroz Pérez, de la Facultad de Medicina de la UNAM.

 

El jefe de la Sección de Evaluación del Departamento de Medicina Familiar reveló que es un tema poco abordado, pero sucede en todo tipo de familias, tanto en las de nivel académico y poder adquisitivo, como en las de escasos recursos y poca formación.

 

Para su erradicación, consideró, es necesario el compromiso de toda la sociedad. “Cuando se sabe de una situación, la gente se indigna y enoja, pero no hace más”. Se requiere cambiar muchos patrones de educación; pues es frecuente obligar a los menores a acercarse a los adultos cuando no lo desean y se les tacha de mal educados; esa puede ser una señal. Lo más importante es dialogar sobre ello.

 

El incesto, explicó, es cualquier abuso sexual entre un menor y un adulto con un lazo de consanguinidad; “también se considera entre menores, cuando hay una diferencia de cinco años o más”. Por lo general, se presenta en infantes o adolescentes; pueden llegar a adultos con esa relación, pero es difícil que se inicie entre ellos. “No sólo es tener coito entre individuos, sino otras conductas”.

 

El problema es el daño a la víctima, quien no crece sano, sino con sentimiento de culpa y angustias, porque son amenazados ellos mismos o sus seres queridos si delatan lo sucedido. Son personas manipuladas que se sienten diferentes, de segunda, porque creen que algo hicieron para vivir esta situación, se sienten malos y que merecen lo acontecido. Como por lo regular lo padecen de niños, “no tienen conciencia clara de por qué les sucede; no pueden pensar que se los hace gente enferma”, apuntó.

 

Esta vejación puede darse luego de que la madre desaparece por cualquier causa, como muerte, abandono o por una enfermedad crónica que la vuelva inválida o le imposibilita cubrir con sus funciones, entonces una de las hijas de la familia las ocupará, incluso las sexuales, expuso.

 

Irremediablemente tiene que ver con el poder. Las circunstancias como se presenta pueden ser de diferente índole, pero siempre en una situación de mando sobre otro. Entre padres e hijas es más común, y entre hermanos también; lo que es más raro, aunque sí se presenta, es entre madres e hijos, reconoció.

 

Las cifras no son exactas, porque en términos generales es un tabú, y se le considera un secreto familiar. No es tan raro que lo sufran tanto hombre como mujeres cuando son niños; pero cuando los menores hablan de esta situación no se les cree, detalló.

 

No hay una causa específica, dijo; cada caso es diferente, pero se da en una situación propicia. Expertos consideran que el incesto sucede cuando la familia se destruye y una de las hijas decide sacrificarse por todos; ese secreto los une. Otras personas consideran que quienes lo realizan padecieron el mismo problema, pues están condicionadas.

 

También, comentó, su origen puede ser cultural, sobre todo en sociedades en donde prevalece el machismo y diferencia entre los sexos.

 

Quiroz Pérez reiteró que se ha determinado que el abusador es, por lo general, un individuo inseguro, con autoimagen devaluada; se siente diferente y tiene una gran necesidad de ejercer el poder; presenta, además, problemas de autoridad, comportamientos de mucha rigidez y maneja sentimientos de culpa. Puede ser como cualquier otra persona. Sólo cuando se da esta situación modifica su actuar y tiene trastornos.

 

A la par, la víctima comparte el sentimiento de devaluación, de sentirse raro, solo, de saberse subvaluada. Se da en patrones culturales donde los hijos son vistos como propiedad de los padres a quienes deben obedecerlos ciegamente, advirtió.

 

Para evitar el incesto, recomendó desde un punto de vista macro, se deberían ejercer las leyes. Se tienen consignados los derechos de los niños, pero no se aplican. Todos se quejan de sus padres, “pero nadie enseña a cumplir adecuadamente con esta función”. Tampoco se promueven socialmente las responsabilidades de aceptar a los hijos como individuos, no como objetos.

 

Por tanto, aseveró, deben reafirmarse los valores, para que en las comunidades cuiden a los niños, retomar cuestiones culturales y modificar otras. Hoy día “no se ve que los adultos los aconsejen mucho, que tengan ese acercamiento con ellos”.

 

El asunto, concluyó, es que entre más se presente esta situación, menos individuos sanos se tendrán, y lo que necesita el país es incrementarlos, que cada vez seamos mejores seres humanos, pues quienes han padecido el incesto no serán plenos ni exitosos. 

 

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FOTO 01.

El incesto es un tema poco investigado, del cual se debería investigar más para su erradicación, indicó José Rubén Quiroz Pérez, de la Facultad de Medicina de la UNAM.

 

 

FOTO 02

José Rubén Quiroz Pérez, de la de la Facultad de Medicina de la UNAM, comentó que aunque no hay cifras precisas al respecto, el incesto puede llegar hasta un 30 por ciento de la población.