Boletín
UNAM-DGCS-1023
Ciudad Universitaria
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final del boletín
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Ernesto Jáuregui Ostos, del Centro de
Ciencias de la Atmósfera, se hizo acreedor al Premio Luke Howard que otorga la
Asociación Internacional de Climatología Urbana
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El científico mexicano es pionero en el
estudio del clima de las ciudades tropicales
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Ha investigado fenómenos como las llamadas
islas de calor, la transparencia de la atmósfera urbana y la bioclimatología
Dicha sociedad científica impulsa
estudios que lleven a una mejor calidad de vida en los países urbanizados, que
son los más del planeta. “La mayor parte de la población vive en ciudades desde
hace algún tiempo”, refirió el pionero en el estudio del clima urbano en
metrópolis ubicadas dentro de los trópicos (como la de México).
La IAUC promueve el mejor conocimiento de
los cambios climatológicos que ocurren en las ciudades por el hecho de que se
sustituyen áreas naturales por elementos urbanos, como calles pavimentadas
y edificios.
Ernesto Jáuregui dijo que el clima se
altera y si bien se tenía una noción de que así ocurría, no se había
documentado instrumentalmente. Es el avance que ha habido en décadas recientes,
en que mediante aparatos se determinan las variaciones por la transformación de
áreas rurales a urbanas.
El científico refirió que la IAUC surgió
a partir de la primera conferencia técnica de la Organización Meteorológica
Mundial, en 1984, en la ciudad de México, donde se propiciaron los estudios de
climatología urbana en países en desarrollo, principalmente.
Hoy, la Asociación ha inscrito al socio
número mil. Su sede actual está en Londres, ya que es móvil según la ubicación
de la presidencia, misma que se encarga de organizar las actividades de la
agrupación y su reunión, que tiene lugar cada tres años. En la próxima, a
realizarse en junio del 2006 en Suecia, el doctor Jáuregui recibirá el Premio.
El experto señaló que el clima en las
ciudades se transforma. Tal cambio local consiste en el aumento de la
temperatura, la declinación de la humedad relativa y la disminución en la
intensidad del viento, que propicia el estancamiento o poca ventilación en las
áreas urbanas. Además, “últimamente hemos encontrado que la frecuencia de
lluvias extraordinarias va en aumento en la ciudad de México”.
A ello se sobrepone lo global, debido al
efecto invernadero, y al natural, “porque el clima es variable”. Por todo eso,
abundó Ernesto Jáuregui, se puede decir que vamos hacia un mundo más tibio, en
general, debido a las transformaciones del planeta.
El universitario, invitado a participar
en la primera reunión de expertos en climatología urbana en Ginebra, Suiza,
cuando realizaba estudios de doctorado en Bonn, Alemania, y quien desde entonces
pertenece al equipo de especialistas de la Organización Meteorológica Mundial,
recibirá el galardón junto con “otro notable y distinguido amigo y colaborador,
Timothy Oke, de la Universidad de Vancouver”.
Será la primera vez que la IAUC entregue
el Premio que lleva el nombre de Luke Howard, climatólogo urbano pionero de la
historia reciente, quien en 1833 publicó El clima de Londres, libro que se
constituyó en el primer documento donde se midieron los cambios que se originan
por la urbanización.
“Era la época en que esa ciudad británica
tenía problemas de contaminación serios porque la gente se calentaba en el
invierno con carbón y leña, y la atmósfera era turbia”, acotó.
Explicó que se abrió una convocatoria
para nominar al ganador; posteriormente se nombró un comité que revisó el
curriculum de los candidatos propuestos y al final decidieron otorgarlo al
universitario y a su colega canadiense.
Una de las principales contribuciones del
doctor Jáuregui Ostos es el estudio de la llamada isla de calor o masa de aire
tibio, presente en urbes como la ciudad de México, la cual no es igual todo el tiempo, sino que es dinámica, varía
de intensidad durante el día, con las estaciones del año y en el largo plazo.
Durante el día, el fenómeno culmina al amanecer, cuando los contrastes térmicos son mayores, y a medida que pasan las horas y se inicia el calentamiento solar de la superficie urbana, el aire de la ciudad y de los alrededores se mezcla, aunque el contraste del clima termal no desaparece, explicó.
Así, se observan durante la mañana
contrastes de 9 o 10 grados dentro y fuera de la urbe, y al mediodía son de
sólo dos, “porque hay un intercambio de masas de aire dentro y fuera por la
convección cuando comienza a calentar el sol”, añadió.
La isla de calor, además, es más clara
durante la época de secas; en la temporada de lluvias, cuando hay menos
inversiones y aire estable, se mezcla con mayor rapidez el de la metrópoli y
del campo. Entonces, los contrastes térmicos declinan pero no desaparecen,
abundó.
Finalmente, dijo, este fenómeno tiene una
variación de largo periodo. El aire de la ciudad de México se ha calentado,
sobre todo desde mediados del siglo pasado, debido a éste y a otros factores
como el cambio climático global. Así, la temperatura media anual, que a
principios del siglo XX era de 14.5, subió a 16 en la actualidad.
El aire de la ciudad se calienta a medida
que crece más y con el paso de las décadas, tal incremento ha sido detectado
por los instrumentos, advirtió.
En la actualidad, el destacado científico
trabaja en la medición del clima de metrópolis como Jalapa y próximamente en
Puebla. Además, considera que la ciudad de México es privilegiada porque tiene
varias redes automáticas de meteorología y calidad del aire.
“Este acervo de datos nos ha servido para
nuestras investigaciones. Una de ellas es la de transparencia de la atmósfera
que también ha sufrido cambios. A
medida que hay más emisiones vehiculares hay más gases flotando en el aire que
interceptan la radiación solar incidente”, expuso.
Se ha detectado que recibimos 20 por
ciento menos de ese flujo porque es absorbido por partículas que flotan en el
aire de la capital, de manera que no queman los rayos solares ya que están
atenuados, señaló.
Además, el científico ha descubierto que
los aguaceros intensos (eventos mayores a 30 mm por hora que pueden ocasionar
tragedias) son más frecuentes que en el pasado; de hecho, su incidencia se ha
duplicado.
Ello se debe, argumentó, a que hay más
energía disponible (en la isla de calor) para ese proceso de elevación de nubes
convectivas; “es como darle un empujón a una nube que pasa sobre la ciudad y
encuentra una fuente de calor, y al ser impulsada se desarrolla y es más
destructiva”. Se realizan estudios en otras ciudades para documentar el fenómeno
que se registra en todo el país.
También trabaja en la bioclimatología
urbana, del confort o no de las personas en las urbes, por ejemplo, cuando se
registran ondas de calor en la ciudad de México, que han llegado a 33 grados, y
que para otras regiones no significan problema, pero que ahí provocan molestia
y agobio en la estación cálida en los habitantes.
Por último, el científico expresó estar
satisfecho por haber sido distinguido con el Premio de la IAUC. “Esto es un
estímulo para seguir trabajando en la climatología urbana”.
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Ernesto Jáuregui Ostos, investigador
del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, recibirá el Premio Luke
Howard que otorga la Asociación Internacional de Climatología Urbana.
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El investigador
de la UNAM Ernesto Jáuregui Ostos se ha dedicado al estudio de la llamada isla
de calor o masa de aire tibio, presente en urbes como la ciudad de México.