Boletín UNAM-DGCS-024
Ciudad Universitaria
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EL PODER DE LA PALABRA, CAPAZ DE PROPICIAR TEORÍA Y FILOSOFÍA CONGRUENTES
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El ser humano se define por su capacidad de
verbalización, que nunca debe ser traicionada porque destruye mundos, como se
ha visto en el caso de las ideologías totalitarias
·
Señaló la profesora Angelina Muñiz-Huberman,
de la FFyL de la UNAM
·
Al rendirle homenaje a la filósofa María
Zambrano, se recordó que viajó por los interminables senderos de la palabra
oral y escrita
Cada vocablo
conlleva el sentido mágico de toda obra de creación divina o terrena. Por ello,
crece más allá de sí mismo y alberga una sombra capaz de propiciar una teoría o
filosofía congruentes. Si algo define al ser humano es su capacidad de
verbalización, que nunca debe ser traicionada porque destruye mundos, como se
ha visto en el caso de las ideologías totalitarias. Es indudable que al ser
amorosa, es temible.
Así lo señaló
Angelina Muñiz-Huberman, en las Salas A y B de la Facultad de Filosofía y
Letras (FFyL) de la UNAM, durante la conferencia María Zambrano y el misticismo
de la Cábala, del curso colectivo Exilio y razón poética en homenaje a esa
pensadora.
Abundó que la
palabra bien hallada es ética, no engaña, sino que expone, amplía e ilumina. En
este sentido, se convierte en un ejercicio de responsabilidad, semejante a la
del cabalista, quien no debe errar en una sola letra de lo escrito, porque
destruiría el mundo.
A decir de la
ponente, María Zambrano fue una filósofa que le dio a cada voz un uso más allá
del otorgado por sí misma. Una página, párrafo, oración, frase, un par de
expresiones (“castillo de razones”, “sueño de la inocencia” y “claro del
bosque”) o una sola (“delirio”, “entrañas”, “piedad”, “despertar” o “ruina”)
envuelven y contienen en sí todo el alcance de su filosofía y poesía.
Las desgrana para
hacerlas girar en un vértigo de significados, con el ejercicio constante de su
escritura. Citó el texto de Juan Fernando Ortega Muñoz, Introducción al pensamiento
de María Zambrano (1994): “Pocos autores han dedicado tantas páginas y tantas
horas de reflexión como ella al estudio de la palabra, que en sus manos
adquiere un profundo calado metafísico”.
A decir de la
ensayista, pertenece a ese grupo de pensadoras y también de filósofas y
luchadoras como Simone Weil, Golda Meir o Hanna Arendt que proyectaron por
igual su luz en el siglo XX.
Al hablar sobre
algunos de los textos en donde cada término adquiere conexión mística,
Muñiz-Huberman apuntó que en el capítulo VI de Claros del bosque, la
homenajeada se remonta a la primera palabra, originaria, relevante; aquella que
surge “antes, cuando no se proferían proyectadas desde la oquedad del que las
lanza al espacio lleno o vacío de afuera; al exterior”. En ese instante que va
del silencio al sonido, en su no-existencia, en la pre-palabra es donde hay que
buscarla en su pureza.
Al referirse a la música y número, señaló
que si se da un paso más en la búsqueda de ese vocablo original e imposible de
pronunciar, se obtiene el concepto musical. Ambos no pueden separarse: forman
un todo armónico que explica el ritmo del primer lenguaje. Pero la primera
lleva ventaja al no defraudar y ser captada de una sola vez, alcanzando la
eternidad en lo instantáneo, como un recuerdo del origen del tiempo.
Este arte es
medida, cifra y ordenamiento. Para las antiguas filosofías, la creación divina
se derivó del acoplamiento de las esferas portadoras del poder de la música. De
igual modo, el mensaje sagrado sólo se da en la medida del rezo. Así, el salmo
es melodía y la lira, para Orfeo y para el rey David, es el instrumento que une
número y palabra.
La ponente recordó
algunas palabras de María Zambrano, “La música nace cuando el grito se allana”,
que equivale a someterla al rigor del tiempo y a la medida del signo, camino
místico de la kavaná (estado de concentración mental preparatorio de la
plegaria) que elimina la distracción y predispone la mente para la unión con
Dios.
Es también la vía
del pitagorismo, empeñado en liberar el alma y hallar el número perfecto, el
número de números. Cada nota musical refleja una emanación divina o sefirá como
una de las más sutiles manifestaciones de la experiencia sublimada.
Con lo anterior,
dijo, podemos ver que María Zambrano en su
anhelo de entender la relación del hombre con lo divino, viajó por los
interminables senderos de la palabra, oral y escrita, a la manera de los
antiguos cabalistas que habían desarrollado una nueva trascendencia de la
realidad, ante la crítica época que les tocó vivir.
Sólo en el refugio
del pensamiento único que se atreve a enfrentarse a la razón y a la pasión para
hallar otra vía inefable, se podrá despertar un mundo de armonías recobradas.
Exilio, palabra, música, número, poesía y filosofía se encargarán de ello,
finalizó la autora del Canto del Peregrino.
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Angelina
Muñiz–Huberman, de la FFyL de la UNAM, dictó la conferencia María Zambrano y el
misticismo de la Cábala, dentro del curso colectivo Exilio y razón poética.
FOTO 02
Si algo define al
ser humano es su capacidad de verbalización, que nunca debe ser traicionada
porque destruye mundos, como se ha visto con las ideologías totalitarias,
señaló Angelina Muñiz–Huberman, de la FFyL de la UNAM.