Boletín UNAM-DGCS-021
Ciudad Universitaria
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CÉLULAS
TRONCALES, ESPERANZA PARA EL TRATAMIENTO DE ENFERMEDADES NEURODEGENERATIVAS
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Así lo afirmó la investigadora emérita y
miembro del IFC de la UNAM, Herminia Pasantes
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Tal es el caso de padecimientos como
Alzheimer, Parkinson o Huntington, o bien, la esclerosis múltiple, los cuales
tienen que ver con la muerte de elementos cerebrales
El uso de células troncales
constituye en este momento la única esperanza para el tratamiento de
enfermedades neurodegenerativas, como Alzheimer, Parkinson o Huntington, o
bien, esclerosis múltiple, las cuales tienen que ver con la muerte de elementos
cerebrales, afirmó la investigadora emérita de la UNAM, Herminia Pasantes.
El encéfalo, recordó la
también integrante del Instituto de Fisiología Celular (IFC), está formado por
neuronas. "Lo que hacemos, pensamos, sentimos, imaginamos, soñamos o
creamos es responsabilidad de ellas. Todo se basa en la comunicación de unas
con otras". Cuando fallan o se detienen se desarrollan trastornos.
Por ejemplo, el Parkinson es
resultado de su muerte en una zona específica del cerebro, llamada sustancia
negra. Los individuos que lo padecen tienen problemas invalidantes, como
temblores o rigidez corporal. El trabajo con ese nuevo elemento posibilitaría
reemplazar los componentes perdidos por otros nuevos. Eso curaría en definitiva
la dolencia.
La investigadora recordó que las células troncales son
las primeras que nos forman a partir del óvulo fecundado; se pueden dividir
ilimitadamente y diferenciarse en distintos tipos.
Hay de diversos orígenes. Las
embrionarias se tienen después de la fecundación del óvulo, en la fase de
blastocisto, a través de un embrión fecundado in vitro o de uno clonado. Las
fetales en etapas más avanzadas, aunque ya no se pueden convertir en cualquier
tipo. Igual se adquirieren de un adulto.
Herminia Pasantes refirió que
la clonación tiene la ventaja de que las células se pueden obtener del mismo
individuo y no habría problema de rechazo en el caso de trasplantes de órganos,
como hígado o riñón. O bien, si a una mujer le sacan un óvulo, al cual se le
quita el núcleo para colocar otro, por ejemplo, de una neurona, se podrían
generar en laboratorio.
La científica expuso que estas
últimas utilizan un lenguaje eléctrico, de cargas positivas y negativas. Su
conversación es posible gracias a que poseen un receptáculo donde se alojan
sustancias o neurotransmisores para el vínculo químico, como la dopamina,
epinefrina, adrenalina y norepinefrina.
Pero en ocasiones este proceso
falla. Un caso es la esquizofrenia, enfermedad de jóvenes, devastadora, que
propicia alteraciones de la conducta. "Si con técnicas sofisticadas se
examinasen los cerebros de un enfermo y un sano, prácticamente no se
encontraría ninguna diferencia".
Eso se debe a que la
disfunción es química. Ella produce alucinaciones auditivas: los afectados oyen
voces. También una "ausencia de metas", como el propósito de
levantarse, bañarse e ir al trabajo, y de afectividad: no sienten amor, cariño
o afecto por nadie.
La esquizofrenia, explicó
Pasantes, se produce por un "exceso" de conversación entre las
neuronas que usan a la dopamina para esta actividad. Esta última se une con su
receptor como si fuera la llave en una cerradura.
Luego del descubrimiento de la
clorpromacina, molécula presente en una hierba de la India parecida al
neurotransmisor anterior, se encontró una “pieza” semejante o falsa que se mete
en el cerrojo de quien recibe y no permite que entre la sustancia originaria,
con lo que se evita la afectación.
Otro ejemplo es la depresión.
Se puede sentir tristeza, desgano o discordia debido a muchas circunstancias en
la vida, como la pérdida de alguien querido o el desamor; sin embargo, se sale
de esa situación con el tiempo y estímulos positivos.
En contraste, su expresión
patológica o clínica puede presentarse cuando, a pesar de que el exterior
ayuda, no se tienen ánimos y todo pierde importancia. Eso puede persistir sin
que haya causa. En este caso de trata de una causa orgánica.
Esas células alteradas se
localizan en el llamado circuito del placer o recompensa. "Cuando sentimos
alegría o felicidad, se activan las neuronas de esa zona. Se trata del sector
que se prende a gran velocidad con drogas psicoactivas: cocaína, anfetaminas o
éxtasis".
La alteración produce
depresión. Aquí interviene la norepinefrina; al establecerse la comunicación,
al unirse la "llave a la cerradura", no puede quedarse la puerta
abierta, la conversación debe concluir en algún momento, mediante unas proteínas
llamadas transportadores, que sacan al neurotransmisor del espacio de enlace o
sinapsis y lo meten a la célula.
En estos pacientes falta
unión. Así, se han desarrollado medicamentos que bloquean el transporte de la
norepinefrina, de forma que ésta se queda más tiempo funcionando y la charla
intracelular persiste, con la consecuente mejora de la persona.
Una de las mejores maneras de
activar el circuito del placer, no tan efectiva como las anfetaminas pero menos
peligrosa, es enamorándose. El amor, concluyó la experta, no se da en el
corazón, sino en el cerebro, y es un fenómeno químico.
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FOTO 01
Herminia
Pasantes, investigadora emérita de la UNAM, habló sobre el uso de células
troncales para tratar enfermedades neurodegenerativas.
FOTO 02
Las células
troncales son las primeras que nos forman a partir del óvulo fecundado; se
pueden dividir ilimitadamente y diferenciarse en distintos tipos, recordó
Herminia Pasantes, miembro del IFC de la UNAM.