Boletín UNAM-DGCS-874
Ciudad
Universitaria
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Pies de foto al final del boletín
PODER, DOMINIO Y CONTROL, DETRÁS DE LA VIOLENCIA CONTRA MUJERES
·
Los hombres se resisten a cuestionar su
hegemonía; sólo del dolor y la reflexión varonil pueden surgir los cambios
·
El PUEG y la DGACU realizaron en el Museo del
Chopo el Taller
Masculinidad y Violencia
·
Especialistas de diversas instituciones de
educación superior participaron en una mesa redonda
Los varones mexicanos se
desenvuelven en un sistema de dominio y control que les genera condiciones para
ejercer la violencia ante un conflicto con su pareja, aseguró Roberto Octavio
Garda Salas, del Colectivo de Hombres por las Relaciones Igualitarias.
Al impartir el Taller
“Masculinidad y violencia”, organizado por el Programa Universitario de
Estudios de Género (PUEG) y la Dirección General de Atención a la Comunidad
Universitaria (DGACU), aseveró que este problema surge por la retención del
poder y por ello no se logran cambios, pues este sexo se resiste a cuestionar
su hegemonía.
En el Museo Universitario del
Chopo expresó que es una cuestión “invisible” para muchos varones, derivada del
contexto social y cultural, pero también en relación con la responsabilidad
personal.
Expuso que de manera común son
educados para ser fuertes, duros y
audaces. Al llegar a la vida en común, para ellos es “natural” la
exigencia de servicios sexuales y domésticos de su pareja. Los hombres piden y
esperan una serie de acciones por parte de ellas, pero cuando se niegan surge
el malestar.
Ellos, dijo, deben aprender
que ejercer violencia genera consecuencias y pueden quedarse solos; en tanto,
las mujeres asimilar que no son responsables de la problemática de sus parejas.
Lo más prudente es poner límites y alejarse de una relación agresiva cuando éstos
han sido rebasados.
Durante el taller, realizado
durante las Jornadas Universitarias sobre Masculinidad, Garda Salas abordó la
común fantasía femenina sobre un cambio en su cónyuge. Sin embargo, para que
ello suceda éste debe tomar una decisión personal, basada en el análisis de
errores y en el dolor.
La violencia, continuó, es
abuso de poder donde se busca el control, la dominación de lo diferente y de
aquello percibido como una amenaza a su hegemonía. Ello deriva en una enseñanza
del control ante un conflicto, mientras en lo femenino se aprende a ceder y se
permiten las lágrimas.
Al referirse a la infidelidad,
afirmó que obedece a una perspectiva donde la mujer es un objeto o “cosa”, con
quien no se buscan vínculos más profundos, emocionales y afectivos, sino
simplemente el coito.
Empero, si sólo se analiza la
violencia machista como un aspecto aprendido bajo el contexto cultural y
social, se puede caer en el error de justificarla. “Es real que a los hombres
se nos enseña a ser iracundos, pero también decidimos poderla ejercer y en todo
caso en nosotros está el cambio”, refirió.
Más adelante, en la mesa
redonda “Masculinidad y Jóvenes”, Pilar Lomelín, del Centro Regional de
Investigaciones Multidisciplinarias, expresó que nacer en un cuerpo de hombre o
mujer contiene en sí mismo diferencias reales y evidentes, así como
determinaciones simbólicas expresadas en roles, estructuras psíquicas y condiciones humanas.
Así, afirmó, no son
equitativas las relaciones establecidas en este contexto social, mientras la
sexualidad se vive de manera diferente, dependiendo de los individuos y la
cultura en donde se nace.
En su oportunidad, Rosa María
González Victoria, de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, expresó que el género es un
ordenamiento u organización sociocultural para determinar las diferencias
sexuales, lo cual ha implicado contener aspectos masculinos en las mujeres y
viceversa.
Sin embargo, se advierte desde
el psicoanálisis que los deseos reprimidos están presentes en el inconsciente y
son considerados como una amenaza constante para la estabilidad e
identificación.
Por eso, opinó, la experiencia
de los propios sujetos es una vía para conocer
qué pasa con esas identidades o elaboraciones simbólicas,
aparentemente estables y fijas, construidas
e impuestas desde el exterior e interiorizadas por los propios individuos.
Finalmente, Alfredo Nateras,
profesor e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa,
consideró que las políticas públicas de juventud también deberían dirigirse al
mundo adulto y a sus instituciones.
Es preciso sensibilizar y
capacitar a todos los relacionados con el trabajo con jóvenes, como
funcionarios, políticos, maestros, sacerdotes, cuerpos de seguridad del Estado,
comunicadores, gestores culturales y personal de salud, a fin de que estén informados por la academia para comprender
los sentidos de sus prácticas sociales y sus expresiones culturales.
En la medida como los
detentadores del poder otorguen categoría de ciudadanos a los jóvenes, dotándolos
de derechos –por ejemplo a la información sexual–, se estará en posibilidad de
vivir y convivir con las diferencias, así se esté o no de acuerdo con las
decisiones de este segmento, concluyó.
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FOTO 1
Roberto Octavio Garda Salas, del Colectivo de Hombres
por las Relaciones Igualitarias, dijo en la UNAM que los varones mexicanos se
desenvuelven en un sistema de dominio y control que les genera condiciones para
ejercer la violencia ante un conflicto con su pareja.
FOTO 2
Asistentes al Taller “Masculinidad y violencia”, organizado por el Programa Universitario de Estudios de Género y la Dirección General de Atención a la Comunidad Universitaria, abordaron la forma para hacer más igualitarias las relaciones hombre–mujer.