Boletín UNAM-DGCS-845
Ciudad Universitaria
Pies de fotos al
final del boletín
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Es el primer mexicano que recibe este
reconocimiento por su contribución al enriquecimiento de esta especialidad
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El rector Juan Ramón de la Fuente destacó
las aportaciones del galardonado a esta disciplina y sus valores universales
La Universidad Nacional, a través de la Facultad de Arquitectura
(FA), entregó la medalla Manuel Tolsá al destacado arquitecto Ricardo
Legorreta, lo que lo convierte en el primer mexicano que recibe tal
reconocimiento por haber contribuido en forma significativa al enriquecimiento
de la arquitectura.
Al entregarle el galardón, el
rector Juan Ramón de la Fuente resaltó que para la UNAM representa un honor
conceder esta distinción, por todo lo que Ricardo Legorreta aportó a la
arquitectura mexicana y a sus valores universales.
Luego de la ceremonia de
premiación, De la Fuente inauguró la Mediateca de la FA y las instalaciones de
los archivos de San Carlos y de Arquitectos Mexicanos, ubicados en el sótano de
la Biblioteca “Lino Picaseño”, y del Teatro Carlos Lazo, respectivamente.
En el evento, el director de
la FA, Felipe Leal Fernández, aseguró que la entrega del galardón es un acto de
justicia a un mexicano universal, interlocutor internacional, promotor de la
arquitectura y embajador de la cultura y las artes de México en el mundo.
Felipe Leal resaltó en su
discurso cuatro aspectos fundamentales en los que sobresalió Ricardo Legorreta:
el oficio, la experiencia estética y relación con el arte, la diversidad de
géneros y la presencia universal.
Miembro de la generación 48,
explicó, el homenajeado adquirió su base sólida con el estudio de la
arquitectura, para luego trabajar con el especialista José Villagrán García.
Luego, inició un largo y fructífero recorrido profesional en el cual siempre ha
estado presente una amplia articulación entre esta disciplina y las artes.
Expuso que no existe edificio
proyectado por Ricardo Legorreta en el que los valores plásticos, intrínsecos a
cualquier buena obra de arquitectura, no se apoyen en el trabajo de creadores
de calidad, en que no se observe la experiencia estética, en un amplio abanico
que va de lo vernáculo al pensamiento de vanguardia de la época correspondiente.
Prueba de esto, dijo, es que en sus inmuebles se aprecian obras magníficas del
arte popular de México.
En el aula Enrique del Moral,
donde se reunieron condiscípulos, amigos, maestros y alumnos, Ricardo Legorreta
afirmó que el galardón fue una sorpresa inesperada. Agradeció el apoyo de la
UNAM, institución fundamental en la historia y el desarrollo del país.
Una vez que expuso algunos
recuerdos y anécdotas, confirmó que la Universidad Nacional es la base de su
educación profesional, ética y humana.
En esta era globalizada,
abundó, no se trata de defendernos de la invasión de culturas extranjeras, sino
de la posibilidad de llevar a la nación a todo el orbe. A su juicio, hay un
porvenir luminoso para la arquitectura mexicana, pues el país es respetado en
todo el mundo por ésta y su cultura.
Al hacer referencia a su
semblanza, la investigadora responsable de los Archivos de la FA, Lourdes Cruz,
señaló que esta disciplina se presenta con un vasto campo de lenguajes, formas
excéntricas, escenográficas o con la importación de tecnologías, pero también
con aportaciones, proposiciones serias y comprometidas.
Tras rememorar el desarrollo
de Ricardo Legorreta como profesionista y la huella que dejó en sus trabajos,
especificó que numerosas publicaciones, tanto en libros como revistas,
programas de televisión, sitios de Internet, dan a conocer su propuesta.
No hay un texto que hable
sobre arquitectura mexicana, subrayó, que no incluya fotografías de sus
proyectos, obras que encierran un gran talento, oficio y dedicación.
Sin embargo, precisó, en el
fondo el secreto que sustenta a su disciplina es lo que siente por su país: “A
México no hay que tratar de entenderlo, a México hay que amarlo y vivirlo”.
A su vez, el arquitecto Sergio
Torres, miembro de la generación 48 y compañero del premiado, expresó su
satisfacción por la entrega de este reconocimiento.
Manifestó que conoció a
Legorreta en 1946, durante la época de la preparatoria; para su desarrollo
profesional, el homenajeado tuvo una importante formación en la UNAM.
Maestros insignes, concluyó,
le hicieron descubrir la agudeza de la arquitectura. Para él, comentó, el
principio y base de la formación le permitieron ocupar el relevante lugar que
hoy tiene.
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