Boletín UNAM-DGCS-741
Ciudad Universitaria
Pies de foto al
final del boletín
BUSCAN
UNIVERSITARIAS DAR NUEVO SIGNIFICADO AL
“DÍA DE LA RAZA”
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Convocadas por el PUEG, se reunieron académicas, escritoras y activistas
para hablar de Güeras y prietas. Raza y género en la Construcción de Nuevos Mundos
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Marisa Belausteguigoitia afirmó que el encuentro entre el mundo europeo
e indio ha sido el de lo blanco y lo moreno, lo universal y lo periférico, el
centro y el margen
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El momento en que la ciudad de México fue de negros es clave para
adentrarnos en nuestro racismo cruel y silencioso, dijo la escritora Carmen
Boullosa
Con el fin de dar un nuevo significado al “Día
de la Raza”, analizar el encuentro, colisión o coalición entre razas y géneros
en la construcción de realidades, inició en la UNAM el coloquio Güeras y
prietas. Raza y género en la
Construcción de Nuevos Mundos.
En el acto que reunió a académicas, escritoras,
activistas, políticas y artistas, la directora del Programa Universitario de
Estudios de Género (PUEG), Marisa Belausteguigoitia, expuso que el objetivo es
reflexionar acerca de lo que significa en México producir y vivir desde un
cuerpo marcado no sólo por el género, clase y sexualidad, sino por el hecho de
ser güera o morena.
Dijo que el encuentro/colisión entre el mundo
europeo e indio ha sido el de lo blanco y lo moreno, lo universal y lo
periférico o marginal, el centro y el margen, el original y la copia. Tales
fijaciones y ficciones requieren de un análisis fino, más real, de la
construcción de personas esencializadas como “güeras y prietas, sino también de
individuos fronterizos, de posiciones intersticiales y móviles en torno a tales
meridianos”.
En el auditorio de la Coordinación de
Humanidades sostuvo que los feminismos, las teorías sobre la liberación,
equidad e igualdad, generación de conciencia, han sido levantados alrededor de
cuatro ejes.
El primero, es el papel que juega el color de
la piel en la construcción de liderazgos, discursos de emancipación y equidad o
de lucha y resistencia, o sea, en la edificación de mundos nuevos o
alternativos.
Luego, las repetidas acusaciones de traición
ligada a asuntos relativos a los intereses de feminismos que han gravitado
alrededor de ser güera o morena; seguidas de un cuerpo marcado como ámbito o
lugar político que actúa como mediador de las experiencias, de las relaciones
sociales y culturales vividas.
Marisa Belausteguigoitia precisó que esta
situación es una escena referente al constante enfrentamiento, día a día, en un
país donde una mayoría es morena, pero donde nacer con esa característica puede
representar un déficit.
Hace 10 años, recordó, con el movimiento
zapatista en el sur del país se exclamó “todos somos indios”. Empero, nuestra
identidad y ciudadanía compartida no alcanzaron a exclamar “todos somos
indias”, porque “el país no da para tanto, y necesitamos que dé”.
En conferencia, la escritora Carmen Boullosa,
mencionó que a mediados del siglo XVII la población indígena de la capital se
había reducido a 20 mil personas por las epidemias; en ese entonces también se
censaron 62 mil 819 negros.
Estos últimos no eran una población marginal,
empero no suelen aparecer en nuestro imaginario colectivo. En 1992 las
estadísticas apuntaron que existía 0.5 como mínimo y 0.10 como máximo de
población afromexicana, agregó.
Esos negros no son mencionados como parte de
nosotros mismos. Se trata de un “silencio que comparten con el que rodea a
nuestro racismo, que ostenta características peculiares porque no es contra una
minoría, sino contra la mayoría de mestizos”, abundó.
Boullosa aseguró que el momento en
que la ciudad de México fue “obscura”, es clave para adentrarnos en nuestra
concepción silenciada, no nominada y persistente de raza, en nuestro prejuicio
cruel y silencioso, “más nocivo por ser dizque inexistente”.
La democracia no ha llegado ni a los estudios
de mercado, añadió. Si en otros países quieren vender pañales a cierto sector
de la población (afroamericanos o hispanos, por ejemplo), se buscan bebés que
representen a los consumidores. Aquí buscamos los que nuestras abuelas soñaron
que íbamos a ser: güeritos, y se merca como para las minorías, lo que va
dirigido a las mayorías.
Pero la raza blanca que nos invadió, en
realidad, venía llena de sangre árabe o mediterránea, por lo que los primeros rubios
eran bastante mezclados, aclaró la novelista.
Todos en México somos tan indios, como moros y
negros, y por no quererlo aceptar, nos odiamos. Peleamos contra nosotros
mismos, especialmente y sin verbalizarlo, contra nuestro origen, todo en un
terreno imaginario, sentenció.
Determinar qué tan morena o rubia es una
persona se basa en una consideración arbitraria, y hasta en la pantalla de las
emisoras, en todos los anuncios comerciales, en la imaginación colectiva nos
vemos como una raza “variopinta”, explicó.
No vamos a dejar de ser quienes, ante nuestras
bellezas y vitalidades, ataquen, depreden, hurten, usurpen y detesten.
Necesitamos la memoria de la ciudad de México para aceptar que no somos
güeritos y tampoco lo queremos ser, finalizó Carmen Boullosa.
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FOTO 01
En la
Coordinación de Humanidades de la UNAM se efectuó el Coloquio Güeras y prietas.
Raza y género en la Construcción de
Nuevos Mundos. Asistieron la escritora Carmen Boullosa y la directora del PUEG,
Marisa Belausteguigoitia.
FOTO 02
Marisa Belausteguigoitia, directora del PUEG, dijo que México es un país donde, a pesar de que la mayoría de la población es morena, nacer con esa característica puede representar un déficit.