Boletín UNAM-DGCS-652
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En cambio, generó demanda de trabajadores
temporales con alta y baja capacitación
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México negoció el TLCAN en condiciones de
asimetría, no sólo por el tamaño de las economías, sino también por la
productividad
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Existe una gran brecha entre la agricultura
mexicana y la de Estados Unidos y Canadá
No se cumplieron las
expectativas de que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)
redujese la movilidad laboral y resolviera el problema migratorio, señaló
Mónica Verea Campos, del Centro de Investigaciones sobre América del Norte
(CISAN), durante el Coloquio Internacional El impacto del TLCAN en México a 10
años.
Durante la mesa Impacto en
energía, agricultura y servicios, que se realizó en el Auditorio “Mario de la
Cueva” de la Torre II de Humanidades de la UNAM, destacó que los efectos
económicos del Tratado, junto con el importante crecimiento económico
estadounidense, constituyeron las fuerzas determinantes para generar una
robusta demanda de trabajadores temporales con alta y baja capacitación,
principalmente en Estados Unidos.
Por otra parte, las redes sociales arraigadas y
tecnificadas de los connacionales han promovido un mayor desplazamiento hacia
la Unión Americana. Si a ello se suma la débil oferta laboral mexicana, los
difíciles procesos de reajuste financiero, y las repetidas y prolongadas
crisis, se concluye que ese flujo no cesará en un futuro cercano, advirtió.
Debe registrarse “que con el
espíritu de colaboración nacida desde la negociación del TLCAN, se logró una
dinámica interacción entre múltiples sectores de la economía y corporaciones
internacionales, inversión extranjera, cuantiosas transacciones comerciales, la
apertura de múltiples negocios, una mayor afluencia de estudiantes, académicos,
empresarios; lo que sin duda ha generado un mayor entendimiento de la
inseparable y compleja integración de la región de América del Norte y, sin el
convenio, este dinamismo hubiera sido mucho menor, indicó.
Reconoció que el TLCAN implicó
la atracción de nuevos migrantes o visitantes temporales en los tres países y
que se ha incrementado de forma significativa el flujo de los denominados
“huéspedes”, precisamente porque existe mayor comercio e inversión.
Asimismo se ha hecho uso
adicional de estas categorías y se han contratado a diversos tipos de
profesionistas. El gran número de mexicanos que han sido admitidos legalmente
en Norteamérica ha sentado bases para que eventualmente demanden la
reunificación familiar, resaltó la especialista.
A su vez, Alicia Puyana Mutis,
de Flacso, apuntó que México negoció el TLCAN en condiciones de asimetría, no
sólo por el tamaño de las economías, sino también por la productividad.
“Nuestro país dio un gran viraje al negociar la agricultura porque su posición
inicial, que era reservar una serie de productos y mantenerlos al margen del
proceso de liberación, fue totalmente transformado y los integró a todos. Lo
hizo con un ajuste de desgravación más complejo que el de la industria”,
refirió.
Las diferencias con Estados
Unidos son enormes; el campo mexicano hasta antes de la apertura se había
sometido a un transcurso de sustitución de importaciones, y pasó a un trato
discriminatorio y desigual, al existir subvenciones de Estado.
Por su parte, Rocío Vargas
Suárez, también del CISAN, destacó que si bien el Tratado no fue punto de
partida a los cambios en la sociedad canadiense o en la mexicana, sí fue un
catalizador, un iniciador del desmantelamiento de los monopolios verticalmente
integrados. En este sentido, inició la introducción de un modelo de mercado que
implica privatización, desregulación y liberalización.
Las expectativas, dijo,
estaban relacionadas con las garantías a largo plazo de las inversiones
extranjeras, mediante la certidumbre y estabilidad jurídica. Los
norteamericanos conocían la importancia política de los sectores energéticos
mexicanos y fue para ellos un elemento importante a considerar.
Otro punto fundamental,
resultante del acuerdo comercial fue la institucionalidad e integración con
nuestros socios. Se formó un grupo de trabajo que opera desde 2001, no sólo
para analizar la posibilidad de abrir al privado el petróleo, sino
electricidad, gas licuado a presión y todas los recursos que se poseen.
En su oportunidad, Laura
Hernández Ramírez, de la Facultad de Derecho, resaltó que a diez años de
existencia de este vínculo, se han presentado diversas problemáticas,
principalmente con EEUU, en materia jurídica, como el contenido de las
disposiciones, con conceptos distintos entre los propios capítulos con la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes federales, por ausencia de
una técnica legal mexicana.
Ello repercutió en la asimilación de los compromisos
internacionales; en el sistema de apertura basado en la desgravación de bienes
o en la descalendarización en servicios; en permitir la inversión en los
objetos anteriores; así como en la implicación de los niveles de gobierno
estatal y municipal en servicios públicos.
A ello se debe agregar la
actuación por parte de los servidores públicos que aún no respetan la
legislación nacional, así como el principio de congruencia jurídica, ya que
privilegian disposiciones del tratado antes que a la propia Carta Magna.
Incluso utilizan procedimientos poco benéficos para México, o no utilizan las
existentes para bien del país.
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Foto 1
Laura Hernández,
de la Facultad de Derecho, y Rocío Vargas, del Centro de Investigaciones sobre
América del Norte, participaron en el Coloquio Internacional El impacto del
TLCAN en México a 10 años.
Foto 2
El TLCAN implicó
la atracción de nuevos migrantes o visitantes temporales en los tres países y
se ha incrementado el flujo de los denominados “huéspedes”, afirmó Mónica Verea
Campos, del Centro de Investigaciones sobre América del Norte.
Foto 3
En la Torre II de
Humanidades de la UNAM, la integrante de la Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales, Alicia Puyana Mutis, señaló que México negoció el TLCAN en
condiciones de asimetría, no sólo por el tamaño de las economías, sino por la
productividad.