Boletín UNAM-DGCS-532
Ciudad Universitaria
![]() |
![]() |
![]() |
Pies de foto al
final del boletín
·
Sergio Manuel Alcocer Martínez de Castro,
director del Instituto de Ingeniería de la UNAM, recomendó el trabajo conjunto
entre las autoridades en la materia y las áreas de la Universidad Nacional
·
A pesar de que los deslaves e inundaciones
se presentan todos los años, son de los fenómenos geológicos menos estudiados,
dijo
Los
deslaves y las precipitaciones pluviales afectan a seis millones de personas y
provocan daños por 10 mil millones de pesos, por lo que es urgente contar con
una estrategia nacional de prevención de desastres por inestabilidad de
laderas, aseguró Sergio Manuel Alcocer Martínez de Castro, director del Instituto
de Ingeniería de la UNAM.
Según
datos del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), los fenómenos
hidrometeorológicos, que incluyen precipitaciones pluviales y deslaves,
ocurridos especialmente en la época de lluvias, afectaron hasta el 2002 a cerca
de 6 millones de personas y provocaron pérdidas materiales de más de 10 mil
millones de pesos.
Además,
supusieron 139 mil 296 viviendas estropeadas, 514 mil hectáreas de cultivos y
pastizales dañados, y 2 mil 742 kilómetros de caminos inutilizados.
Ante
este panorama, el funcionario aseveró que un mínimo porcentaje de los recursos
destinados a la reconstrucción y atención a los damnificados bastaría para
implementar planes integrales de prevención, los cuales incluirían el estudio
de estas porciones de terreno.
Los deslaves, fallas de laderas, erosión de suelos,
inundaciones y represamiento de ríos, que al romperse súbitamente, a pocas
horas de su formación, entierran bajo lodo a poblaciones y dañan sectores
productivos e infraestructura educativa, médica, agrohidráulica, de
electricidad, caminos y puentes, ganadería y sectores forestal y acuícola, son
problemas recurrentes en México, sentenció.
Es común en las cordilleras, como las sierras madres
Oriental, Occidental y del Sur, además del Eje Neovolcánico Transversal y zonas
con pendientes.
El especialista, quien fuera coordinador de la
Estrategia Nacional de Prevención y Mitigación del Riesgo por Inestabilidad de
Laderas (Miladera), financiado por el Cenapred, afirmó que los análisis de suelo,
que forman parte de un programa especial de prevención de desastres naturales,
debe retomarse cuanto antes.
La
inestabilidad de laderas, cuyas manifestaciones son denominadas
desprendimientos, desgajamientos o desplazamientos de tierra, continuó, no sólo
produce obstrucción de vías de comunicación, como carreteras y vías de
ferrocarril, sino decesos y avalanchas de fango.
Alcocer abundó que el riesgo aumenta cuando hay
asentamientos irregulares en terrenos no propicios, como cañadas, o bien al pie
de taludes inseguros.
El régimen hidrológico provoca reblandecimiento y
disminución de la resistencia del suelo, expuso, y si a ello se suma la
deforestación, habrá deslizamientos. Igual sucede con los sismos, sobre todo
durante estaciones pluviales, pues sus vibraciones producen reacomodos en las
capas superficiales.
El tipo de área es otro elemento decisivo, advirtió.
Las rocas, por lo general, no se desprenden, a diferencia de las estructuras
granulares y cohesivas, en donde penetra el agua hasta disminuir su fortaleza y
provocar, incluso, un comportamiento de fluido.
A pesar de su frecuencia, la inestabilidad de laderas
es de los fenómenos geológicos menos estudiados, a diferencia de los temblores
y volcanes. Para documentarlo, es necesario determinar cuántos ocurren, en qué
regiones, cuántas y qué pérdidas provocan, entre otras cuestiones.
De ahí la importancia de los trabajos realizados por
Alcocer Martínez de Castro, que arrojaron un programa de actividades y la
formación de un comité de interesados. Se lograron acercamientos con las
universidades de entidades afectadas, como Puebla y Oaxaca, y se formó una base
de datos de quienes abordan esta cuestión y de sus investigaciones.
En una primera etapa se buscó entender la ocurrencia
en términos de mecánica, de distribución espacial dentro del territorio
nacional, de frecuencia e intensidad y, a partir de ello, establecer
metodologías para medir el peligro en un contexto específico, donde existan
poblaciones o infraestructura por proteger.
El siguiente paso fue crear mapas de riesgo, para
establecer políticas y mitigar efectos, como la construcción de barreras de
protección, o incluso, la reubicación de zonas habitadas.
El proyecto Miladera contempló el diseño y aplicación
de técnicas para el control de la filtración y minimizarla mediante capas
vegetales. Además del mapeo de geología superficial y edafología de zonas
críticas, como el estado de Puebla.
Asimismo, la regionalización y microrregionalización
de áreas susceptibles de enfrentar inestabilidad. Incluso, se consideró el uso
de percepción remota e interferometría de radar para casos especiales, para
tomar decisiones en tiempo real.
Todos estos proyectos requerían, en un lapso de cinco
años, un financiamiento de alrededor de un millón de dólares. Se determinó que
la instrumentación de una de las laderas, con la colocación de sensores y su
conexión a alarmas, tanto para habitantes como autoridades, tendría un costo de
300 mil dólares.
Por todo ello, Sergio Manuel Alcocer propuso retomar
este esfuerzo con el apoyo de UNAM, mediante sus institutos de Ingeniería,
Geografía y Geología, para salvaguardar la vida de las personas y los bienes de
producción, finalizó.
--o0o--
FOTO 01
Es urgente poner en marcha una
estrategia nacional de mitigación de riesgos por inestabilidad de laderas,
aseguró Sergio Alcocer, director del Instituto de Ingeniería de la UNAM.
FOTO 02
Sergio Alcocer, director del Instituto de Ingeniería de la UNAM, refirió que el riesgo por inestabilidad de laderas aumenta cuando hay asentamientos humanos en terrenos no propicios.