Boletín UNAM-DGCS-528
Ciudad Universitaria
Pies de foto al
final del boletín
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Señaló Patricia Briones Fourzán,
investigadora del ICMyL, Unidad Académica Puerto Morelos, en Quintana Roo
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México se ubica en el cuarto lugar de
producción de esta especie, que tiene gran importancia científica y económica
Con
el objetivo de determinar los factores biológicos y ambientales que influyen en
las variaciones de abundancia de las langostas, científicos del Instituto de
Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la UNAM, Unidad Académica Puerto
Morelos, en Quintana Roo, desarrollan estudios biológicos y ecológicos sobre
esta y otras especies.
Este
conocimiento puede ser utilizado por los administradores pesqueros para
desarrollar sólidas estrategias que promuevan enfoques de explotación
sostenible. El grupo de Crustáceos de esa Unidad tiene dos líneas de
investigación principales: estudios sobre ecología y comportamiento y sobre los
macrocrustáceos del Caribe, explicó Patricia Briones Fourzán, miembro de esta
dependencia.
Recordó
que México se ubica como cuarto productor del crustáceo Panulirus argus, sólo
por debajo de Cuba, Brasil y Estados Unidos. Este animal juega un importante
papel en su ecología; además de tener una alto valor científico y económico.
Tan sólo en Quintana Roo existen mil 200 pescadores que se benefician de su
captura.
Hasta
2002, la Secretaría de Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación
registró una producción nacional de langosta de 2 mil 998 toneladas, lo que
representó el 0.19 por ciento de este sector. El litoral del Pacífico generó
mil 923 toneladas, siendo las entidades más productivas las Baja Californias;
mientras que las costas del Golfo y Caribe supusieron mil 75 toneladas, donde
destacaron Yucatán y Quintana Roo.
La
balanza comercial arrojó la exportación de mil 644 toneladas de ese producto,
con valor de 33 millones 549 mil dólares, constituyendo el quinto lugar en la
venta de productos marinos al extranjero.
La
especialista indicó que existen siete especies de langostas espinosas (que no tienen grandes pinzas como las de la
costa este de EEUU) en las aguas mexicanas, tres de las cuales se encuentran a
lo largo de su litoral caribeño. La parte que se aprovecha es el abdomen o
“cola”.
Al
principio de su temporada de pesca, el precio del kilo en esta región es de
alrededor de 250 pesos al productor, pero conforme avanza el período y el
recurso escasea el precio se incrementa hasta alcanzar 340 pesos, y a la venta
en los comercios llega a costar el doble.
Informó
que la producción promedio anual de esta variedad en la Península de Yucatán es
de 215 toneladas de cola, lo que equivale a 500 ó 600 kilos de ejemplares
enteros. Ese tonelaje generó alrededor de 42 millones de pesos. En Quintana Roo
es el segundo recurso en importancia en términos de valor, después del camarón.
“Desde
hace 22 años se han estudiado muchos de sus aspectos, pero actualmente la
investigación se enfoca a la ecología general, dinámica poblacional y
comportamiento de las dos variedades más comunes de esa zona: Panulirus argus y
P. guttatus. En la costa del Pacífico mexicano se encuentra la especie P.
interruptus, conocida como roja, que genera el mayor volumen nacional y es la
más consumida en el país. En el resto de ese litoral hay otras pero sin
carácter importante”, subrayó.
La
información se obtiene de los trabajos de campo y experimentales. En el
primero, sus técnicas de recolección incluyen captura manual o bien por medio
de trampas, refugios y colectores artificiales para postlarvas, y la toma de
fotografía y video submarinos. En su mayoría, se obtienen precisiones
morfométricas y biológicamente relevantes; pueden ser marcadas y liberadas, lo
que permite seguir sus historias individuales. Estos datos son analizados con
técnicas estadísticas.
A partir de su fase juvenil estas especies son
grandes, longevas, relativamente fáciles de capturar y mantener vivas bajo
condiciones artificiales por periodos prolongados, lo que las hace útiles para
estudios. En el Instituto se desarrollan trabajos para comprender diversos
procesos, con objeto de contribuir al avance de la ciencia básica en diversos
frentes: en teoría ecológica, fisiología y ciencia del comportamiento.
Explicó
que el experimental se desarrolla tanto en campo como en estanques de agua
marina ubicados en esta Unidad Académica. Los tipos y tamaños dependen de la
actividad que se desarrolle. “Actualmente, se exploran aspectos conductuales de
P. argus y P. guttatus en espacios provistos con equipo de video de inmersión.
Lo registrado en las cintas se analiza en laboratorio, y lo recolectado se
registra estadísticamente para probar diversas hipótesis”.
Su propósito es
entender los factores que afectan y controlan las características poblacionales
de las fases bénticas de las langostas (postlarvas, juveniles, subadultos y
adultos). Ellas incluyen: distribución y fases; abundancia y reparto de talla;
dinámica reproductiva; procesos de reclutamiento; crecimiento y mortalidad;
disponibilidad de refugios; ecología alimentaria, y relaciones con otros
componentes del ecosistema (competidores, depredadores y presas), precisó.
En
cuanto a su sobreexplotación, señaló que esta práctica ha producido una
disminución sensible en muchas áreas costeras, incluyendo el Caribe mexicano.
La única manera de prevenir su extinción —y de otros crustáceos—, es disponer
de una sólida base de conocimientos científicos sobre su hábitat, dinámica
poblacional y comportamiento, que permitan identificar los procesos que causan
variaciones naturales, concluyó.
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Foto 01
Los crustáceos
son uno de los grupos animales más abundantes en hábitat marinos y juegan
importantes papeles en su ecología. Además de su valor científico, algunas de
estas especies tienen importancia económica.
Foto 02
Patricia Briones Fourzán, del ICMyL de la UNAM, Unidad Académica Puerto Morelos, en Quintana Roo, señaló que es importante determinar los factores biológicos y ambientales que influyen en las variaciones de abundancia de las langostas.