Boletín UNAM-DGCS-526
Ciudad Universitaria
Pies de foto al
final del boletín
RECOMIENDA ESPECIALISTA MONITOREAR LOS NIVELES DE VANADIO ATMÓSFERICO EN LA CIUDAD DE MÉXICO
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Sugirió Liliana Saldívar, investigadora de
la Facultad de Química de la UNAM
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De 1960 a 1990 aumentó su concentración
promedio en el cuerpo humano
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Provoca irritación pulmonar, tos,
respiración con resuello, dolor de pecho y garganta, y secreción nasal
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Dos tercios de este metal en el aire tiene
origen antropogénico, debido al consumo de combustibles
Es
necesario monitorear periódicamente los niveles de vanadio en la atmósfera de
la Ciudad de México para conocer sus concentraciones y estar atentos a
cualquier aumento, con el fin evitar daños a la salud, sugirió
Liliana Saldívar, investigadora de la Facultad de Química de la UNAM.
Aunque no se conocen efectos fatales del vanadio en
seres humanos, sí provoca irritación pulmonar, tos, respiración con resuello,
dolor de pecho y garganta, y secreción nasal. Los estudios con animales
expuestos a este metal blanco grisáceo, o en su forma de cristales, revelan
muerte, defectos de nacimiento y lesiones en hígado y riñones.
En
un estudio realizado en 2002 en colaboración con Teresa Fortoul, de la Facultad
de Medicina de esta casa de estudios, la entrevistada concluyó que de 1960 a
1990 hubo un aumento significativo en la presencia de este elemento en el
organismo humano.
En
sí, explicó, se tomaron muestras de los pulmones de fallecidos en ese periodo
para advertir los efectos de la polución. La técnica utilizada en su laboratorio
fue la espectrofotometría de absorción atómica, que determina los elementos en
bajas concentraciones y los diferencia de otros.
Al vanadio se le encuentra combinado con oxígeno,
sodio, azufre o con cloruro en la corteza terrestre y en las rocas, en ciertos
minerales de hierro y en depósitos de petróleo crudo que luego es convertido en
combustible. Como óxido es componente de un tipo especial de acero usado en
partes de automóviles, resortes y rodamientos.
En
la década pasada, resaltó, hubo una concentración promedio de 1.36 microgramos
por unidad en el organismo humano; mientras que en los sesenta llegó a 1.04
microgramos. Estos valores son mayores que los aceptados en diversos estudios
internacionales. Los parámetros encontrados en los habitantes del valle de
México, precisó la investigadora, no
pueden extrapolarse a todo el territorio.
La
especialista agregó que esos índices no están correlacionados con ninguna otra
variable (como sexo, hábito tabáquico, edad, causa de muerte u ocupación). “Están
directamente vinculados con la contaminación ambiental”, aseveró.
Dos
tercios del vanadio atmosférico, enfatizó, tiene origen antropogénico. Su
principal utilidad se da en el consumo de gasolina, donde requiere quemarse
para proporcionar energía.
Es
tóxico al inhalarse, explicó, pero cuando se ingiere es relativamente menos
dañino. Sin embargo, se ha observado una relación entre concentraciones altas y
enfermedades o alteraciones en el riñón, hígado y cardiovasculares.
Entre
más pequeñas sean sus partículas más fácil las absorberá el organismo, sobre
todo el pulmón, que funciona como un filtro orgánico, por eso es el más
propenso a afectarse.
Normalmente,
la dosis aplicada en ratones o diferentes animales no siempre se puede
extrapolar a los humanos. Faltan estudios para decir cuánto podría tolerar una
persona.
Incluso,
señaló, se ha propuesto como medicamento para bajar el nivel de colesterol,
pero no se recomienda por sus efectos tóxicos, ya que provoca una sensación
inicial de fatiga y letargo.
Por
último comentó que para disminuir su presencia en la atmósfera, así como la de
otros componentes nocivos, debería ponerse más énfasis en controlar las
emisiones vehiculares, resultado de la quema de gasolina, concluyó.
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FOTO 01
Es necesario
monitorear los niveles de vanadio en la atmósfera de la Ciudad de México para
conocer sus concentraciones y estar atentos a cualquier aumento, sugirió
Liliana Saldívar, investigadora de la Facultad de Química de la UNAM.
FOTO 02
De 1960 a 1990 hubo un aumento significativo en la concentración de vanadio en el organismo de los habitantes de la Ciudad de México, señaló la química universitaria Liliana Saldívar.