Boletín UNAM-DGCS-518
Ciudad Universitaria
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final del boletín
RIESGOSO APLICAR INADECUADA ESTIMULACIÓN TEMPRANA
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En niños con afectación neurológica puede
ocasionar problemas en la alimentación, trastornos del sueño, agresión o
aislamiento, afirmó Alma Mireia López, de la FP de la UNAM
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Un niño sano e integrado a una familia
funcional no requiere ningún estímulo extra, sostuvo
La
inadecuada estimulación temprana (ET) puede originar sobrecarga cerebral en los
menores y producirles sudoración, problemas de alimentación o respiratorios,
palidez y vómito; incluso pueden presentar aislamiento, agresión, terrores
nocturnos persistentes o trastornos del sueño, afirmó Alma Mireia López Arce,
profesora de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
Esta
técnica no es jugar con el infante y hacerle ejercicios de actividad motora.
Aplicar excitaciones discrecionalmente y sin control, sin una evaluación previa
ni una adecuada formación, puede ser peligroso, sobre todo para aquellos con
afectación neurológica, añadió.
La
coordinadora académica del Diplomado de Neurodesarrollo y Estimulación Temprana,
que se imparte en el Centro de Educación Continua de la FP, recalcó la
importancia de alertar a los padres sobre esta situación. “Deben saber que un
niño sano e integrado a una familia funcional no requiere ningún apoyo extra”.
Si
bien surgieron jardines de niños donde se ofrece este servicio, apenas cuentan
con un psicólogo y el resto de su personal tiene capacitación de no más de dos
semanas. “Cuando la ET se da en el kinder, la educadora sólo sabe sobre
servicios educativos, pero no de desarrollo infantil y salud mental”, indicó.
Al
vivir en una sociedad consumista que lucra con todo, es un gran riesgo dejar a
los infantes en manos de gente inexperta. Estos procedimientos no se aprenden
en un curso, requiere de la formación profesional. Se necesita ser experto en
comportamiento y desarrollo humano, pero estos conocimientos no se adquieren en
la licenciatura, sino en estudios de posgrado o especializaciones, refirió.
Apuntó
que todos los menores reciben estímulos constantes del medio en donde
viven, por ello se debe considerar que
antes de darles terapia, cada uno requiere evaluarse para determinar el tipo de
apremio que necesita su cerebro para autoorganizarse y dar respuestas adecuadas
a su entorno.
La
ET, dijo, consiste en una serie de técnicas con fundamento científico. Quienes
la imparten deben tener claro el propósito de la actividad que realizarán para
mejorar el funcionamiento del infante.
De
acuerdo con las necesidades del pequeño debe elegirse el tipo de estímulo,
intensidad y frecuencia con que se aplicará. No requiere horarios, debe
insertarse en su rutina, de tal manera que sea parte de la dinámica familiar,
precisó.
Los
especialistas tratan al menor, ya sea sano, de alto riesgo o con daño
neurológico; de este modo, se evita una sobrecarga cerebral al aplicarle los
ejercicios requeridos, destacó.
De
preferencia, debe darse durante los tres primeros años de vida. En los
saludables fomenta el buen desarrollo; en los de alto riesgo –quienes antes o después del parto
presentaron algún problema que los dejó vulnerables y les pudo ocasionar
alteraciones en su crecimiento–, se detecta el problema con oportunidad, se interviene
y evita la presencia de efectos invalidantes. En los que tienen daño
neurológico, busca habilitar su funcionamiento cerebral, precisó.
En
este sentido es importante la evaluación, porque “si se aprecian las
alteraciones de desarrollo en etapas tempranas, las posibilidades de éxito o rehabilitación
serán mayores”, subrayó.
La
académica indicó que tampoco puede darse en bloques porque sólo se reforzarían
habilidades específicas: auditivas, visuales, motoras o de integración. En
tanto, el potencial del infante es integral, por lo que los programas deben
trabajar todas las áreas. Una terapia adecuada debe reunir en una actividad las
acciones encaminadas a propiciar el desenvolvimiento de las capacidades
afectivas, perceptuales, intelectuales, motoras y sociales del menor,
puntualizó.
De
hecho, no sólo debe realizarse en instituciones especializadas, ya que su
efectividad depende en buena parte de la incorporación de sus instrumentos en
la rutina diaria de cada niño, consideró.
De
este modo, los especialistas ya no son los únicos responsables en este proceso.
Ese compromiso se comparte con los padres, de modo que se convierten en
operarios de los programas, enfatizó.
Por
ello, subrayó, es importante enseñar a los progenitores a hacer uso de los
recursos que tienen en su casa, con el propósito de que se involucren en la
instrucción de sus vástagos.
La
estimulación temprana debe insertarse como una actividad normal, de tal manera
que no se altere la dinámica familiar. Esto puede ser mientras le están dando
los alimentos, durante el baño o cuando se le está cambiando.
Para
los especialistas es importante la participación consanguínea, porque de ello
depende el éxito o fracaso del desarrollo del niño. De nada sirve ingresar a un
programa de este tipo si vive en un ambiente familiar disfuncional que va a
sabotearlo, concluyó.
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Foto 01
Aplicar
excitaciones discrecionalmente y sin control, sin una evaluación previa ni una
adecuada formación, puede ser peligroso, sobre todo para aquellos con
afectación neurológica, destacó Alma Mireia López Arce, profesora de la FP de
la UNAM.
Foto 02
Un niño sano e integrado en una familia funcional no requiere de estimulación temprana, consideró Alma Mireia López Arce, profesora de la FP de la UNAM.