Boletín UNAM-DGCS-512
Ciudad Universitaria
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final del boletín
DESCUBREN
CIENTÍFICOS DE LA UNAM NUEVAS BACTERIAS QUE ESTIMULAN EL CRECIMIENTO DEL MAÍZ
·
También controlan fitopatógenos y degradan
compuestos contaminantes del suelo: Jesús Caballero-Mellado, del CIFN
·
Podrían sustituir el uso de fertilizantes
químicos en ese cultivo y otros, como caña de azúcar y café
·
"En la producción de alimentos, los
microorganismos representan el recurso biotecnológico más importante con que
cuenta la humanidad", opinó
Científicos
del Centro de Investigación sobre Fijación de Nitrógeno (CIFN) de la UNAM
descubrieron nuevas bacterias capaces de promover el crecimiento de las plantas
de maíz, además de controlar los fitopatógenos que lo afectan, y degradar
compuestos persistentes y contaminantes.
Pertenecen
al género Burkholderia, cuyo estudio busca utilizar a estos microorganismos,
fijadores de nitrógeno –es decir, capaces de transformar las moléculas de ese
gas, abundante en la atmósfera, en un elemento útil para los organismos superiores–,
para aumentar su productividad y disminuir el uso de fertilizantes químicos que
dañan el ambiente.
Así
lo informó Jesús Caballero Mellado, responsable de este proyecto del CIFN, con
sede en Cuernavaca, Morelos, quien nombró a las nuevas bacterias como Burkholderia
tropica, por encontrarse en esas zonas del planeta, asociada también a la caña
de azúcar, cafeto y teozintle –ancestro del maíz actual–; y Burkholderia unamae,
así llamada en honor de esta casa de estudios.
Además,
en colaboración con investigadores de Bélgica y Estados Unidos, se describió a Burkholderia
xenovorans, asociada con el café, capaz de utilizar para su crecimiento
compuestos xenobióticos, sustancias contaminantes del ambiente y difíciles de
degradar. Una cepa aislada en la Unión Americana ha sido utilizada en estudios
de biorremediación de suelos afectados en esa nación.
Caballero-Mellado
refirió que se analiza "la biodiversidad bacteriana, en particular la
asociada con las plantas. Sabemos que pueden aportarles nutrientes o favorecer
que los tomen del suelo, o bien, estimular a los vegetales a crecer más o a
tener mayor actividad fotosintética; es decir, captar bióxido de carbono y
transformar energía solar en compuestos orgánicos que enriquezcan las
superficies”.
En
el mundo, expuso, se conoce entre el 1 y el 5 por ciento de estos organismos,
cuyo número se calcula en más de medio millón de especies: "Si conocemos
esa riqueza tendremos mejores oportunidades para beneficiar su actividad en
múltiples aspectos de la vida humana, como la alimentación".
Viven
en el planeta desde antes de que apareciera el hombre. Ahora el objetivo es
usarlos en beneficio de los productores del campo y evitar la contaminación por
fertilizantes minerales. “Tratamos de utilizar el recurso biotecnológico más
importante con que cuenta la humanidad para la producción de comida”, afirmó.
Recordó
que el género Burkholderia ya era conocido, pero sólo se sabía de una especie
fijadora de nitrógeno. Sin embargo, en el 2001 los universitarios dieron a
conocer en la revista Applied and Enviromental Microbiology que había más sin
describir.
“Hicimos
ese primer hallazgo al estudiar la planta del maíz. Ubicamos sus
características fenotípicas y genotípicas, y empezamos a describir otras”,
señaló. Los artículos donde se detallan sus características están aceptados
para su publicación en el International Journal of Systematic and Envolutionary
Microbiology.
Debido
a que este estudio comenzó hace tres años aún no se establece en qué porcentaje
podría incrementarse el desarrollo de la planta. Las pruebas realizadas en
invernadero arrojan un 30 por ciento por sobre las “testigo”, pero podría
aumentar, aunque hay que ensayar con diversos cultivos.
La
Burkholderia unamae, que ha recibido mayor atención por parte de los
científicos universitarios, enfatizó, sobrevive y prolifera alrededor y sobre
la superficie de las raíces, por lo que ha sido definida como rizosférica y
endófita; es decir, tiene capacidad de penetrar la planta y colonizar, incluso,
el tallo.
Junto
con un equipo de colaboradores, el especialista intenta dilucidar con precisión
cómo se distribuye dentro del vegetal. “Una de las estudiantes de doctorado
introduce los llamados ‘genes reporteros’, que informen dónde se aloja y
multiplica el microorganismo”, reveló.
Una
de las características que más interesa determinar es, precisamente, su aporte
de nitrógeno. En los medios de cultivo del laboratorio sí lo hace; sin embargo,
la acción bacteriana no se expresa forzosamente en condiciones naturales, en el
campo.
También
falta por definir la capacidad de transferir ese gas, ya sea desde el ambiente
o desde su interior. “Es parte de la investigación actual”, aseguró. Otra de
las metas es precisar las funciones para las cuales cada especie puede ser más
útil, ya sea para fijar compuestos, antagonizar patógenos o degradar compuestos
contaminantes.
Por
el momento, es evidente que promueven el crecimiento del follaje y no sólo de
la raíz. Sus tallos son visiblemente más gruesos que en las usadas como “control”,
y las hace más resistentes, aún a pesar de factores como el viento, que en
ocasiones las dobla. “Con este sistema eso no ocurriría”, abundó Jesús
Caballero-Mellado.
También
producen sustancias que inhiben el desarrollo de elementos nocivos. Son los
sideróforos, moléculas que al atrapar el hierro –fundamental para la vida al
estar involucrado en las reacciones enzimáticas– impiden su uso por
microorganismos dañinos para los cultivos, como ciertos hongos.
“Espero
que en cinco o seis años ya se hayan desarrollado experimentos de campo en
distintas regiones del país, suelos y climas, y con diferentes plantas”,
expresó. Por ahora se han concluido los aspectos más básicos, que redundarán en
su aplicación.
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Científicos del
CIFN descubrieron nuevas bacterias capaces de promover el crecimiento de las
plantas de maíz, además de controlar los fitopatógenos que lo afectan, y
degradar compuestos persistentes y contaminantes, informó Jesús
Caballero-Mellado.
FOTO 10
Nuevas bacterias
descubiertas por Jesús Caballero-Mellado, del CIFN de la UNAM, promueven el
crecimiento del follaje y de la raíz de las plantas de maíz, cuyos tallos se
vuelven visiblemente más gruesos y resistentes.