06:00 hrs. Julio 17 de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-509

Ciudad Universitaria

 

Pies de foto al final del boletín

 

NUEVOS ROLES Y ESTRUCTURA DE LA FAMILIA URBANA

 

·        La académica de la ENTS de la UNAM, Aída Valero Chávez, dijo que en muchos casos la jefa de este núcleo y proveedora económica es la madre

·        En las mujeres recae la mayor parte de las funciones de socialización, cuidado, afecto, seguridad y sostenimiento de esa institución, señaló

 

 

La familia urbana moderna en la Ciudad de México es joven, monoparental, con nuevos roles y estructura, y en una parte importante de los casos la madre es jefa de este núcleo y proveedora económica, comentó la académica de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, Aída Valero Chávez.

 

Añadió que en las mujeres recae, usualmente, la mayor parte de las funciones de socialización, cuidado, afecto, seguridad y sostenimiento, independientemente de si dirige o no el hogar.

 

Pero al diversificar las funciones domésticas, sobre todo cuando la jefatura está en una fémina, sostuvo, las progenitoras delegan actividades básicas como el cuidado y protección en otros integrantes y, en situaciones diversas, a personas ajenas, lo que repercute en la conducta y sano desarrollo de los menores.

 

En realidad, subrayó la coordinadora de la investigación Dimensiones sobre una nueva estructura familiar, la composición y rol de los personajes de este núcleo ya no son los tradicionales: padre, madre e hijos, con un padre proveedor, una madre dedicada casi exclusivamente a las labores domésticas y al cuidado de los niños, e hijos supervisados por su madre.

 

Hoy, la mujer debe trabajar dadas las condiciones económicas, por lo que el tiempo dedicado a sus vástagos debe ser de calidad y para reforzar valores. Además la relación de pareja también se ve modificada por esta realidad.

 

Al explicar el estudio exploratorio, practicado a 430 familias de cuatro delegaciones políticas del Distrito Federal, se detectó que en el 66.9 por ciento de los casos el número de miembros por familia estuvo constituido por tres y cinco, y el 21.5, entre seis y ocho.

 

Son familias jóvenes, porque el 63.8 por ciento se encontró en fase de procreación avanzada, y el 20.7 en gestación, con hijos entre uno y dos años hasta los 13 y 14.

 

El 85  por ciento de los hogares son nucleares, es decir, sólo vivían parientes con lazos consanguíneos directos. El 58 por ciento eran modernos, pues ambos progenitores o la madre trabajaban. El 20 por ciento no tenía presencia paterna.

 

La familia tradicional representó el 41 por ciento de la muestra y fue cuando la madre estuvo en casa y el padre o un hijo laboraron. En el caso de ausencia del cónyuge, el 25 por ciento adujo separación, sin unión legal sino libre; otro porcentaje similar por fallecimiento; el 21, por divorcio; el 18, por abandono, y el 11, porque trabajaba fuera.

 

Sobre el tipo de vínculo actual, el 55 por ciento fue civil y religiosa; el 25, civil; el 17, por consentimiento. Del tipo de jefatura de hogar, el 53 por ciento fue masculina; 22.3, femenina sin pareja; en el 9.2, de la mujer aún cuando existía pareja, y 15, compartida.

 

La función del sustento económico se repartió en 35.7 por ciento para el padre que aporta ingresos; el 34.2, el jefe de familia y su cónyuge, y el 20, el progenitor y sus hijos.

 

La decisión sobre la forma de distribuir los ingresos, recayó en el pater familia, en un 34.1 por ciento; el marido y su esposa –aunque ella no trabaje–, en el 35.7, y sólo en la mujer, en el 24.6 por ciento.

 

De la transmisión de los valores morales y éticos a los hijos, en el 58.5 por ciento lo hicieron ambos tutores; el 21.4 por ciento, sólo la cónyuge, y el 12, sólo el progenitor. Los valores religiosos los inculcó la pareja en un 44 por ciento, mientras en el 41, sólo por la esposa. En cuanto a los civiles, el 38 por ciento fueron transmitidos por ambos; el 22, por la mujer, y el 17, por el hombre.

 

En 21.4 por ciento de los hogares con jefatura masculina, la madre fue quien decidió sobre la educación de los hijos; en el 11, el padre, y el 58, lo hicieron los dos. El 40 por ciento de las familias con esta última jefatura, ambos brindaron orientación y educación sexual a los hijos; el 27.1 sólo la madre y el 8.5 por ciento el padre.

 

Destacó que la temática principal establecida en la pareja versó sobre los hijos, con el 19 por ciento; la economía del hogar, 18; el amor entre ellos, 14; los intereses, aspiraciones y necesidades de ambos, 12, y de lo cotidiano y aspectos labores, 12 puntos porcentuales por rubro.

 

Las principales causas de crisis  fueron por problemas económicos, en un 24 por ciento; por enfermedad de algún miembro, el 17; desempleo o muerte de un integrante, el 10, y por violencia verbal o por la toma de decisiones en el hogar, el ocho por ciento.

 

Aclaró que la descomposición social tiene su origen en el hogar, el cual cumple funciones importantes en la educación y socialización de sus miembros. En este último aspecto, principios como democracia, solidaridad y respeto se inculcan en su interior, de lo contrario resultará difícil que en la escuela los refuercen y se practiquen.

 

La especialista argumentó que la estructura monoparental se gestó al crecer los polos de desarrollo, cuando las madres pudieron emplearse en fábricas y talleres de manufactura. Las décadas setenta y ochenta, sobre todo por la crisis en esta última, repercutieron en su constitución, con la migración del campo a las ciudades.

 

Se acrecentaron los problemas durante las fases del desarrollo de los hijos, pues su tutela es relevante. No hay quien les inculque valores; tampoco quien les marque límites de autoridad o les enseñen a reconocerse como personas valiosas y con alta autoestima.

 

La falta del progenitor, ya sea el padre o madre, afecta a los vástagos debido a que el ser humano requiere de ambas identidades. Esto influye en el nivel de aprovechamiento escolar y la conducta, riesgo al que están más expuestos los adolescentes, precisó.

 

En los núcleos monoparentales, abundó, es importante crear espacios de comunicación adecuados y que se compartan las diferentes actividades aunque sea un solo día a la semana.

 

Valero Chávez informó que las funciones básicas de un hogar son la regulación de la vida sexual; sustento económico bajo la garantía de mínimos de bienestar; seguridad y afecto; socialización, donde se inculcan valores y creencias. A ello se suman la autoridad, cuidado y protección. Cuando fallan sobreviene una crisis familiar, advirtió.

 

Planteó que el principal reto en estos grupos sociales es el económico, siguen en importancia las enfermedades de algún miembro, en la toma de decisiones, violencia verbal y desempleo.

 

Toda política pública que se diseñe en esta materia, propuso, debe partir de un estudio familiar. Si se desconoce la naturaleza de esa unidad no llegará a la población. Un rubro que consideró fundamental es el referente a la prevención a la manera de formar niños y jóvenes, concluyó.

 

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FOTO 01

 

La familia actual urbana de la ciudad de México es joven, monoparental, con nuevos roles y estructura, subrayó la académica de la ENTS de la UNAM, Aída Valero Chávez.

 

FOTO 02

 

Aída Valero Chávez, académica de la ENTS de la UNAM, dijo que en las mujeres recae la mayor parte de las funciones de socialización, cuidado, afecto, seguridad y sostenimiento familiar.