Boletín UNAM-DGCS-509
Ciudad Universitaria
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NUEVOS ROLES Y ESTRUCTURA DE LA FAMILIA URBANA
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La académica de la ENTS de la UNAM, Aída
Valero Chávez, dijo que en muchos casos la jefa de este núcleo y proveedora
económica es la madre
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En las mujeres recae la mayor parte de las
funciones de socialización, cuidado, afecto, seguridad y sostenimiento de esa
institución, señaló
La
familia urbana moderna en la Ciudad de México es joven, monoparental, con
nuevos roles y estructura, y en una parte importante de los casos la madre es
jefa de este núcleo y proveedora económica, comentó la académica de la Escuela
Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, Aída Valero Chávez.
Añadió
que en las mujeres recae, usualmente, la mayor parte de las funciones de socialización,
cuidado, afecto, seguridad y sostenimiento, independientemente de si dirige o
no el hogar.
Pero
al diversificar las funciones domésticas, sobre todo cuando la jefatura está en
una fémina, sostuvo, las progenitoras delegan actividades básicas como el
cuidado y protección en otros integrantes y, en situaciones diversas, a
personas ajenas, lo que repercute en la conducta y sano desarrollo de los
menores.
En
realidad, subrayó la coordinadora de la investigación Dimensiones sobre una
nueva estructura familiar, la composición y rol de los personajes de este
núcleo ya no son los tradicionales: padre, madre e hijos, con un padre
proveedor, una madre dedicada casi exclusivamente a las labores domésticas y al
cuidado de los niños, e hijos supervisados por su madre.
Hoy,
la mujer debe trabajar dadas las condiciones económicas, por lo que el tiempo
dedicado a sus vástagos debe ser de calidad y para reforzar valores. Además la
relación de pareja también se ve modificada por esta realidad.
Al
explicar el estudio exploratorio, practicado a 430 familias de cuatro
delegaciones políticas del Distrito Federal, se detectó que en el 66.9 por
ciento de los casos el número de miembros por familia estuvo constituido por
tres y cinco, y el 21.5, entre seis y ocho.
Son
familias jóvenes, porque el 63.8 por ciento se encontró en fase de procreación
avanzada, y el 20.7 en gestación, con hijos entre uno y dos años hasta los 13 y
14.
El
85 por ciento de los hogares son
nucleares, es decir, sólo vivían parientes con lazos consanguíneos directos. El
58 por ciento eran modernos, pues ambos progenitores o la madre trabajaban. El
20 por ciento no tenía presencia paterna.
La
familia tradicional representó el 41 por ciento de la muestra y fue cuando la
madre estuvo en casa y el padre o un hijo laboraron. En el caso de ausencia del
cónyuge, el 25 por ciento adujo separación, sin unión legal sino libre; otro
porcentaje similar por fallecimiento; el 21, por divorcio; el 18, por abandono,
y el 11, porque trabajaba fuera.
Sobre
el tipo de vínculo actual, el 55 por ciento fue civil y religiosa; el 25,
civil; el 17, por consentimiento. Del tipo de jefatura de hogar, el 53 por
ciento fue masculina; 22.3, femenina sin pareja; en el 9.2, de la mujer aún
cuando existía pareja, y 15, compartida.
La
función del sustento económico se repartió en 35.7 por ciento para el padre que
aporta ingresos; el 34.2, el jefe de familia y su cónyuge, y el 20, el
progenitor y sus hijos.
La
decisión sobre la forma de distribuir los ingresos, recayó en el pater familia,
en un 34.1 por ciento; el marido y su esposa –aunque ella no trabaje–, en el
35.7, y sólo en la mujer, en el 24.6 por ciento.
De
la transmisión de los valores morales y éticos a los hijos, en el 58.5 por
ciento lo hicieron ambos tutores; el 21.4 por ciento, sólo la cónyuge, y el 12,
sólo el progenitor. Los valores religiosos los inculcó la pareja en un 44 por
ciento, mientras en el 41, sólo por la esposa. En cuanto a los civiles, el 38
por ciento fueron transmitidos por ambos; el 22, por la mujer, y el 17, por el
hombre.
En
21.4 por ciento de los hogares con jefatura masculina, la madre fue quien
decidió sobre la educación de los hijos; en el 11, el padre, y el 58, lo
hicieron los dos. El 40 por ciento de las familias con esta última jefatura,
ambos brindaron orientación y educación sexual a los hijos; el 27.1 sólo la
madre y el 8.5 por ciento el padre.
Destacó
que la temática principal establecida en la pareja versó sobre los hijos, con
el 19 por ciento; la economía del hogar, 18; el amor entre ellos, 14; los
intereses, aspiraciones y necesidades de ambos, 12, y de lo cotidiano y
aspectos labores, 12 puntos porcentuales por rubro.
Las
principales causas de crisis fueron por
problemas económicos, en un 24 por ciento; por enfermedad de algún miembro, el
17; desempleo o muerte de un integrante, el 10, y por violencia verbal o por la
toma de decisiones en el hogar, el ocho por ciento.
Aclaró
que la descomposición social tiene su origen en el hogar, el cual cumple
funciones importantes en la educación y socialización de sus miembros. En este
último aspecto, principios como democracia, solidaridad y respeto se inculcan
en su interior, de lo contrario resultará difícil que en la escuela los
refuercen y se practiquen.
La
especialista argumentó que la estructura monoparental se gestó al crecer los
polos de desarrollo, cuando las madres pudieron emplearse en fábricas y
talleres de manufactura. Las décadas setenta y ochenta, sobre todo por la
crisis en esta última, repercutieron en su constitución, con la migración del
campo a las ciudades.
Se
acrecentaron los problemas durante las fases del desarrollo de los hijos, pues
su tutela es relevante. No hay quien les inculque valores; tampoco quien les
marque límites de autoridad o les enseñen a reconocerse como personas valiosas
y con alta autoestima.
La
falta del progenitor, ya sea el padre o madre, afecta a los vástagos debido a
que el ser humano requiere de ambas identidades. Esto influye en el nivel de
aprovechamiento escolar y la conducta, riesgo al que están más expuestos los
adolescentes, precisó.
En
los núcleos monoparentales, abundó, es importante crear espacios de
comunicación adecuados y que se compartan las diferentes actividades aunque sea
un solo día a la semana.
Valero
Chávez informó que las funciones básicas de un hogar son la regulación de la
vida sexual; sustento económico bajo la garantía de mínimos de bienestar;
seguridad y afecto; socialización, donde se inculcan valores y creencias. A
ello se suman la autoridad, cuidado y protección. Cuando fallan sobreviene una
crisis familiar, advirtió.
Planteó
que el principal reto en estos grupos sociales es el económico, siguen en
importancia las enfermedades de algún miembro, en la toma de decisiones,
violencia verbal y desempleo.
Toda
política pública que se diseñe en esta materia, propuso, debe partir de un
estudio familiar. Si se desconoce la naturaleza de esa unidad no llegará a la
población. Un rubro que consideró fundamental es el referente a la prevención a
la manera de formar niños y jóvenes, concluyó.
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FOTO 01
La familia
actual urbana de la ciudad de México es joven, monoparental, con nuevos roles y
estructura, subrayó la académica de la ENTS de la UNAM, Aída Valero Chávez.
FOTO 02
Aída Valero Chávez, académica de la ENTS de la UNAM, dijo que en las mujeres recae la mayor parte de las funciones de socialización, cuidado, afecto, seguridad y sostenimiento familiar.